miércoles, diciembre 14, 2016

Ante una gran tribuna nacional de radio

Comenzó la semana bien con el elogio de Manolo Vidal a mi último libro del Sáhara y el correo de una periodista muy  conocida  para intervenir  en la gran  tribuna radiofónica, que  es una emisora con el mejor  programa  de temas  tratados en profundidad. Me iban  a  entrevistar esta tarde y esta mañana me han comunicado que si no me  importaba el  jueves. Ha sido gracias  a mi hijo  -les habló de mi (favorablemente)- que lo escucha por internet  desde Washington, ahora los domingos, y tuitea con esa periodista.
Mi entrevista será  sobre  el declive de los sindicatos en España y  Europa y  también  sobre mi libro  Las ruinas del sindicalismo. Cuando  estaba volcado en el nuevo  parto del  Sáhara, y  el  aval  de Manolo era importante, aparece todavía respirando mi anterior libro sobre sindicalismo, en el lugar, tribuna, más apetecible del país. El  programa corre a cargo de dos grandes periodistas (e intelectuales, basta leerles) provenientes de  la izquierda, que se deben  turnar en las preguntas. Pensando en esos  dos periodistas, (ella  es de políticas y  él  economista, no sé si  sociólogos también), dado el nivel que tienen, empecé ayer por la  mañana a escribir unas notas –la entrevista  quedará en  internet  para los restos junto al  elenco de invitados de lujo-  y volver  a mirar el  libro. Van muchos  catedráticos (intelectuales  muy conocidos algunos) y otros sabios (el  Niño estuvo, cómo no).
He empezado a escribir esas notas y he descubierto más  desarrollos  del libro (que jamás haré) desde  el punto de vista de la simbolización y el imaginario.  Aunque no sirva,  o quizá un poco sí –porque sí erosiono: escribo  y también actúo y revuelvo- tengo  la más absoluta certeza  que no ha  habido en este país  una reflexión crítica tan honda, novedosa, rica, rupturista epistemológicamente y radical sobre el sindicalismo  y el laboralismo, como  la  hecha por mí. Lo que pasa es que entre ese mundo y yo no nos separa solo un idioma sino el alfabeto, o más: la distancia  que hay entre los pictogramas anteriores a la escritura cuneiforme y el creole. En el conjunto del obrerismo (laboralistas y sindicalistas) no tuve ni oí  una sola conversación de mínimo  fuste, ni vi pasar o hablar de un libro en décadas. Todo giraba en  torno a un maniqueísmo vergonzoso, de sobrentendidos de gente cursi o plana y algún afectado sobrado de cosmos en su miniatura esencial, con un huevo en la nariz y la cara blanca si no recuerdo mal, que era mi amigo  Virgil.
 La  entrevista de  media hora será emitida el domingo por la tarde y se oye en internet, hasta en Washington. Ya informaré.  


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