miércoles, abril 27, 2016

Mi libro ya viene en camino

He perdido mi base de datos entera. Esto he encontrado en el portátil de XY
De momento va todo  muy bien encauzado. He tenido contactos y tomado decisiones estratégicas.  Uno no puede dejar de hacer  (o no intentar) lo que de él depende.  Como persona vinculada al periodismo y la literatura, o a la crítica y el análisis, no podía desperdiciar un caso irrepetible, tan denso y ramificado. Había que hacerlo todo lo mejor posible, con ganas. Es imposible que se diera en la misma persona todas las condiciones para aprovechar la excepcionalidad en las variantes que dieran de sí mi asunto, que he hecho sea del sector.
Sé desde hace mucho tiempo que nuestros actos y posiciones carecen de cualquier influjo. Jamás descubriremos nada a nadie. Entonces ¿por qué hacerlo? Solo hay un motivo: que los que sean parecidos a nosotros y vengan detrás  sepan que no están solos, que hay que hacer solamente lo que hay que hacer. Es coger el testigo, nada más. Ese testigo no va alcanzar ninguna meta, incluso no tiene meta, lo que no debe es caer. Pura intransitividad. Estilo. Identidad.
Que es muchísimo. Es cuando hacemos de   lo necesario  la máxima libertad. Nunca un oxímoron es tan ineludible.
Una de las características de los medios más conservadores, es su incapacidad absoluta para detectar diferencias, al punto que ni lo excepcional, vario, y además  encadenado sea algo que suponga algún contraste, o impulso a la comparación, el asombro o la crítica. Todo ha de ser más o menos normal, amorfo, chato, vicisitud necesaria, acontecimiento sistemático, acompasado. Esas son las virtudes que cultivan: las más cálidas, domésticas y flotantes. Por eso les resulta todo tan fácil. No son nada exigentes,  pero porque  no pueden serlo.

Pertenezco a un medio tan conservador que tiene todos sus dispositivos mentales  adaptados a lo transaccional, disolvente, pragmático y satisfactorio  o instrumental.  Aquí la realidad es tributaria de la mentalidad. No nos engañemos. La mentalidad no solo determina la subsunción de la realidad por prescripciones (de luz solar cenital), que solo acotarían una pequeña porción de aquella -lo más instrumental-, sino también por los dispositivos  centrípetos de las zonas de mayor confort social o socioprofesional. ¿No se me entiende? Pues no voy a poner ejemplos, ni desmenuzar nada.
Seré el profesional que  más haya trabajado su despedida, a mí no me dan. Yo soy el que  da, incluso de manera –espero- inolvidable. No para mí, yo lo que quiero es olvidar. En el mundo ultraconservador jamás se aprecian diferencias, pero porque no interesa, no porque no se vean. Amisté con gente que hizo que mi vida fuera mucho más agradable y mejor. Se fueron, y dejaron nombres e iniciales C, P, MT, J, J, E, N…
Ahora se están haciendo unos cócteles mortales, unas sumas infernales.



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