Por fin mi hermano ha logrado meter a su golem Atroz en
cintura. Según me ha confesado se logra por compunción. Cuanto más compungido
se pone, más se desinfla el golem Atroz, se acurruca y achica, y desiste de la
usurpación y del poder que puede ejercer sobre mi propio hermano. Debe ser similar a la disociación o escisión del “yo”
del esquizofrénico. Éste se resiste a la
toma de la medicación que podría evitar su crisis rupturista, por no desechar
su experiencia más propia y única de su identidad, precisamente la escisión, la
ruptura con una vida ramplona. Por eso puede querer no tomarla tan pronto se
anuncian los primeros síntomas disociativos.
Ocurre que mi hermano y Atroz no son dos en uno, el
manifiesto y el hostigador subversivo. Como judío que es, por obra de su madre
y Julián Marías, es evidente que es un golem, que él ha recreado, para hacerle vivir tareas incómodas y ásperas
pero muy espontáneas, ocupando lo que puede reconocerse como una posición
vicarial. El golem no está en mi hermano, pero si lo ha creado previendo o no,
que podía ser dominado y suplantado por él, conforme los mejores frutos de aquella fecundidad
imaginativa y creadora del judaísmo oriental del S XVIII, cuando brota el
hasidismo y el golem toma carta de naturaleza.
Hemos acampado en el Colegio de los Sres Advocats. Uno
conocido, creo que también socialista, se me ha acercado para decirme “leo tus
artículos, leo tus artículos” dos veces, y a ver si era vasco. Vasco, no:
Vascongado. No tengo ni DNI y le he mostrado mi pasaporte. Como tampoco tengo
reloj, estaba todo el rato mirando el móvil, mientras mi imprescindible hermano
trabajaba para mí como un semoviente, que lo tengo con hora peninsular. Se me
puso cuando estuve allí, pero sin descontar la hora preceptiva. Estábamos en
termini y me dice mi hermano, son las
dos. No, serán las tres. Ah sí. Pues un
vino.
Estando en la rueda
del Colegio, se acerca una corporativa gafudita y nos pide silencio por
mi hermano, como si fuese una madre, una fan, una rendida a los frikis, grupi o
ansiosa. El hermano estaba informatizado,
yo hablaba con Alexander que casualmente estaba allí, faltaban los camareros
del Oliver. No te preocupes por sus condiciones de trabajo, que es mi
hermano pequeño y yo estoy por encima de
él, o sea que a mí no me va a montar ningún pollo. ¿Entendés? También he
hablado con el argentino de la corporación. Encantador, como todos los
extranjeros.
Preanuncio que a
pesar de mi asueto colegial, vamos a interactuar con intensidad dentro de unos
días, the Corporation and myself.
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