Estamos en los altos de Ifara, a unos 180 metros sobre el
nivel del mar. El mar es lo que, a medida que se hace de noche, queda en una
oscuridad trémula tras el mar de luces centelleantes que es la ciudad.
Celebramos el cumpleaños de Fer, primero en la amplia
terraza que pende sobre el mar de luces, más tarde en el interior. Con ellos
allí, es como si fuéramos eternamente jóvenes.
¡Cuántas fiestas! Siempre han representado lo contrario a la
convencionalidad, la norma y la rutina. Pues
allí me siento algo especial, como si fuera un tipo muy raro de vasco,
con un RH muy poco común, tipo entre
irgikistaní y zulú.
La cena es sumamente glamurosa: caviar Beluga, un paté
traído del cielo, unas patas crustáceas
(como chatka) fantásticas y sushi, regado por caldos de alta graduación
(calidad) y luego trufas y chocolate con botellas de champú. Se hace recuentos
de escenas muy transgresoras, hay liberales empíricos y liberales (desprejuiciados)
no empíricos. 3-2 (nosotros). Se entra en detalles y sobrepasamos las cuatro de
la madrugada. Fer entretanto ha sacado su cofre de drogas y se ha liado unos
canutos. Otra vez 3-2, beber. Esto de ser vascos… Hablamos también de mi última
cita en Baltimore, en el puerto, la reyerta y el botellazo o navajazo.
La semana que viene, puente, y tenemos boda en Pamplona y según anuncia MH mucho trabajo de papeles en Bilbao. Ella ya
se ha movido, ahora debo concurrir yo también. Siempre me he mantenido al margen de todo y no
conozco un solo papel ni de vista. Ahora que mi empresa me tiene acostumbrado a
la inacción total, me fastidia ir a Bilbao a cosa distinta que no sea la
holganza, bebida, comida y museística. Lectura y escritura. ¡Además, con todo lo que me gusta eso a mí! Para mí lo
del derecho y la gestión fue enteramente
natural y vocacional. Me salía de las entrañas. Menos mal
que viene XY. Mi tendencia espontánea es
a salir de la cápsula espacial a flotar sobre el espacio, ingrávido(s) y gentil(es)l
como cantaba el ilustre progresista (y profesor, como todos ellos) Serrat.
Estos meses a partir de la muerte de mi madre, evocamos
tiempos, acontecimientos, alguna sombra familiar que yo no suelo recordar o no sé cosas, así que MH me
dice: “Vamos a ver, ¿pero tú estabas o no estabas allí?”.
-Estar, claro que estaba -respondo-, pero por lo que se ve no muy atento.
Hay una diferencia de conocimientos abismal entre los dos.
No es algo que me pese, más bien todo lo contrario. A pesar de ser el mayor,
parezco el último de 8 hermanos o más.
Pamplona
Hay una cita pendiente en Pamplona y alrededores: Alzuza.
El museo fundación de Jorge Oteiza, el extraordinario escultor, ensayista,
poeta luminoso y bastante demente. El edificio es del gran arquitecto Sainz de Oiza.
Parte de mi generación –como siempre la parte inquieta- fue
muy influenciada por él. Yo mucho. De mi libro Vasca cultura de altura:
retorno estético a Oteiza & Ibarrola (el que más me gusta) hay dos referencias en el Museo (lógicamente).
Y de la egregia institución cultural
Príncipe de Viana, de su director, tengo la carta más ensalzadora y
penetrante que he recibido nunca, sobre
ese libro precisamente.
También veremos el Museo de la Universidad de Navarra, que
es de otro gran arquitecto navarro, Rafael Moneo, este es Pritzker (el nobel de
arquitectura); en Navarra la familia Huarte fueron los más grandes mecenas del
arte contemporáneo de España. Vamos al hotel de los toreros.
Para proseguir con mi comportamiento en Cádiz y en Las
Arenas cenando tras el funeral de mi madre y vinos por Mundaka, con mis tres familiares de primer grado en un bar, que estuve muy
rebosante, igual ensayo en la vieja Iruña lo de mis 10 apellidos vascos, aunque allí sí que hay riesgo. Mi abuela
paterna era de San Sebastián y se
apellidaba Artazu, como un pueblo navarro, algo que los camareros iruñeses sin
duda desconocen, lo de mi tercer apellido. Igual digo que soy navarro de pura cepa. Me daré en llamar "Artazu" como si fuera un ex-pelotari.
Y que fui uno más que pasó del carlismo (mi abuelo era carlista) foralista y españolista
en una sola generación a Herri Batasuna, que es lo que ocurrió con gran parte. Lo
contaría al revés. Más emocionante.
2 comentarios:
Hotel 3 Reyes en Pamplona, allí también he dormido yo.....
¿usted también?
mejor nos hubiera ido si no hubiéramos abandonado el carlismo
salu2
EDH
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