Mi ninguneo, no se circunscribe al ámbito laboral como es
más que notorio en el sector, desde hace ya tiempo. Ahora también afecta a la
universidad canaria, lo que tiene muchísimo más mérito, al carecer de toda
relación con ella. (Que sea la USO Canarias y sus abogadas también es de
mérito, no quiero ser injusto -mañana nuevamente al Colegio de Abogados, no voy
a cejar). Y es por culpa del Sáhara.
Como escribía ayer se me alude en un libro, se me comenta y se sacan
conclusiones variadas sin citarme. Son
ninguneos de definición, de una pureza extraordinaria, como los diamantes de
Amberes.
Retomo lo de ayer
“Sáhara occidental, 40 años después”, pág 306
“En ciertos casos llama la atención el tono militante
(adjudicado en exclusiva a las ACAPS
–pro-saharauis, canarias) con una
relectura de la historia del Sáhara Occidental y de su ocupación neocolonial en
claves promarroquíes”. Solo puedo ser yo, evidentemente.
Pero resulta que sigue así: “En esta misma línea se ha utilizado
de manera burda la amenaza del terrorismo (yihadista)”·
Qué es eso de “en esta misma línea”, yo no he aventurado
nada parecido. Me conocen, pero mis libros del Sáhara no están en las
universidades canarias. Censurado, como si estuviéramos en Gaza, Cisjordania
(soy gay, profesor) o Tinduf.
El que me alude sin citarme -he visto su ficha de la
Universidad- tiene méritos básicos de
profesor. Ya solo faltaba que yo tuviera más que él. Es especialista en
Palestina-Israel. A lo que hay que añadir el Sáhara, además es de ascendencia
árabe. Un tipo de estos ¿dónde podrían sacar
una publicación de 45 páginas exactas y
unas perrillas?. Evidentemente en el frente Vasco. Los vasquitos reciben a todos
estos como héroes. Es el gran bastión desde hace, vamos para tres siglos de la negación de
la democracia liberal. Son de consejos revolucionarios, comités de vigilancia
vecinal, frentes de liberación…y antes, de sacristías y confesonarios. Llegan a soportar la libertad. En todos los ámbitos donde se desarrolla la
vida de nuestro querido profesor y compañía siempre
están con las mayorías sin una sola excepción. No sé cómo se las arreglan.
Tienen esa suerte.
Lo que me gusta de estos verdaderos refugiados (en la retaguardia de la juventud siempre renovada:
la universidad), es la relación de todo el dinero público que reciben como funcionarios,
trabajos, investigaciones y los resultados de todo ello. No hay otra profesión
en que la ratio recursos gastados y resultados sea tan paupérrima y suprimible.
Logran a lo largo de la carrera hacer
menguados aportes cuantitativos, extraer algún dato que no había y balbucear
una conclusión o una tesis escuálida y enfermiza. Hacen como informes. O reportajes. El trabajo además, lo que yo consulto, se lo
hacen los doctorandos. Están acostumbrados a vivir del cuento.
Sospecho que mi relectura, tiene más interés, que soy más
original, novedoso, que hago aportaciones no cuantitativas sino cualitativas, que
tengo pensamiento personal y observo una actitud crítica y analítica, de un poco más alcance y profundidad. Lo mío
sí tiene mucho más interés, por eso se me censura. Mis libros del
Sáhara están en la Complutense, la Pompeu Fabra
de Bracelona, la UNED, la biblioteca islámica de AECID y en algún otro
sitio. Yo no excavo datos. Ni los corono con precipitados y derivados
consecuentes.
¿Profesor Jose, me puedes decir que relecturas me están permitidas
y cuáles no? Las tres páginas del libro
coral que te corresponden del “Sáhara occidental, 40 años después”, no están
mal. Si fueras conserje serías correcto nomás.
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