sábado, agosto 01, 2015

Ya estoy solo y sin mi hermano

Ya estoy solo. Mi hermana se ha ido a Mundaka. He andado más de 2 horas está mañana tras llevarle a XY al aeropuerto y poner después la música a todo volumen. He comido unos pintxos y me he dedicado a mirar a la gente. Un viejo ha preguntado  a que hora se habían hecho los pintxos de tortilla. La chica le ha respondido que a las 8:30. Debía ser buena hora porque se ha zampado uno. Estaba solo y han entrado a la vez 2 ó 3 felices (uno el de la tortilla), esos que solo ven goces en cada acto de sus vidas, que a mí  me revientan.
Hoy le echado en falta a mi hermano y se lo he comunicado, me ha respondido que se lo  podía haber  dicho antes. No es lo mismo ir a los bares solo que acompañado, solo es muy aburrido. La gente como objeto de contemplación carece de alicientes, salvo algo extraordinario, que nunca ocurre y si ocurre es por lo que lo has provocado tú, que es mi único hobby,  pero al no tener público afecto tampoco hago nada y llevo un régimen poco recomendable.
Mañana tengo planning que he decidido saltármelo. Tenemos una huerta en Mundaka en uno de los mejores sitios, en el saliente al mar entre el pueblo y Bermeo con vistas arrolladoras. Al parecer segunda y tercera y cuarta generación de mi familia la han redescubierto hace años y hacen todo tipo de celebraciones: pseudo boda de mi sobrino (se hicieron pareja de hecho municipal: los vascongads actuales tienen  miedo acervo al matrimonio y están traumatizados) de más 100 amigos, tienen cultivos y organizan comidas con consuegros y niños. Estos picinic no son lo mío. Es lo más detestable en el ancho mundo para mí. No hay cosa que más abomine. Han hecho una barbacoa de obra. Hace unos años me llevaron, qué maravilla, que gozadera, que suerte y yo respondía que no me gustaba nada estar allí, ni diez minutos. Pero mira las vistas, no puede ser, claro que lo es, vámonos.
Había domingos en verano que había que ir a comer a la puta  huerta, que ha hecho y hace tan felices a generaciones, y a mí me sacaba de quicio.
Mi padre se lo pasaba en grande. Obvia observar que  no me  parezco nada a él, salvo juerguista. También lo dio por los cultivos y frutales como a parte de su descendencia. Todavía más fanáticos. Las aficiones de mi padre ninguna duraba mucho.
Un día me dijo mi madre que fuera con mis amigos a recoger tomates, fuimos con varios cestos.
Un amigo de mi padre que había sido capitán de barco, tenía mucha gracia y mi padre contó una historia de Aldecoa, que yo siempre que me lo encontraba se la hacía contar. Con el tiempo empezó a abreviar la historia, por tanto el original ahora es mío. Se refería a los andaluces como  “los andaluseros”, eso ya para empezar. Iba mucho a Huelva- Inglaterra.
En el puerto de Huelva, oyó esta conversación o se la inventó  o que se yo, que mis amigos y yo la repetimos hasta la saciedad, sobre todo con la ocasión del encargo de la huerta-

  • Que dise el inglé-
  • Que yeverygüe (Yes very well)
  • Que quiere desir
  • Que va averiguá
  • ¿Qué va a averiguá?
  • Que quién es el hijo puta que me ha dado un tomataso.
El kilómetro y pico que hay al pueblo, nos pasamos con esta conversa y lanzándonos tomatasos de verdad, a dar y sin parar

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