Ante la opinión común de la masa catalizada por la turbamulta en la que se cuecen las emociones iracundas y el instinto
de caza y linchamiento, se disuelven posibles focos de resistencia, aunque
algunos somos. Somos francotiradores que disparan a los altares, ídolos y rezos,
a la determinación absoluta de la tribu.
Vamos a por los hechos, la verdad, la realidad, y creemos
indispensable restituir la
mera eventualidad, hipótesis, imprevistos, hechos desconocidos, garantías,
problemáticas, peculiaridades…que NO EXISTEN. Todo ha de ser como clama la voz
ensordecedora del PUEBLO en lucha, el PUEBLO en marcha.
El artículo se refiere al
esfuerzo analítico y crítico de un juez, no a la Manada (que me interesa los
mismo que alguna violación absuelta por Manuela Carmena, que he visto hoy), por
si fuera posible en momentos de máximo
irracionalismo, cuando la ola amenazante
se comba y ruge, enfrentar el asunto
conforme a una racionalidad de partida a la que el mayor número de personas
decide someterse, a una argumentación sobre marcos y contextos de debate con sujeción
incondicional a la ley y sus procedimientos.
El otro día en un
restaurante vino a felicitarme, cuando se iba, un Sr. Advocat por mis artículos,
“Te sigo y suelo estar de acuerdo con lo que escribes”. Sin duda habrá habido unos
cuantos-han entrado muchos- que lo han pensado-
Este guasap me mandó mi
hermano ayer.
Excelente artículo “el magistrado particular”. Ese es mi hermano, como
el profeta Amós, que obedeció la orden “ve y profetiza contra mi pueblo” –los
profetas judíos eran los intelectuales de Israel-¡Bravo! Mi hermano vuelve a
campar por sus fueros, recién salido de las dunas.
Mantengo ahora mismo una
rica y vivísima relación con tres continentes,
lleno de proyectos, compromisos, vínculos, amistad…
La pregunta que me hago ahora es: ¿dónde pasé mi vida?
1 comentario:
Las élites cumplen su función de élites cuando sirven de guía al pueblo. Es decir: no hay mérito (aristocrático) alguno en la incomprensibilidad: para nada vale la razón en un cesto enajenada por separado de una decapitada sociedad.
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