La modelo israelí Bar Refaeli
He comenzado hoy mis vacaciones trabajando desde primera hora, llamadas, ir al Castillo con papelería, donde mi socio al que dejo expedientes que serán sometidos a una circulación de papelería no muy diferente a la de las mercancías que analizara Karl Marx en 1845, a cuenta de los movimientos del capital en la obra teológica Das Kapital. A las 12 p.m tenía el gran acto formalista de los intermediarios, el único previsto para este mes en la lonja de laboral. He acudido con mi casaca fluorescente negra similar a las que se utilizan en Walls Street y en las autopistas, y todo ha salido infausto, mediocre, deleznable, brutal. Inenarrable. No pienso hablar de avatares y martingalas que ocurren en el Castillo ni de las propias de los intermediarios, es un mundo en el que me veo estar, yo soy tangencial, un cometa chisporroteante que surca las galaxias con burbujas de color cerveza nomás. Siempre logro disociarme para sobrevivir. Hoy he echado en falta la espada flamígera de Tox, el justiciero iluminotécnico. Lo único que he echado en falta.Ayer en el espacio marbella de casa hicimos un picnic minimalista. A la 1.30 a.m. salían expulsados Ang21hel y Jesús el de la generación preterida, que viene a ser como la perdida canaria. Los eché porque no se iban. Mi hermano deseaba ser evacuado: se había tomado sus 60 centilitros de vino tinto y se había pasado, con la voracidad que su paladar infantil le dicta, a la ingesta de coca colas que salían gratis. Bien se tomó seis
Nos vamos a la américa plural, al mismo hotel que el añó pasado y que tanto nos gusta, como toda la zona.
Vamos pertrechados, libros, manuscrito y material de natación, a ver si iniciamos la pobre temporada.
Esta semana me entrevistarán en Radio Sefarad . Tendré a bien colgar la entrevista. Igual la oye Ang21hel que ahora frecuenta embajadas de Israel (NOOOOO: SIIIIIIIIIIIIII), sin apanfletar demasiado la ciudad.
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