Casi terminada, acopio de Las Arenas
Tal vez lleve 50 horas
haciendo delgadas tiras verticales de expedientes. La protección de
datos. Son papeles, algunos recuerdos difusos, lo negativo pesa más que lo
positivo. Es un mundo de prevalencia negativa, diversos los motivos, yo
ahora me ocupo de seccionar papeles finamente. Desinterés total, alegría íntima, goodbye Lenin,
pero la ley es la ley, aunque a la protección de datos hay que verla como un chistecillo absurdo en un mundo que
se afana en ir en dirección
contraria gracias a Instagram, Facebook, google+, twitter y tantas
ventanas y puertas abiertas al mundo. El
estado protege mientras la ciudadanía se expone. Yo soy partidario de la exposición total. Es la muestra más rotunda de indiferencia ante el prójimo,
que al menos lo capta. El ciudadano actual, abstemio de religiones e ideologías,
se siente solo e intrascendente, apenas hay
vida social, y quiere dar testimonio de sí,
de su día a día y alegrías, de lo que hace; ser y tener
importancia para los demás. Los
legisladores y jueces necesitan
inventarse derechos y gestionarlos
¿a qué no se atreven a poner la protección
de datos en instagram o Facebook?
No pensaba que había llevado tantos casos particulares. Ni
uno solo te hace sonreír. Hace unos pocos años descubrí que la vida no vale, no es tal, sin adversidad, incomodidad, tropiezos, frustración ya que eso es precisamente lo que la dignifica, o te dignifica. Como
dicen ahora los políticos: la pone en
valor. Lo que te hace haber sido
sujeto de vida real, común, mortal,
continente de sangre, sudor y
lágrimas sin melodramas, pero sí simbólicamente. Es todo lo que tengo que
agradecer al mundo del derecho y la
justicia. Siempre me sentí convidado
(en lo
mejor) o intruso (en lo peor). A otros igual debo más.
Como esperamos a varios invitados para fiestas, estamos de
arreglos y gentes operativas. Yo durante más de tres horas hago añicos -con toda su carga metafórica- a historias y personajes que se cruzaron en mi
vida. Había superado la tercera hora, ni descanso ni levanto la vista: solo manejo las manos, con fuerza, determinación,
destreza, maquinalmente, cuando he oído un golpe y voces. XY se
había lanzado de lo alto de una
escalera -tentaba mucho a la suerte con acrobacias impropias de la edad
y otros condicionantes- tratando de amputar una rama. Menos
mal que entre los operarios había entendidos, sangraba de la
cabeza, cuando iba ir a urgencias, me dijeron
que no era preciso, pero que no se
durmiera, como era al mediodía e XY
yacía en el suelo entre toallas y hielos, nos hemos
puesto a tomar cervezas. XY incluso ha abandonado su postración literal, se ha levantado sola, con sangre aún en las manos, se ha sentado y ha pedido una
cerveza para sí. Éramos 6 y 5 ya íbamos por la segunda o tercera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario