Hace ni recuerdo cuanto que no voy a ningún acto, no me
interesa ninguno. Hace unos años iba a
unas presentaciones de la serie Z, a las que llegaba a última hora. El nivel
era minero.
Ayer atendiendo a la invitación de Lemus acudí a la
presentación del Sáhara Occidental 40 después.
Fui con otra disposición, como si fueran actos a los que tenía que ir, porque
me atañían. Me senté detrás de unas saharauis ataviadas de sus melfas, acompañadas por algunos
simpatizantes nativos. Luego estaban los
clásicos polisarios mayores. Cuando vi las saharauis, me dije, no voy a decir
nada que pueda molestarlas. Bastante tienen con sus emigraciones. Nadie nunca
me ha oído decir sudacas, machupichus y tampoco moros, jamás; hace muy pocos
años he descubierto que está bien dicho, pero ya no me sale.
Lo cierto es que fui muy fotografiado, entre melfas, aplaudiendo (lo he buscado pero no lo ha encontrado), lo que podría valerme
caer del listado de invitados del Consulado de Marruecos.
Habló la presidenta de la insobornable "asociación de amigos", de formas
muy esbeltas, mujer tipo novia ideal lista. Ese tipo de mujeres a las que les
gustan los jugadores de baloncesto porque les encuentran sanos, nobles, atentos y trabajadores, domésticamente, de compañía. Ella
estuvo racional, y los profesores del trabajo –son muchos los del libro- de Canarias estuvieron muy bien, como el
libro. Una no tenía ni 30 años (currículo como mi hijo pero en peores sitios.
Aunque afincada en la universidad) el otro tenía un currículo como mi blog y un montón de cruces y medallas universitarias.
Dijo la novia que había sido citado en un trabajo de un francés, yo en uno de
un anglo.
Estuvo realmente bien. Pensaba felicitarles por el libro,
decirles que lo había leído, compararlo con los dos anteriores publicados en España (más de lo mismo) De Pablo-Ignacio
Dalmases y el de José Luis Rodriguuez (este es
profesor), que suponía una ruptura epistemológica, un nuevo horizonte de
comprensión, dinámico por fin, de la nuevas ideas y valiosos conceptos que se
aportan, que era una suerte que se hablara de 40 años después como reza el
título y no del metarrelato, que ya estaba bien de tratadistas militares (y
paramilitares, basta leer algún título), periodistas, novelistas... Yo siempre he sido fanático de la no asistencia a la universidad, pero sí soy partidario de leer trabajos
académicos, de investigación, del conocimiento.
Eché en falta a la recua o patulea de los activistas, esos
ignaros radicales que son capaces de votar en Facebook a dos artículos de mi
periódico de un columnista que sancionaba que España era la potencia administradora.
Aquí tenía acabado este post.
Y me puse a terminar este libro del Sáhara y resulta que el
último trabajo del libro, sobre Canarias/ Sáhara, es del profesor de ayer.
ASOMBRO DESCOMUNAL
Hace unos días casualmente escribía lo refractarias que eran
las universidades canarias a mis libros
del Sáhara.
El profesor de ayer
escribe esto, leído hace 10 minutos
“En ciertos casos llama la atención el tono militante
(adjudicado en exclusiva a las ACAPS
–pro-saharauis) con una relectura de la
historia del Sáhara Occidental y de su ocupación neolocolonial en claves promarroquíes”.
Solo puedo ser yo, evidentemente
Ayer que quise felicitarles pero se cerró el acto y
empezaron a firmar libros (pocos) y me fui, pensaba referirme al metarrelato,
por lo que hubiera sido identificado de inmediato
“Jose -como te llamaron- ¿te parece mal que haya relecturas
de algo? Y me podías haber citado en el
libro. Yo lo pienso hacer en mi siguiente”.
Un periódico argelino me considera del lobby promarroquí,
que este profesor ecuánime y objetivo
(lo que es verdad) sin embargo niega.
Pensaba terminar diciendo que con los enfoques y actitud de este libro, seguro que se contribuía a buscar una salida al conflicto. Si la hubiere.
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