A dos inmediatos a mí, les pregunté por la no publicación de mi artículo semanal. Ni lo dudaron: el contenido. Muy corrosivo, incluso yo lo podrá ver algo machista, que dios me perdone. Cosas que pasan, desde luego si odio el victimismo, no pienso incurrir en él. El periódico tiene pleno derecho a incluir lo que decida, y sobre todo, así como yo puedo ser todo lo incorrecto que me dé la gana, me imagino que un periódico ha de velar por un tono aceptado por sus lectores. Y huir de las estridencias. El mío supongo que lo era, mas en tal época que nos ha tocado vivir, una especie de franquismo calvinista, culturalmente. El grupo de dirección ha sido en los últimos tiempos extremadamente atento conmigo. Nunca he tenido relación con nadie, de articulista. Ya tengo escrito mi próximo artículo, obviamente no he preguntado por mi artículo no publicado, y muchos menos me he quejado. No decido lo que se publica ni la marcha del periódico, que es esencial y compete a quienes lo dirigen.
Arriba el mes pasado con una chamarra vaquera en Washington. Nunca he tenido una, pero ahora sí y es ésta. Mi articulo no publicado está en el post anterior y responde al título La flotilla lastrada de voluptuosidad, divertimento y hedonismo.
Pero sí saldrá en mi tercer libro sobre Israel/Palestina, que tras meses de apuntes, reflexiones, enfoques, por fin sé que seré capaz de llevarlo a buen puerto (de Gaza), cuando ya dudaba de que fuera capaz. Es complicado aportar algo, conseguir márgenes, entre líneas, árboles para nidos de francotirador, botellas de absenta en una comunidad cuáquera.

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