Teníamos de lectura a Hayeck tras la cena del Casino, cuyo interior
no dejo de admirar todas las veces que voy. Cenamos arriba, donde los señores
advocats y mundo anexo celebran sus cambios
de destino y encuentros. Tenemos una mesa redonda reservada. Me siento al lado
del anfitrión y queda a mi derecha una dama de rojo con su esposo con el que
hablo de Bilbao y la Rioja. Ella es la que se decanta por el vino de Rioja, le pregunto si es venezolana tras sus dos primeras palabras y me contesta que mejicana.
No doy crédito.
-¿Mejicana?- no quepo de gozo
- Sí, mejicana.
- Eres la tercera mejicana con la que hablo, aunque si computo
mi vida entera serías la cuarta. Es el habla español que más me gusta con
diferencia, y que más gracia me hace, no soporto oír hablar mexican sin sonreír, para mí es el habla que tiene una escucha más facial.
Noto que voy ganando elocuencia, al final ya me empiezo a
pone un poco provocador y gracioso.
Lo sé porque alguna se ríe. No he parado de hablar con la mejicana y su marido. Cuando me doy cuenta ha terminado la
cena sin fijarme en los rituales de mi
hermano.-¿Qué has comido? – está en la otra punta.
-Lo de siempre.
-¿Has pedido que te recalentaran la carne?, es que no me he fijado cómo comías.
-No, no lo he pedido.
Hay que pagar. Los liberales son auténticos peseteros y lo camuflan como cuestión ideológica. El vino lo pagan los que han bebido y todo contabilizado. Encima son casi todos abstemios. Mientras uno pone 18 euros y el otro 24, yo lanzo un billete de 50 euros y una advertencia, a pesar de que hay gente que no conozco.
-Soy de Bilbao y no es de mi agrado este episodio pesetero, no admito ninguna devolución, que nadie me devuelva nada que no lo pienso coger. -Pero… - Ni pero ni pera, yo pongo 50 euros y lo que sobre de propina. Las mesas de al lado me observaban como un alborotador, pero el servicio percibe a un amigo. Que poco después lo demostrarían con toda la gentileza derrochada hacia mi persona. Vamos al salón noble que nos espera con todas las lámparas de mesa encendidas: soy el único que se provee de un gin tonic, estoy apunto de decirle a mi hermano que se pida otro para tenerlo de reserva.
Les digo a todos, nunca he estado a estas horas con gente que no bebe, pero les da igual. He leído a Hayeck y lo demuestro. Acabo de leer en twitter que se dice que se lee pero no se hace.Un intelectual de la SER.
Comando a un grupúsculo a Los Reunidos. Está a reventar, hoy es mi día de camareros/as, me conocen todos, soy asiduo como del Parra. Hay actuación en directo, me dicen las camareras que es un cumpleaños con más de 100 personas y luego la calle. Unas chicas subidas a las sillas al lado izquierda cantan las canciones de Hombres G, están alineadas, levantan los brazos, y mueven sus melenas mientras corean las canciones. Es todo de una extraña y apacible belleza, se asemeja a una grandiosa puesta de sol, de esas que suspenden el latir del corazón. Le pido a mi hermano un Tía María y le pregunto: ¿tengo barba? Me contesta: síííí.
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