Conocí a Westerdahl y
a Domingo Pérez Minick en los 80, cuando estaban al final de sus vidas, al poco desaparecieron. Intercambié algunas palabras con Pérez Minick.
Maud Westerdahl comió una vez en casa con eterna sobremesa y alcohol, ya en los
90. Le encantaron los mejillones rellenos, una de las glorias de las barras de
los bares de Bilbao y Donosti. Cuando XY
los pone de Pascuas a Ramos recuerda a Maud.
Me estoy pegando un verdadero atracón de cultura canaria del
siglo pasado, de momento me surto de mi biblioteca. Resulta que conocí a algunos de los protagonistas más jóvenes
(fui secretario del Círculo de Bellas Artes 15 años, en una época divertida como pocas de las que he vivido) y a algunos
de los padres fundadores, como he dicho. De quién era amigo yo era de sus
discípulos, que entonces parecía los iban a superar. Mi posición muy esquinada
la supe aprovechar, porque absorbí
muchísimo de ellos. Me abrieron puertas que no había traspasado. Leí a conciencia. De forma que al leer ahora a los de Gaceta de Arte
aparecen nombres y autores, o hechos que ya conocía.
Sobre la cultura y literatura canaria sigo el método de con
el Sáhara. No pretendo investigar nada, soy alérgico a la investigación (no a su uso), sino
reordenar asuntos, sacar inferencias, proponer ideas, desvelar, en el pleno
sentido heideggariano, cosas que ocultan determinados enunciados. Es decir:
ensayo. Otro de las alegrías obtenidas ha sido la frase de Westerdahl con el
que titulo este post.
El mes que viene sale mi libro del Sáhara. Perdón por la
inmodestia, pero no tengo la menor duda que ya pertenezco al Sáhara. Creo que
me he ganado esa pertenencia. El prólogo (nunca se lo agradeceré lo suficiente)
es de mi amigo Manolo Vidal, que fue director de la Gaceta de Canarias. Aunque Cedro vigila, me
han dicho en la editorial que lo puedo colgar, que es lo que haré en su día.
Este segundo libro me llevó a Mauritania pero sobre todo a Malí, y compré todo
lo que pude de la editorial Almuzara, como he escrito ya, sobre el tema. Malí es un universo:
Tombuctcú, Gao, Djenná…
Estoy obviamente a favor de la injerencia francesa en Mali. Allí, aparte de que hay manos que no deben
amputarse ni cuerpos lapidar, se albergan
tesoros bibliográficos, arquitectónicos y culturales de primer orden. El Islam
es el primero que está llamado a defenderlos e intervenir, pero no lo hace.
Heine dijo: “se empieza quemando libros y se termina
quemando a las personas". Este alemán – al decir del crítico Reich-Ranicki el mejor
escritor alemán de todos los tiempos- era judío y se adelantó en más de un
siglo al nazismo en la predicción (literal).
Con los Budas de
Bamiyán, supe que quien se atrevía (los
talibanes) con aquel símbolo sagrado aplastaría a los seres humanos como cucarachas.
Viva Francia y su ejército, ya que no parece
que haya ningún islámico disponible, a pesar de que sea la cultura islámica africana, además de las
personas (islámicas), lo que está en juego.
Desde aquí recomiendo el blog, twitter de Jesús Manuel Pérez, Gueras posmodernas que
ilustran al momento ese conflicto además del sirio, con magníficos análisis.
Se pude linkear a la derecha.
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