jueves, agosto 29, 2013

Cumple decir que mi hermano

                                                Una esquina de Bilbao, sede de la sanidad vasca
presentará la conferencia sobre el Sáhara del próximo día 26 en un céntrico hotel de la villa de Bilbao  donde celebra sus actos  la más antigua (S. XIX) y prestigiosa entidad cultural y tribuna cívica de todo el País Vasco. Tanto la presidenta como el bibliotecario de la asociación que presentan el acto se limitarán a darle paso.
Mi retraso en proponerlo, ha hecho que las invitaciones (siguen sacándolas en papel) ya estén en impresión, por lo que no podrá figurar bajo el logotipo de la gran institución, por donde han pasado buena parte del olimpo de dioses de mi hermano, de la primera mitad del S. XX. Por supuesto, Don José Ortega y Gasset: ¡Zeus!
Mi hermano en Bilbao
Conocí a varios intelectuales curiosos en mi ciudad, auténticas eminencias de bares y noches de entresemana.  Alguno escribía poesía, todos lógicamente acumulaban enormes dosis de literatura, la habían absorbido (por succiones de un tiempo) en los momentos de descanso y asueto mientras peleaban con las teorías de mayor enjundia. Estos intelectuales eran también hombres de letras, y ágrafos entonces. Muchos sin dejar los bares terminaron en la universidad, otros cambiaron de formación. Ingenieros que se hicieron lingüistas. Y más de uno. A esta órbita que llamaremos de semidioses o héroes pertenece mi hermano. Allí se hubiera desmadrado y consolidado prestigio. En un país tan tribal, las individualidades fulgen.
La expoliación del hombre de letras
Si viviéramos en otra época menos roma y banal (y analfabeta), y sin los  ambientes de extrema (y ofensiva) mediocridad generados –han espigado el lenguaje y expurgado hasta los conceptos-, tendría cabida, curso legal y factual el “hombre de letras”, casi en el sentido originario francés, ya que es alguien que existe y es real. Aunque resulta muy molesto, y a la vez divertido, porque pone en aprieto y en entredicho al falsario, sucedáneo, aspirante o usurpador. No pocas veces armados de  carnavalesca afectación. Pero bueno,  estas disquisiciones sobre ¡hombres de letras!, como otras muchas   hoy son  esotéricas, crípticas, misterios órficos.
El hombre de letras, no solo cultiva el pensamiento y lo ejerce, porque le apasiona y  con el que marca espacios rotundos, sino que nunca ha dejado de frecuentar la mejor literatura –no puede desperdiciar el tiempo-, campo que se necesita yermo, calcinado, asfaltado por sus enemigos que no son los ajenos, sino a los que ensombrece o desautoriza la literatura. Es mucho mejor que no exista.
La interesada extirpación del hombre de letras es  otra más de las devastaciones  que  en tiempos banales y ámbitos romos,  se siguen padeciendo  a través  el parloteo  embotado, el discurso enteco y la asignifcación (conseguir no decir nunca nada in all the sense) como metodología, hay que reconocer que es   resultado logrado. Tal  el avance de lo prosaico, romo, insulso, simple, vulgar (la letra roída, la palabra enferma, la idea infantil y vacua), que  es urgente el esparcimiento sistemático y  furioso  de tomates y huevos.
¡Todo falta que eso ocurra en Bilbao!
De Santa Cruz parte una expedición, que ya ha hecho sus reservas y de Cádiz otra, se espera una tercera columna de Granada. Fin de semana en Bilbao.

 
 

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