Mi hijo quizá con algo de negligencia le hace (no pisar, carece de la aptitud) a mi nieto hallarse en territorio español, por el principio de extraterritorialidad. Está votando, supongo que en el Consulado general de Washington, y no en la Embajada, funcionalmente dirigida al país de acogida y no a sus nacionales.
Lo único que va a conseguir su padre así es españolizarle. Solo le falta que le diga al ninot algunas palabras en catalán y vasco para conducirle a las esencias más hispanas y carpetovetónicas. De la capital del mundo a la aldea de Asterix, otra distopía.
He acabado el libro de Martín Amis, qué sentido del humor y qué cultura y capacidad. Eso de haber pasado por Oxford o Cambridge y hacerse con unos amigos absolutos (Ian Mcewan, el gran Cristopher Hitchens -escribe de él-, Salman Rushdie, Julian Barnes), y encima un padre como Kingleys Amis, marcan carácter o ayudan.
Y he retomado un libro sobre Jaques Lacan, La vida con Lacan de Catherine Millot, colega y novia o así. Placentero.
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