jueves, enero 17, 2013

Liberales y soviéticos. Es nuestra hora

Aleksandr Fiódorovich Kérenski  o Алекса́ндр Фёдорович Ке́ренский)
-          Qué pasa que ya no se celebran  las lecturas liberales o nos estan puenteando y se reúnen a nuestras espaldas- le digo.
-           No, no lo están haciendo, he hablado con X y con Y, están muy ocupados- me contesta
-          ¿Los viernes a la noche? He pensado, a la vista de la atonía y las conversas con LT, que deberíamos convocar a una asamblea constituyente (en nuestro estilo jacobino/centralismo democrático estalinista), crear una estructura básica, sin formalizarla, que ya con la de Israel tenemos el cupo cubierto …
-          Pero eso sería otro golpe de Estado, je, je, je…-  ríe como un tierno roedor con espumarajos en las comisuras de la boca de mi hermano, puedo adivinarlo.
-          Casi lo teníamos dado, ahora somos axiales y tenemos más efectivos… y hay un vacío de poder escandaloso. Por no haber no hay ni un Kerenski, no digamos  la familia del Zar…
-          ¿Cuándo sería la asamblea constituyente?- me pregunta mi hermano
-          A comienzos de febrero cuando regrese de Bilbao y Yael de Estados Unidos.
De lo malo malo el golpe de estado lejos de ser contra un grupo humano o estructura  lo es contra una idea, una costumbre, un club, unos tribunos…
Mi hermano ha comenzado la lectura de la biografía de Unamuno de Juaristi y alaba la prosa de éste. Luego la mía. Mejor que la (biografía) de Julián Marías, dice.
La última reunión del círculo de lecturas liberales -suspendida- versaba sobre Isaiah Berlín y la intelectualidad bajo los soviéticos, además de una novela no sé si de  Bulgakov o Platonov, dos novelistas que pudieron escribir bajo el zarismo soviético. Lo que tuvo su mérito. A Platonov le había leído, muy soviético en ambientación (fábricas y camaradas, muy erótico todo) y por lo que recuerdo algo afecto, aunque circundando,  la infamia del Realismo socialista, y algo crítico, muy a dos aguas, aunque acabó proscrito, lo que no es mucho mérito.
Gracias a las lecturas me puse a releer a Berlin, qué maravilla. Y con él regresaría a la ignominia soviética (es impensable que Lenin hubiera sido mejor que Stalin), y al selecto grupo de poetas y literatos aherrojados como Ana  Ajmatova, Marina Tsvetaeva, Ossip Mandelstam, Pasternak…  para pasarme a mi querido Alexander Herzen y a toda aquella pléyade de intelectuales, (la intelligentsia de Turgeniev), populistas, socialistas revolucionarios, terroristas y nihilistas rusos, que tan bien le vinieron a Albert Camus para algunas de sus obras.

No creo que haya nada más interesante (autores, libros, conversaciones de mucho nivel) que   los tipos  de las lecturas liberales, a muchas millas a la redonda. No podemos dejar que desaparezca. En ningún caso. Era nuestra facción la que estaba haciendo proselitismo: Es nuestra hora.

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