domingo, mayo 27, 2018

Viento de cola, olas de popa


Antes de que llegara abril ya pensaba en él y en mayo con una suma de expectativas. Había proyectos que habrían de ejecutarse esos meses. Y no eran pocos ni irrelevantes para mí. Alguno saldrá, de eso no tenía duda, pero  difícil era que fueran  todos. Lo que ni en un solo momento pensé es que además de consumarse hubiera logros suplementarios, en los que en absoluto había pensado. Qué equivocado estaba.
Para ser la primera vez que era invitado con ponencia y todo a un coloquio, resultaba que éste era internacional. Eso suponía saltarse unos cuantos pasos. Mi amigo Manolo  me comentó que el anterior año no se había celebrado. Con lo que salió gratificado mi pesimismo  Me pareció bien, algo tenía que fallar, pero vamos mal si es lo primero. Al poco recibí la invitación, instrucciones para las ponencias, billetes y demás.
También estaba en trámite la propuesta de ingreso en el Instituto de Estudios Canarios. Faltaba la aprobación. Es imposible que no haya más de uno que me vete, cavilaba. Lo que no sabría decir si eso era signo de optimismo o pesimismo. A mí me decepciona  no tener enemigos, tenerlos no. Lo último que he ejecutado en ese  terreno ha sido un grandioso golpe de estado –tengo fama de golpista- en nuestra tertulia intelectual, pero solo con los de  la tertulia virtual, no contra los consuetudinarios makarios presenciales que son amigos míos, sino seres ignotos para mí, cobijados en el guasap, de este tenor: algunos podemitas y otros académicos de una solemnidad de terciopelo e incienso, alguno creo que combinaba la doble condición. Saqué a todos los no presenciales en dos días, había empezado un poco  antes. Una limpia total, de la que sentirse orgulloso. Al punto que ahora los makarios buenos, luego de felicitarme por mi ingreso (con aceptación) hacían chistes de que no expulsara a los del Instituto nada más llegar.
Esa cavilación que antepongo se producía a pesar de que tengo el convencimiento que he hecho méritos suficientes para estar en el Instituto. Este era un deseo de cuando entré en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, y pasó a ser  mi gran objetivo. Si ya estaba en uno, porqué no aspirar a la cúspide, si tengo acreditaciones que afectan a la esencia del Instituto, a su propio nombre. Incluso a uno de los fundadores.
Pero hace muy poco me vino a la cabeza de porqué no entrar en la Enciclopedia Auñamendi vasca, que es otro top. Con solo Vasca Cultura tendría que entrar. Sigo siendo vascongado, al margen que reniegue de ellos, es una condición individual que me atañe a mí. No está a tardar el tiempo en que quede definitivamente desinflada la realidad  cierta que esconde  “identidades colectivas”.  Ninguna. Me pidieron el CV, sorprendentemente tengo uno con el que nunca hubiera soñado –no era la ruta ni mero pensamiento que yo tuviera marcada de adolescente o joven precisamente- y entré. Me pusieron como “Abokatua” e inmediatamente  puse el grito en el cielo y  un correo para que me erradicaran de ese epígrafe, y les remití a mi CV. Solo faltaba que una vez abandonado el dédalo de callejuelas opresivas, lóbregas, oscuras y fúnebres,  regresara a él  como si no hubiera estado en  los dos lados del mundo: en las verdes praderas y en la tierra de rocas y gravilla cenicientas y heladas. No, gracias: cubrí de sobra mi cupo, hice todas las guardias, recobré, no, inauguré mi autoestima.
Dado que la traducción firmada de mis tres primeros libros del Sáhara, duerme el sueño de los justos, pensé que igual otros se interesaban por mi último libro del Sáhara, que es el mejor. También ha resultado. En el último día del coloquio internacional y antes que iniciara mi viaje por el Sáhara, en la despedida nocturna en una jaima, a base de tés (que ingerí), cuando dieron las acreditaciones el mismo decano de la Facultad se letras de la Universidad de Rabat me propuso la traducción al árabe y francés, ante todos los congregados, en lo que ya están.
Pero al margen de esta colección de bienaventuranzas he amistado con definitivamente el saharaui más interesante y singular de todo Marruecos –creo que es mi alter ego musulmán; muy, muy  parecidos- y una joven colombiana que  no es precisamente cualquiera. Como a veces dice mi hermano, no tengo un solo amigo convencional, que no sea singular, infrecuente y me los recita. Ha conocido a bastantes, la última vez me dijo por los italianos –con vascongado personaje incorporado-,  aunque no tan amigos, por rebote lógico. Tiene un efecto multiplicador. Ten en cuenta que si conectas tan rápido y de esa forma, ellos a su vez tienen sus amigos que son también similares. Misma calaña. 


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