jueves, agosto 13, 2015

Ceuta, suceso y observaciones

Mi situación al de 10 minutos de dejar mis cosas en el hostal pudo variar mucho; fui a la parte alta de la ciudad de donde se ve  todo el golfo de Castillejos, seguí carretera arriba hasta que reconocí el barrio donde me dijeron se ruedan algunas localizaciones de la serie El Príncipe, pero que no es el famoso Príncipe. Dentro  se alza un minarete y se ve la parte alta de la mezquita. Me metí por una calle de coches aparcados pero en la que no se veía un alma y que era claramente muslim y me desvié por unas  escaleras y barandilla en el medio, las perpendiculares eran callejuelas muy angostas y se veía algunos arcos y absolutamente  a nadie a pesar de que fueran las 6 de la tarde. Alcanzo la mezquita, pone comunidad islámica y un nombre en árabe. Me doy la vuelta para regresar, y veo a un joven que me está esperando en la esquina de una callejuela, porque no está haciendo nada y disimula muy poco. Veo peligro, porque no estaba un momento antes y porque se sigue sin ver un alma. Aquí ha de pasar algo, que no parece me vaya a favorecer. La cosa se complica cuando veo subir corriendo a otro más joven hacia mí. Algo me van hacer. Ellos ni se dicen nada. Sigo bajando hacia ellos, sin saber que voy hacer cuando ellos actúen.
Me ha contado la gente que ha tenido un accidente que como en su experiencia en ese momento  uno  toma conciencia de que es él al que  le está pasando. El que sube corriendo hace un movimiento raro y me dice hola, yo contesto con otro hola. De reojo me parece que ahora los dos están hablando. Al final de la calle hay una chica, que tampoco estaba un momento antes, sentada en el último peldaño, inmediatamente pienso que  está  vigilando la calle de coches, pero que no es nada transitada. Cojo el móvil y hago que  llamo, miro de reojo si me siguen, ya estoy en la calle de coches. Justo en ese momento la megafonía del almuédano  transmite los rezos del muecín. No entiendo porque no me han atracado, que les ha hecho desistir en el último momento. En el momento de peligro de coincidencia de los tres, ni he pensado en el atraco, sino en que algo me iban hacer.
Ha sido todo muy rápido, una encerrona, me he sentido totalmente vulnerable, no había comido nada, además y en ningún momento he pensado que iba  hacer yo, tampoco ellos sabían por cómo se han quedado sin la pieza. Por cierto, llevaba dinero. Si resulta claro que se han dado cuenta que yo había percibido el peligro. Lo estuve  a todo dar vueltas, a porqué no habían  actuado y la conclusión que es que han dudado de quien podía ser y sobre todo  que han dudado demasiado, quizá la sorpresa y no han  sabido resolver. Creo que se dieran cuenta de que había captado el peligro y  el que siguiera adelante influyó.
No tenían ninguna actitud de quererme ofrecer droga, ni nada como me  aventuró Rosana ayer.
Ceuta por lo demás encantadora. Me tomo un jugo de naranja que parece una mariconada, necesito vitaminas, la noche anterior Serena y yo en el porche de su casa dimos cuenta de dos botellas de vino magnífico. Los pájaros me habían despertado muy temprano, siempre el mismo jolgorio matutino en el árbol.
Ceuta tiene unos edificios singulares y  señoriales, de diferentes estilos. Se evidencia el crimen urbanístico que cometieron  en el centro, las grandes y bellas edificaciones dicen mucho de la ciudad, que tuvo una burguesía mercantil, comercial importante, también muy altos funcionarios civiles y militares  e intermedios con sus pluses de residencia y ventajas, más profesionales, pequeños comerciantes, ultramarinos, estibadores.
El fuerte militar es una verdadera joya y ver como por el foso atraviesan  embarcaciones, es como una película.
Hay tías muy buenas tanto  jovencitas como madres recientes. En cuatro ocasiones tuve que volverme dada la espectacularidad y dado que si se pierde el deseo estás muerto, hay que ser viejo verde; ya  lo dijo Jaroslav Seifert que fue premio nobel de literatura, que lo hacía, claro.
Deben saber las feministas  que nada induce a pensar que la hijab o pañuelo sea  algo coactivo y humillante, sino como dicen quienes lo justifican, sí parece signo de dignidad y autoestima, me cruce con  chicas, muy monas muchas y nada hacía pensar que se sintieran marcadas y obligadas. Algunas me miran con normalidad porque yo las miro, no bajan la mirada al suelo, por ejemplo. Y en el tranbordador una que se dio cuenta que la estuve mirando cuando se levantó me miró para constatar claramente mi grado de afección.
Se habla mucho árabe y también entre los jóvenes y eso que son bilingües. Habibi llevaba a una adolescente sobre el hombro de él,   cabeza de ella colgando detrás, piernas delante, como en el Rapto de las Sabinas.  Jugaban al dominio/ entrega. “Me haces daño (con una cara de sufrir mucho….y no tener  noción ninguna de coqueteo) en el estómago”,….  pero síguemelo haciendo. Nadie les dijo nada.
Estoy escribiendo en la cama del hostal porque no hay ni una mesa, oigo hablar árabe a los operarios que ya andan a martillazos.
Jamás hubiera pensado que entrara en el Casino Militar de Ceuta (mis mayores enemigos de clase).Pregunté si podía entrar y me dijeron que no se permite con bermudas, llevaba pantalones cortos, pues estos casi lo son. No, usted va muy bien vestido. Me tomé un vino blanco, un Rueda.
Ceuta es totalmente multicultural y sin  nada que  permita detectar la dominación o hegemonía por motivos raciales, sociales  o lingüísticos, todos están mezclados y no se ve ni un barrio exclusivo. En todos los bares se veían a nuestros compatriotas musulmanes. La hyhab es opcional, derecho individual, y maldita Ceuta si alguna vez desapareciera. Conviven adolescentes casi desnudas con árabes vestidas de pies a cabeza o con chicas musulmanas haciendo  lo que ellas por sí mismas deciden ser o actuar, y son  europeas. Verlas mezcladas es una maravilla, que no lo sería si todas fueran de una forma u otra vestida.
Me he fijado en dos cosas que no había pensado: que el Hyhab no es signo de coacción, humillación, opresión y que la comunidad islámica es muy tolerante a la hora de permitir la elección personal de sus mujeres, y muy respetuosa con la forma cristina europea de vestir, vivir o  meterse mano.
Los gente de Ceuta da la impresión que  se dedican tanto a la playa  (el signo rotundo de la cristiandad es la playa), en un límite unas señoras se bañaban vestidas) como al sexo, Son guapas, sensuales, playeras y la  piel se material   acariciable.
Jamás  he visto más tocarse, más acariciarse, volverse a tocar que a los ceutíes, ellos, ellas ,. Hombre con mujer otra, viejos y jóvenes, parientes,  amigos, hijos de amigos es algo espectacular lo más llamativo y en Ceuta todo es mezcla, melting pot. Hay hasta pijos con cinturón con la bandera española. Y el que yo identifiqué como el más pijo de todos -se pasean como cadetes por una suerte de calle mayor- resultó ser el marido de Trinidad Jiménez –la zapatera de exteriores. En ella ni me fijé, solo cuando entre en el treintavo bar a ver si cenaba algo. La Trinidad  al que es su marido actual, lo había vestido de pantalón blanco, naúticas azules claras camisas azul clara, y la vuelta de la camisa blanco de anuncio, como un auténtico brazo de mar,  parecía almirante, hijo de gobernador civil , nieto de general de división y por lo que leí era su guardaespaldas


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