viernes, diciembre 02, 2016

Votaciones, podemitas y laboralistas

Ayer subí  a  votar a la Real Sociedad  Económica  de  Amigos del País. Estaba la exdecana en la mesa de votaciones, no la reconocí y me  disculpé torpemente. Me llamaron de las dos candidaturas para  el voto. Cogí una  de cada y me  metí  en la cabina donde se preserva el secreto. Conocía mi apellido el presidente de la mesa. Otra sorpresa. He pasado por Lemus y dos libros: los de arriba y abajo.
Justo al salir, correo de mi hijo desde Panamá. Que ya había quedado con su primer jefe de Madrid, que vive allí desde hace años, y para quien trabajó en su consultoría terminando la carrera, con él viajó a  Bilbao  y Alicante por actos que celebraban y   se llevaba muy bien.
Desde que se fue del Banco Mundial, y con el IRI viajó a Paraguay, donde quedó con su  amiga paraguaya de Georgetown, que vive en Londres y su pareja, un sirio. En Bucarest con un compañero de Políticas de la Complu, ahora diplomático rumano y portavoz del Ministro de Asuntos Exteriores,  y en Yakarta con una amiga catalán de Instituto de Estudios Políticos de París.
No sabía que mantuviera tantas amistades, conozco a muchos de sus amigos, a la de Yakarta, aunque no estuvo en su boda, también. Mantuvimos una conversa memorable, por simpática, que suele ser característica común de ellos.
Sé que en Políticas mi hijo  se mantenía al margen de la piara; en la granja de Políticas Somosaguas ya mandaban los puercos. El después diplomático rumano que llegó a España para el instituto; según mi hijo, en segundo de carrera ya hablaba mejor español que cerdos y asnos. Según deduzco, la disidencia al futuro rebuzno podemita, hizo reconocerse a la minoría disidente  ante las cobardes y ominosas mayorías.  Un rumano llega vacunado contra el comunismo.
Los de Podemos son hijos de burgueses, que han saltado de las asambleas de Facultad al Parlamento. Han sido los únicos en el mundo en  hacerlo, y sin trabajar ninguno, sino a base  de becas en almoneda y doctorados de rastro. No hay un caso igual, sin tampoco Sierra Maestra, cárceles, exilio, detenciones… Es lo más singular que  ha ocurrido en política comparada en España.
Peroré en el Oliver, tras convenir en que ninguna revolución la hacían las masas. Ex doctor Harris decía que siempre habían sido minorías muy activas. Yo señalé varias cosas, una, que los revolucionarios siempre en todos los lugares y épocas eran hijos de la burguesía, universitarios  intelectuales que arrastraban a los demás, siempre y con mucha contumacia   al precipicio. Las clases bajas bastante tienen con sobrevivir.  Lo ha estudiado en hispanoamérica  Enrique  Krauze y muchos más. Podían  ser también de la alta burguesía como Regis Debray, el compañero del Che en  Cochabamba. Como corolario a mi viejo mundo del que desaparecí, como si nunca hubiera estado en él, esto que  sigue.
En España estos hijos burgueses, si  tenían inquietudes intelectuales y “transformadoras-mundo mejor rápido” se hacían revolucionarios por los libros y el conflicto generacional anti burgués de negar el mundo de los padres (incluso a estos)  y lo establecido. Era un proceso dialéctico de tesis- antítesis. Pero hubo una excepción al menos en España, que son los laboralistas. Estos no son revolucionarios sino hombres de ley  (y orden) y obreristas, es decir que se identifican no con teorías, sino con cristos humillados, cuyo amor  y  compromiso  les hiciera más  puros: de una singular dignidad. De manera espectacular se han tirado la vida entera en la pontificación de su propio ejemplo.   Persiguieron superar a sus padres en los valores sociales inculcados, bondad y mejores sentimientos.  Fueron extremistas, sí, aunque de  padres, pero por intensificación idealista de  ellos, de sus  valores sociales burgueses exhibidos. Tienen en común la exhibición social.  Ese fue su centro/eje moral: el exterior su oportunidad para lograrlo, pero  para ellos: imagen propia y proyectada. Siempre han actuado y procedido como artistas. El espectáculo no les es ajeno.    Le preguntan a ese ser humano de Carmena por Fidel, y dijo como si estuviera en  los años   60, que "luchó por un mundo más justo". Como ella, aunque con  riesgo  de verdad.  Ellos, su romo  compromiso, fantasías e idealizaciones,  su subjetividad se antepone al mundo, al dolor real del mundo. Para ellos  no hay historia ni realidad, tan solo su propia subjetividad, la imagen que se han  construido de sí mismos,  y no hay, porque ceden, no cuentan miles de fusilamientos,  dos millones y medio de exiliados de 11, persecución enfermiza de homosexuales, hambre, opresión, humillación…  por una sola razón: porque estos sectarios narcisistas están  siempre antes. El mundo exterior,  la realidad son ocasiones  para  que sus fantasías de ejemplaridad y moralidad reviertan en ellos.  Por eso son básicamente  tan ridículos-
Son gente que  ahora se tambalea fuera del mundo que  imaginaron solo por y para ellos,  la edad no les acompaña.


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