jueves, marzo 13, 2014

"8 apellidos vascos" no, 9


Es una película con muy buena pinta (divertida) sobre el amor de una abertzale y un andalusí de Sevilla, que se estrena no sé si mañana. Algo grotesco pero muy cómico. Los vascos son tan divertidos (nadie como ellos) por grotescos.
Yo no tengo 8 apellidos vascos, sino 9, que son Lizundia, Zamalloa, Artazu, Rotaetxe (como pone mi madre), Berriozabalgoitia, Mendiaraz, Zabalegui, Astobiza, Gorospe. Origen  Rh nacionalista de pura cepa.
Tanta pureza étnica racial merecía la contaminación drástica, lo que está plenamente logrado, y asegurada incluso para el futuro de manera aún mucho más contundente. Goodbye Sabino.
En los años 50 el paradigma racial fue sustituido por el lingüístico, básicamente porque había mucha emigración a los que no se podía tener enfrente.
Tener tantos apellidos vascos hace irrelevante la más mínima curiosidad por los orígenes. Todos campesinos de valles que lo más lejos que llegan es a la Navarra vascona, parece que orillando Álava (tan castellana) por completo. Ningún antepasado por ejemplo godo del que por fin enorgullecerse y distinguirse, todo más de lo mismo.
En definitiva soy una persona sin orígenes, sin historia, sin sorpresas ni curvas ni interrupciones ni geografías. Nada.
Al parecer la película suma los grotesco vasco con lo relamido/engominado andalusí, y se desarrolla en Sevilla. Casi es mi propia historia.
El valor de lo grotesco vasco para mí ha sido fundamental en mi vida. Es el sostén de mi identidad, es lo que configura un verdadero rol de comportamiento social, el mojón del   ethos, las referencias  que sirvieron  de  pautas de identificación y socialización. No se pasa de la familia a una suerte de bildung autonómamente pensada y autoconstruida, ya que eres engullido por estructuras sociales –en mi país aquello era fuerte y cómodo-, que como tales poseen valores y modelos conductuales, lenguajes no verbales, posibilidades de liderazgo o participación, lealtades, compromisos, exigencias, recompensas.
Lo grotesco es el modo de ser más puro, natural, que subyace auténtico sin adornos, la familiaridad con los demás  a costa del respeto, tribalidad y por tanto fuerza.
Lo más propio que yo tengo aquí en mi lugar de residencia es lo más vasco de lo que fui investido, pregnado, inducido. Y todo lo que se  tiene de grotesco y caricaturizable, de trazo grueso  es  lo que se  tiene de auténtico, de fuerte, consistente,  la base, de estar siempre de frente, de cara y permitirnos enormidades. Y eso solo proviene de lo grotesco, no de refinamientos y sofisticadas selecciones o afectaciones: libros leídos, viajes, pianos mansos.

2 comentarios:

Josep Antoni Pomal i Gross dijo...

Pinta bien esa peli, a pesar de ser cine español. La comentaremos una vez vista.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Joder, no había caído que es cine español, íbamos a ir esta misma tarde, pues igual ni voy