miércoles, mayo 16, 2018

En la Rioja, Vitoria y Madrid

Con mi hija en las bodegas del Marqués de Riscal en  El Ciego- La Rioja. Al fondo el edificio (en las bodegas) de Frank Gehry, arquitecto del Guggenheim -Bilbao y el Auditorio Disney de Los Ángeles. Este edifico pese a su espectacularidad es inferior a los anteriores
Recogí a S. por la mañana en Bilbao y nos fuimos directos a La Rioja. Venía de Madrid, donde mi hijo tenía reuniones, y llegaba a la noche. Quería aprovechar para conocer bodegas.  

Hicimos algo bastante extravagante, quería comer en el Batzoki (centros recreativos, en realidad siempre únicamente bares del PNV) de Laguardia, Rioja alavesa, y lo hicimos.
Mi columna del próximo martes irá sobre esto. La extrañeza de lo vasco en Laguardia es muy notoria.
Es infinitamente  posible que jamás se haya hablado vasco en el lugar y la zona. Ni las toponimias lo inducen a especular.
Bueno, pues con todo, se mete algo euskera, que es como meter bereber en los pueblecitos del Tirol o ampurdanés en El Aiúin.
Comimos patatas a la riojana, claro, y merluza fresca, usted me dirá...
Después de visitar S y yo la bodega del Marqués de Riscal y ver videos, atravesar hoces o gargantas abiertos entre acantilados de toneles y botellas, hacer la cata de tinto y blanco -los famosos Rueda (blancos) de Valladolid son de esta bodega-, nos fuimos al bar del hotel de FranK Gehry, que es de la cadena Marriot con sede en Washington, donde no pueden ir los visitantes de la bodega, que se reserva por Internet.
Ocurre que mi hija tiene un buen enchufe en esa empresa, con origen en Washington. Y nos tomamos unas consumiciones en la  preciosa terraza del bar; parte del jardín son viñedos.
Fue un día inolvidable de lo bien que lo pasamos. Es mucho más divertida, simpática, graciosa, provocadora que lo que yo creía. Por momentos no sabía si ella era yo o yo ella.
Llegamos de noche a Vitoria, tras subir el puerto de la Herrera, que me recuerda a la Vuelta Ciclista a España, y desde donde se veía toda la Rioja. Por cierto, alcanzamos Logroño. E.ya  había llegado en el tren y nos esperaba. Nos adentramos  los tres en la noche vitoriana sin pasar por el hotel.
Los chicos tenían boda el día siguiente, el sábado a la tarde.    

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