Criterios
JOSÉ MARÍA LIZUNDIA
Mercedes Pinto tras Hannah Arendt
Hannah Arendt contrapuso a su ex-amante Heidegger y su "ser para la muerte" la natalidad, el renacer, el nuevo comienzo. Mercedes Pinto desarrolló esa fuerza vital de manera empírica. Tras un matrimonio con un paranoico que la tortura, y tres hijos (por cuya herencia teme), contraerá nuevo matrimonio y tendrá dos hijos más. Una mujer que a la vez acomete un sinfín de actividades. Nacen hijos, pero ella siempre renace y siempre comienza, nomadea.
Si hay alguien irrepetible en la literatura canaria es Mercedes Pinto. Tampoco nadie tan cosmopolita -ni siquiera María Rosa Alonso- y que se desenvolviera entre tantos saberes y disciplinas, siendo además autodidacta. No se conformó con ser poeta, dramaturga, novelista y periodista. Lo podía haber hecho; a fin de cuentas es lo que hacen los literatos. Se interesó por el pensamiento, también por el psiquiátrico para desentrañar a su primer marido y denunciar la discriminación sexual y falta de libertad, lo que le valió el exilio. No sin antes transgredir todas las convenciones sociales. Y noveló sobre ella, tuvo ese valor, que fue en todo.
Una de sus novelas llevó al cine Buñuel.
Su convivencia con la paranoia marital y su reflexión atrajeron el
interés del psicoanalista Jacques Lacan, uno de los pocos que se
sumergió en el estudió de esa patología. Autor que apreció el método
paranoico crítico de Dalí. La genialidad se encadena. Pinto estaba
avezada en distintas disciplinas: pedagogía, sexualidad, psicología,
sociología, feminismo, pero más en el contacto con espíritu y alma. Fue
muchas veces a la universidad, pero como conferenciante y a otras muchas
tribunas de América Latina. Aunó compromiso social y político; con
consultorios sentimentales atendió zozobras del alma y la vida,
defensora de los judíos, como reformadora, colaboró con distintos
Gobiernos.
Pinto tuvo en común con otra de las
grandes intelectuales canarias, como es María Rosa Alonso, de entrada su
cosmopolitismo -vivió en Venezuela y fue una gran viajera, que se reía
de Pérez Minik por ser cosmopolita sedentario-; Mercedes residió en
Uruguay, Chile, Cuba y México. Ambas trataron a Ortega y Gasset; Alonso,
a la Escuela de Madrid; Pinto, a Unamuno, Marañón y otras autoridades
científicas, así como escritores: Alfonso Reyes, Carmen de Burgos, Juana
Ibarbourou.
Estas grandes intelectuales canarias no
caen de hinojos ante las vanguardias, su esteticismo y utopías, como los
de Gaceta de Arte, tampoco subestimaron el pensamiento español. La
defensa realizada por Pinto de los judíos está reconocida con un bosque
plantado en su honor en Jerusalén.