Antes de que llegara abril ya pensaba en él y en mayo con una
suma de expectativas. Había proyectos que habrían de ejecutarse esos meses. Y
no eran pocos ni irrelevantes para mí. Alguno saldrá, de eso no tenía duda,
pero difícil era que fueran todos. Lo que ni en un solo momento pensé es
que además de consumarse hubiera logros suplementarios, en los que en absoluto
había pensado. Qué equivocado estaba.
Para ser la primera vez que era invitado con ponencia y todo
a un coloquio, resultaba que éste era internacional. Eso suponía saltarse unos
cuantos pasos. Mi amigo Manolo me
comentó que el anterior año no se había celebrado. Con lo que salió gratificado
mi pesimismo Me pareció bien, algo tenía
que fallar, pero vamos mal si es lo primero. Al poco recibí la invitación,
instrucciones para las ponencias, billetes y demás.
También estaba en trámite la propuesta de ingreso en el Instituto de Estudios Canarios. Faltaba la aprobación. Es imposible que no haya más de
uno que me vete, cavilaba. Lo que no sabría decir si eso era signo de optimismo
o pesimismo. A mí me decepciona no tener
enemigos, tenerlos no. Lo último que he ejecutado en ese terreno ha sido un grandioso golpe de estado –tengo
fama de golpista- en nuestra tertulia intelectual, pero solo con los de la tertulia virtual, no contra los
consuetudinarios makarios presenciales que son amigos míos, sino seres ignotos
para mí, cobijados en el guasap, de este tenor: algunos podemitas y otros académicos
de una solemnidad de terciopelo e incienso, alguno creo que combinaba la doble
condición. Saqué a todos los no presenciales en dos días, había empezado un
poco antes. Una limpia total, de la que
sentirse orgulloso. Al punto que ahora los makarios buenos, luego de
felicitarme por mi ingreso (con aceptación) hacían chistes de que no expulsara
a los del Instituto nada más llegar.
Esa cavilación que antepongo se producía a pesar de que
tengo el convencimiento que he hecho méritos suficientes para estar en el Instituto.
Este era un deseo de cuando entré en la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Tenerife, y pasó a ser mi gran
objetivo. Si ya estaba en uno, porqué no aspirar a la cúspide, si tengo
acreditaciones que afectan a la esencia del Instituto, a su propio nombre. Incluso
a uno de los fundadores.
Pero hace muy poco me vino a la cabeza de porqué no entrar
en la Enciclopedia Auñamendi vasca, que es otro top. Con solo Vasca Cultura
tendría que entrar. Sigo siendo vascongado, al margen que reniegue de ellos, es
una condición individual que me atañe a mí. No está a tardar el tiempo en que
quede definitivamente desinflada la realidad
cierta que esconde “identidades
colectivas”. Ninguna. Me pidieron el CV, sorprendentemente
tengo uno con el que nunca hubiera soñado –no era la ruta ni mero pensamiento
que yo tuviera marcada de adolescente o joven precisamente- y entré. Me pusieron
como “Abokatua” e inmediatamente puse el
grito en el cielo y un correo para que me
erradicaran de ese epígrafe, y les remití a mi CV. Solo faltaba que una vez
abandonado el dédalo de callejuelas opresivas, lóbregas, oscuras y fúnebres, regresara a él como si no hubiera estado en los dos lados del mundo: en las verdes praderas
y en la tierra de rocas y gravilla cenicientas y heladas. No, gracias: cubrí de
sobra mi cupo, hice todas las guardias, recobré, no, inauguré mi autoestima.
Dado que la traducción firmada de mis tres primeros libros
del Sáhara, duerme el sueño de los justos, pensé que igual otros se interesaban
por mi último libro del Sáhara, que es el mejor. También ha resultado. En el
último día del coloquio internacional y antes que iniciara mi viaje por el
Sáhara, en la despedida nocturna en una jaima, a base de tés (que ingerí),
cuando dieron las acreditaciones el mismo decano de la Facultad se letras de la Universidad de Rabat me propuso la traducción al árabe y francés, ante todos los
congregados, en lo que ya están.
Pero al margen de esta colección de bienaventuranzas he
amistado con definitivamente el saharaui más interesante y singular de todo
Marruecos –creo que es mi alter ego musulmán; muy, muy parecidos- y una joven colombiana que no es precisamente cualquiera. Como a veces
dice mi hermano, no tengo un solo amigo convencional, que no sea singular,
infrecuente y me los recita. Ha conocido a bastantes, la última vez me dijo por
los italianos –con vascongado personaje incorporado-, aunque no tan amigos, por rebote lógico. Tiene
un efecto multiplicador. Ten en cuenta que si conectas tan rápido y de esa
forma, ellos a su vez tienen sus amigos que son también similares. Misma
calaña.
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