domingo, noviembre 23, 2014

En Las Palmas compramos varios libros

Como siempre, desolación con el libro canario. No se encuentra nada. Ya barajo las posibilidades de las bibliotecas universitarias y de instituciones.  Por el Sáhara ya ni miro.
Compré La librería de escritores, una librería de escritores  rusos (de la que había leído) en Moscú  entre 1917 y 1922, o sea época  entera de Lenin, que fue el gran pre-Stalin. Oscar Wilde, por sentirme tan alejado del esteticismo, aunque  conocí a muy dignos epónimos  en estas islas, y claro... Me topé con el gran Mohamed Choukry (me gustaría poder  decir: de mi Tánger natal). La Nación de Renan, un superclásico que creo tenerla. El último nobel, el   francés Patrick Modiano. Los Nobeles son los únicos premios que me interesan: Elfriede Jellineck, Herta Müller, Coetzee, Irme Kertesz… ¡sale cada uno!
Mi interés  político verdadero en realidad ha ido siempre por lo que  dejaron acuñado las academias del XVIII, de  “ciencias políticas, sociales y morales”.  Yo en el fondo soy un moralista, no en el sentido de moral y costumbres –cuando tildó a alguien de moralista para mí lo estoy insultando-  sino de influir en la  gente, con ideas y comportamientos. Este es el otro moralismo, cuyo trasfondo es siempre regeneracionista.  La política y la moral al pertenecer a la esfera de la acción humana, de la razón práctica,  son convergentes.
Las políticas partidistas, sectoriales, gestoras… carecen para mí de todo interés. La ideología siempre me pareció lo interesante, algo que no es un gen ni una herencia, menos un atributo moral, sino resultado de la dialéctica de la propia experiencia de la vida con el tramo histórico  que a uno le toca. Y  la reflexión  personal.
Las ciencias sociales  deparan el extraordinario placer  de comprobar la riqueza de la inteligencia y el conocimiento para plasmar con razones  y argumentos, los que no son en ti más que intuiciones, presentimientos,  vislumbres, prenociones  o sensaciones o ni eso.
Todo lo que uno puede reflexionar sobre la sociedad, la cultura y la época histórica, los modelos económicos… ya ha sido pensado y categorizado por los científicos sociales. Por los grandes, claro.
Otro libro que compré fue Naciones, identidad y conflicto, de varios prestigiosos autores internacionales. Uno de los temas más interesantes, y que me ha acompañado en mi vida desde antes de nacer, es el nacionalismo. Desborda lo político para caer en la antropología. Soy antinacionalista, aunque  interesado en el conocimiento de los nacionalismos.
La reflexión sobre el nacionalismo siempre será más honda que la económica y social, por ejemplo.
Ya sé lo que diré en la presentación de Víctor Hernández Roncero  el miércoles en el Instituto de Estudios Canarios: será  laudatorio, claro. Por fin una semana  con un día interesante. De su conferencia en Filosofía a la de El Sitio se dio un extraordinario avance. Un numeroso y entendido público salió muy complacido. No cabe esperar menos de la del miércoles, y oiremos a Wagner.

 

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