Alguien que durante muchos años ha firmado tantos artículos de opinión y dirigió un medio profesional/corporativo, podría ser calificado de periodista. Reúno pues las condiciones, me lo dijo el editor de un diccionario sobre ellos. Esta mañana he decidido calificarme de periodista, porque tengo una historia que contar. O sea nada de ficción, sino toda la realidad y sus secuencias, tipo reportaje. Historia que por otro lado se ha iniciado ya, con el contingente aerotransportado que dirigieron contra mí. Una despedida e histórica del sindicato, Elisa, les reprochó que se habían movilizado mucho más que para las manifestaciones. Una bufonada más que una intimidación fascista, y resulta que fui antifascista contra Franco, si sirve de algo.
Sale el contingente aerotransportado un poco borroso, espero que la próxima vez vayamos todos guapos por si hubiera sorpresas.
Una historia que carece de nobleza y encomio moral, no es digna de papel. Ensayaremos formas digitales de publicación, que bien orientadas van directamente al sector de público lector elegido.
Mientras los monistas mal llevan una sola cosa, yo de momento puedo con varias. Tengo otra suerte, que vivo completamente de espaldas a determinados mundos, totalmente ajeno a ellos. Me conocen pero yo a ninguno. Lo que produce placer, sin que por eso se me tome por desdeñoso.
Este mes también tenemos que atender lo siguiente:
1- la presentación de mi libro El ensayo en la literatura canaria en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de las Palmas,
2- el envío de la conferencia en el Sitio de Bilbao para su publicación
3- la cena en el Oliver de la tertulia Mácaros
4- la presentación de la conferencia de mi hermano en otro lugar de máximo postín, como es el Instituto de Estudios Canarios
Más los Terrmini y Los Reunidos
*La Historia que contar se ha enriquecido como el uranio con un descubrimiento del marqués de serias consecuencias
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