lunes, enero 28, 2013

Línea Líquida, por Eguiar Lizundia


Los libros de memorias son generalmente empresas reservadas a aquellos convencidos de que de sus biografías pueden extraerse importantes lecciones que merecen la consideración de sus congéneres.  Sus autores son gente que se toma muy en serio, y que escribe desde la solemnidad que implica asomarse a sus propias vidas desde la atalaya que ofrece el género autobiográfico. Es por ello que las memorias tienden a abarcar la totalidad de las notabilísimas vidas de sus protagonistas, convirtiéndose a veces en una suerte de hagiografías paganas.
Línea líquida  no comparte ninguna de estas características. Su autor, José María Lizundia, lo deja claro de antemano en el subtítulo: Memorias de unos años algo frívolos. Estamos pues ante un libro de memorias, sí, pero acotadas en el tiempo, y, lo que es más importante, sin pretensiones de constituirse en un relato lineal y suntuoso de la vida del homenajeado, sino en un retrato discontinuo, irreverente y humorístico de unos años de la cincuentena del autor y de aquellos que le acompañan.
En su segunda incursión en el género biográfico tras Diario de un abogado mundano, Lizundia se centra en un momento de su existencia en el que cómo y con quién se relaciona uno define más al autor que lo que este pueda declamar sobre sí mismo. Así, en Línea líquida los verdaderos héroes son la miríada de personajes que transitan sus páginas hasta casi transformar el libro en una novela coral. Cronista de sus andanzas, Lizundia convierte las miserias y las pequeñas hazañas de sus protagonistas en un suceso literario de primer nivel. Los desvaríos de este elenco y sus diálogos con el autor, por su delirio y genialidad,  evocan las conversaciones de Hemingway con el círculo de artistas y escritores de la Generación Perdida norteamericana en París era una fiesta. 
De hecho, en el devenir de acontecimientos cotidianos que constituye el grueso de la narración, aquí también la referencia a determinados lugares es clave, hasta el punto de que estos trascienden su condición de meros escenarios para constituirse en coprotagonistas de la acción. Espacios como el “Castillo”, el parnaso de San Andrés y, sobre todo, el bar Parra, son a Línea líquida lo mismo que el Café de Flore y el estudio de Gertrude Stein a la obra de Hemingway. Con la diferencia de que en el caso de Lizundia es él quien crea estos lugares, que carecerían de entidad más allá de la meramente física y observable si no fuera por el quijotismo del autor.
Y es que el libro de Lizundia constituye un homenaje involuntario a la ciudad en el que transcurre. Al que conozca de primera mano las limitaciones de la vida cultural de Santa Cruz y lo grisáceo de sus gentes no podrá si no sorprenderle esta obra.  Referencias urbanas desprovistas de singularidad o belleza a los ojos de cualquier vecino, son elevadas en la obra de Lizundia a hitos arquitectónicos sólo posibles en grandes urbes europeas o norteamericanas. Por no hablar de la moribunda movida nocturna de la capital, presentada aquí como refugio de personajes singulares y garantía de experiencias memorables. Que en una ciudad media de provincias se hagan realidad tanta extraterritorialidad y cosmopolitismo es uno de los muchos méritos de Línea líquida.
Pero si algo define al último libro de Lizundia es la transgresión. Tanto a nivel formal, como ya hemos descrito, como en lo que se refiere a su mordaz humor y atinada ironía. En esto mucho tienen que ver los coprotagonistas,  a los que si hay algo que los defina, es la aversión a la norma. Una cualidad que el autor ha hecho consigna y que está presente de principio a fin del relato en forma de implacables y cómicas reflexiones sobre progres, burgueses y demás guardianes de la convención. Una caricaturización que nos recuerda como hay más pose e insustancialidad, o sea, frivolidad, en los apegados a la regla, a la línea, que en quienes la traspasan y vulneran, es decir, aquellos que la hacen “líquida”.

 

Eguiar Lizundia

Washington, 28 de enero de 2013

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante, querido E!!!, fantástico, genial!!, tu ferviente admiradora y groupie (por lo de adolescente que conservo).

Un besote sureño nada gris, con mucha luz y color.

R.W.

Agrimensor K. dijo...

Magnífica crítica, E, nuestro corresponsal de lujo. Me alegro de que hayamos leído exactamente el mismo libro.

Me gustaron las fotos de la gala de Obama pero el marco palidece ante la brillantez de cualquier noche del Parra (el del Libro, claro).

Anónimo dijo...

Me parece que Línea líquida es el libro más divertido de natarrativa editado en Canarias desde hace mucho tiempo. La aburrida vida santacrucera desaparece, después de leerlo tengo ganas de salir todas las noches para ver si pasa algo. Muchas felicidades a Lizundia, lo animo a que escriba más narrativa.

Anónimo dijo...

Mi querido hermano:
El texto de Eguiar Lizundia que has publicado en tu blog confirma lo que he visto en él y en S. (no se escribe como lo has hecho) con mis propios ojos en la velada de nochevieja que compartisteis conmigo hace sólo unas semanas y lo que se me ha impuesto con una evidencia rotunda por las fotos de la gala de jura del Presidente norteamericano, a la que tu hijo fue invitado junto con su novia y amigos: la presencia de una vida ascendente, plena, desbordante, saturada de sí mismo, en el mejor de los sentidos, e imparable en el éxito, y por todas estas circunstancias, magnánima y completamente proyectada y desbordada hacia la realidad que la circunda, a la que, en sus contenidos más excelentes, devora con júbilo para saciarse con ella sin contemplaciones, tan lejos, pues, de la mezquindad reconcentrada del envidioso, es decir, de las vidas convencionales, pusilánimes, anodinas y sin horizonte, que son tan comunes en tantos ámbitos.
Se trata, pues, en cuanto al comentario de Eguiar sobre “Linea Líquida”, de muchas cosas, pero yo destacaría una: la elegancia natural con que fluyen el contenido y la forma del escrito, el fondo y el estilo -libres, en consecuencia, de torpezas, disimulos y artificios convencionales- como emanaciones espontáneas de una vida que se despliega, como hablaba antes, en esa dirección abundante y feliz, como todas las existencias humanas auténticas, en el sentido más radical de este adjetivo. Y XY y tú habéis creado las condiciones para que esto haya sido y sea así. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx, a las que es tan receptivo ese país que ha convertido en argumento de su vida el desafío a la mediocridad: los Estados Unidos de América, donde es inexcusable que crezca espiritualmente para dar de sí con plenitud. Que así sea, para su bien y el de todos nosotros, testigos de su éxito, espero, por mucho tiempo. Un abrazo.
El escritor ágrafo.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Mi hermano es así, discípulo de Julián Marias, Ortega, Zambrano, el destape (años 70) de su adolescencia efervescente... y ortega y Gasset cuyo surcos ae observan en su texto

Anónimo dijo...

La familia al rescate, claro que sí. ¿Qué otros podrían hablar bien de un libro tan malo?
Sufres de anorexia literaria, es decir, distorsionas la realidad.
Escribe tu hijo de burguesía, y tú vas a presentar el libro al lugar más burgués y rancio de Santa Cruz: El real club náutico; abriendo bien la boca y subiendo el tono cuando dices Real.
Por cierto, de momento no te pareces en nada a Hemingway, pero aún estás a tiempo de aprender a cazar...

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Bien, te lo pudo explicar, no pdemso dramatizar la cuestiñon burguesa. Lenin, Radeck, trosky, Kamenev, K-a-m-e-n-e-v,sí, Zinoviev, Bujarin, Dimitrov, el camarada general Suslov y tantos otrs en todos los continentes que vieron que la lucha de clases no suponía enfatizar ni la cuberterúia de plata ni la cerámica inglesa como enemigos, antes al contrario contemporizar con ella, besuquearle el cuello, decirle al oído: you dont understand, sorry but I want you, I believe in God, thanks

Anónimo dijo...

QUIEN ES ESE IMBECIL QUE TANTO ENTORPECE, LUCIAN?????

Anónimo dijo...

La presentación fue divertida y cariñosa. Gracias por invitarme. El libro lo compraré en la Isla a cargo del fondo que tengo allí. Su mujer encantadora. Un placer conversar un momento con usted y con el Topo sobre ética y moral. Una pena no poder quedarme al post. Salu2, EDH.