He aprovechado las úlitmas luces del día para bajar caminando a la ciudad a recoger el coche que dejé ayer lunes al lado del TEA. El atardecer me ha infantilizado, me recordaba veranos en Alemanía o una tarde muy apacible de joven en Cambo Les Baines (Pais Vasco Francés). Al pasar por la zona elegante de mi barrio entre flamboyanos y buganvillas se abría plateada y bronce la rada y algunos barcos tenían ya las luces encendidas.
Me he encontrado con Pancho en la Rambla.
-No me habías dicho nada del Sáhara como Metarrelato.
- Hombre, no voy por ahí con mis últimas actuaciones, no creo que interesen a nadie en el medio, bueno a ti sí.
Me ha hablado de la relación de él y los canarios en general con el Sáhara.
Hemos charlado un buen rato sobre el tema. De repente ha vuelto a aparecer el libro de forma imprevista, lo que resulta muy agradable, como que te diga "lo aclaras en el libro".
Sigo con el Sáhara de manera un tanto frenética. Mis pasos avanzan por territorios en los que no hay otras huellas antes que las mías, o desciendo esquiando por donde no hay pistas.
Sigo mi lema de tener algo que decir. Conozco mucho de lo escrito sobre el Sáhara, por lo que sé situar muy bien lo que he hecho y lo que sigo escribiendo. Mayor placer intelectual no existe.
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