jueves, marzo 22, 2018

Viaje por el Sáhara, congreso internacional y Casablanca

Dahkla arriba, Casablanca abajo 
 Ciertamente estoy a las puertas de una gran  experiencia vital: asistir  a un congreso  internacional en país extranjero, con  profesores de La Sorbona (ya contaré más) entre otros (iba de joven  a aquella universidad emplazada en el Barrio Latino, tras  los rastros del mayo/68  sin encontrar ninguno, pero sí cerca), y provisto de ponencia propia. Para alguien  que ha tenido un relación  tan  agraz, enfrentada  e imposible con la universidad resulta -otra paradoja en mi vida-  que mis libros que no lee nadie (no son para cualquiera) estén en tantas universidades nacionales y extranjeras.  Se celebra  el congreso en Tarfaya (Marruecos) y vamos un ínfimo cuerpo expedicionario de Las Palmas, amigos míos, sector universidad.
Si esto ya es seguro, tan o casi es que después, a la semana siguiente,  me recorra el Sáhara prácticamente  entero. Visita a Smara al  este, tierra adentro, del territorio del Sáhara, la ciudad del santón  Ma el Ainin, lo que no deja de producirme cierta emoción. Y luego a Dahkla que está al sur, la antigua Villa Cisneros. En todo momento creo que con contactos con autoridades. O sea que voy a conocer el Sáhara en sus vértices más definitorios. No sé cómo aguantaré todo. Soy una persona lastrada por toda suerte de carencias, no me gusta casi nada. No me interesa nada  la artesanía, tampoco el folclore, determinadas gastronomías (no pienso probar nada del camello), ni la naturaleza, tampoco la etnografía si no es leída en casa tranquilo. Acabo de pensar que  igual sí los panderos y timbales, pífanos y tambores por su embrujo, arrebato y salvajismo. Tampoco soy muy amigo de las conversaciones intelectuales y políticas, siempre me aburro, entonces  relincho y las tengo que sabotear, o introducir constantes distorsiones. También  puede pasar que me rinda  extasiado a todo. De mi no se puede esperar casi nada normal.
A diario durante el congreso nos  desplazaremos de El Aaiún a Tarfaya, tras la antigua frontera colonial. Sigo. De  Dahkla, sur del Sáhara, al norte, a Casablanca en avión, donde es posible -en ello andan- una presentación de mi último libro del Sáhara, que la haría mi prologuista colombiana.  Esto tiene que ser un puntazo. Da la casualidad que Casablanca era la ciudad que  me apetecía conocer antes que las monumentales turísticas.
Tengo ticket de vuelta por Málaga, por lo que me pasaría por Mijas. He mirado en internet Dahkla, y mucho kitesurf y surferos. Hay hoteles, por lo que habrá cervezas.
Fer y Rosita se van 16 días a Tucson, Arizona, que me encantó.  E. está en  Kiev de nuevo. Yo estaré en Marruecos del 7 al 19. Y ustedes me imagino que por donde siempre. 


1 comentario:

Jesús M. Pérez dijo...

Qué lujo de viaje... Si no me hubiera pillado trabajando en Madrid te habría dicho de ir de secretario o algo.