martes, enero 15, 2013

"No leo novelas" (Eduardo Westerdahl)

Conocí a Westerdahl  y a Domingo Pérez Minick en los 80, cuando estaban al final de sus vidas, al poco  desaparecieron.  Intercambié algunas palabras con Pérez Minick. Maud Westerdahl comió una vez en casa con eterna sobremesa y alcohol, ya en los 90. Le encantaron los mejillones rellenos, una de las glorias de las barras de los bares de Bilbao y Donosti.  Cuando XY los pone de Pascuas a Ramos recuerda a Maud.
Me estoy pegando un verdadero atracón de cultura canaria del siglo pasado, de momento me surto de mi biblioteca.  Resulta que conocí  a algunos de los protagonistas más jóvenes (fui secretario del Círculo de Bellas Artes 15 años, en una época divertida  como pocas de las que he vivido) y a algunos de los padres fundadores, como he dicho. De quién era amigo yo era de sus discípulos, que entonces parecía los iban a superar. Mi posición muy esquinada la  supe aprovechar, porque absorbí muchísimo de ellos. Me abrieron puertas que no había traspasado. Leí a conciencia.  De forma que al leer ahora a los de Gaceta de Arte aparecen nombres y autores, o hechos que ya conocía.
Sobre la cultura y literatura canaria sigo el método de con el Sáhara. No pretendo investigar nada, soy alérgico a la investigación (no a su uso), sino reordenar asuntos, sacar inferencias, proponer ideas, desvelar, en el pleno sentido heideggariano, cosas que ocultan determinados enunciados. Es decir: ensayo. Otro de las alegrías obtenidas ha sido la frase de Westerdahl con el que titulo este post.
El mes que viene sale mi libro del Sáhara. Perdón por la inmodestia, pero no tengo la menor duda que ya pertenezco al Sáhara. Creo que me he ganado esa pertenencia. El prólogo (nunca se lo agradeceré lo suficiente) es de mi amigo Manolo Vidal, que fue director de la  Gaceta de Canarias. Aunque Cedro vigila, me han dicho en la editorial que lo puedo colgar, que es lo que haré en su día.
Este segundo libro me llevó a  Mauritania pero sobre todo a Malí, y compré todo lo que pude de la editorial Almuzara, como he escrito ya,  sobre el tema. Malí es un universo: Tombuctcú, Gao, Djenná…
Estoy obviamente a favor  de la injerencia  francesa en Mali.  Allí, aparte de que hay manos que no deben amputarse ni cuerpos lapidar, se  albergan tesoros bibliográficos, arquitectónicos y culturales de primer orden. El Islam es el primero que está llamado a defenderlos e intervenir, pero no lo hace.
Heine dijo: “se empieza quemando libros y se termina quemando a las personas". Este alemán – al decir del crítico Reich-Ranicki el mejor escritor alemán de todos los tiempos- era judío y se adelantó en más de un siglo al nazismo en la predicción (literal).
Con los  Budas de Bamiyán, supe  que quien se atrevía (los talibanes) con aquel símbolo sagrado aplastaría a los seres humanos como cucarachas. Viva Francia y su ejército, ya  que no parece que haya ningún islámico disponible, a pesar de que sea  la cultura islámica africana, además de las personas (islámicas), lo que está en juego.
Desde aquí recomiendo el blog, twitter de Jesús Manuel Pérez, Gueras posmodernas que ilustran al momento ese conflicto además del  sirio, con magníficos análisis.  Se pude linkear a la derecha.

 

 

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