Nunca me he sentido más querido por mis amigos que ahora. Yo que propendo a los enemigos (tengo esa sicología), la verdad y lo pensaba el otro día, me he sentido de manera harto paradójica abrumado por las muestras de amistad. ¿Cómo es posible que los triunfadores más simpáticos, amables digan que en el fondo solo tienen un puñado de amigos, cuando yo como poco tengo dos o tres?
Aunque siempre presuma de enemigos y de caer mal en bastante sectores, debo confesar que siempre he tenido y he hecho amigos, y despierto simpatías. ¿Cómo? XY le confesó a nuestra nueva inquilina, una amiga que tiene obras en su casa, que está conmigo porque soy muy divertido. Aunque mi ideal siempre ha sido ser gracioso, tipo murga de Cádiz, que son la monda. Como un histrión/vedette que mis amigos se lo gozaron el otro día en un circo improvisado. El gran espectáculo puede aparecer donde menos te lo esperas. La persona más imitada (y carcajeada) con diferencia por todos. Casi como Chiquito de la Calzada. O Virgil.
Mi satisfacción no puede ser mayor por todo lo que me quieren, aunque eso de que me quieran me parece poco viril. Muy madre. Mis amigos están muy pendientes de mí. Nunca me he visto en una igual, ni parecida. Lo que hace que te preguntes ¿quién soy o que he hecho yo? Ha sido una experiencia muy curiosa, igual era autista.
Incluso gente no muy inmediata, se ha interesado y me ha mandado correos. Hasta en la profesión, donde nadie sabía nada, ahora se empieza a saber.
Hoy Kamenev, Oktav y yo hemos estado bebiendo en el hotel (Atlantic City), luego Kamenev y servidor hemos proseguido por el Corte Inglés como si fuera de madrugada. Me da que no ha tenido buena tarde. Aunque habría que llamarle Ulises, Aquiles o Héctor. Aunque a veces pienso que sea Lao-Tsé.
Lo tengo todo: el tornado de tantos y tan buenos amigos –tengo
los mejores, sin duda- y el estímulo huracanado de la animadversión paciente y la hostilidad denodada, o sea la creatividad.
Eros.
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