viernes, agosto 21, 2015

Reclusión y resultados

MATISYAHU
Llevo toda la semana recluido en casa, al punto que cuando XY llega  a la noche me pregunta que he hecho hoy. Yo aprovecho para preguntarle por afuera. Al parecer ni de dentro ni de fuera hay mucho que tratar.
He descubierto en el digital un comentario  a mi artículo sobre Ceuta, que sigue siendo el más leído. Es de uno de Melilla que certifica que todo lo que digo es cierto. Me gustaría agradecérselo, pero quedaría como un patán si incursionara con otro comentario en el periódico. Tengo todavía el viaje escarbándome la memoria. Ceuta fue un día más que amortizado, volví donde quería regresar sin pensar que escribiría sobre aquello, surgió de una manera muy colateral además, y he tenido el premio de hacer interesar  Ceuta con mis puntos de vista.
Lo que hago es leer, me he metido con José María Blanco White un heterodoxo del S XIX que se exilió al Reino Unido, un liberal español, sacerdote, que abrazaría el anglicanismo y después el unitarismo.  Juan Goytisolo lo tiene  por uno de los pilares del anticlericalismo español, gente que goza de todo mi desprecio (no encuentro otra forma más liviana), pero no así Blanco White que me entusiasma cómo escribe. La cultura tiene que ver mucho con la narrativa, no ya por la riqueza de ideas sino con la forma. Me lo tomo como un deleite extra y un estímulo para mi último trabajo sobre sindicalistas y laboralista, con el que cerraré la  trilogía.
Voy a muerte por el ensayo (no creo que se puedan dar más ideas y análisis sobre el sindicalismo y el laboralismo), y en la parte de narración de la historia que me ha tocado protagonizar tan excepcional en los anales de la profesión, busco el mejor resultado general, el mejor lenguaje, mi forma de expresarme.
Es un reto que me ocupa dos horas diarias. Estoy francamente satisfecho. Marcha por todos los frentes, venciendo lo desagradable que me resulta esta experiencia.
Curiosamente ni relación un tanto turbia con mi profesión y sector (he sido muy discreto) va a quedar totalmente redimida por esta instalación intelectual en ella. Es una paradoja increíble. Otra más. Pero esta es la más singular. Mira por dónde, al final descubrí mi lugar, que era el de mi lado y no el común. Incorporé la profesión a mis intereses, a mis mejores  proyecciones,  a mi campo, a lo que era más propio en mí. Ahora sí podría sentirme   dentro. Soy el único ensayista  y más exhaustivo sobre laboralismo y sindicalismo. Y bueno.


1 comentario:

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Hablando ayer con mi hijo en Colombia descubro que era seguidor de Matisyahu, que lo había visto hace 6 años en Madrid y que se conocía entera la letra de Jerusalén