Últimamente he empezado a desdeñar casi todo. Ni he ido ni
pienso ir a un Pub cerca de casa donde iba siempre, aunque el dueño fuera un
estúpido, Las cenas son frugales pinchos y lo
atrayente es tomarte en casa un descafeinado con galletas, tipo mi madre
(otrora).
Se puede vivir así perfectamente. Una cosa de edad, no hay
otra explicación,Hoy dos aciertos inconmensurables, la compra en el Museo de BBAA, tras la didáctica y temporal exposición de arte japonés (propios fondos del museo, legado de un industrial; el valiosísimo núcleo del museo son donaciones de la alta burguesía industrial y financiera de Bilbao) y el “Menú de fiestas” en el Iruña: sacrosanto. Unos entremeses gloriosos y en mi caso chipirones frescos (los pequeños) en su tinta, como hacía muchos años que no los probaba. Un camarero canario, que está feliz. “Allí no tienes ningún futuro, no te valorarían, les daría igual” –le animo- (es de los que disfrutan trabajando, fino, veloz, con iniciativa y muy laborioso). "Ya lo sé, pero salgo con una chavala de aquí" –me contesta.
En Bilbao se ven ahora muchos emigrantes, lo que como siempre da color y aminora el aburrimiento y la uniformidad.
Oyes hablar francés, italiano, alemán y ocasionalmente inglés. Lo que es casi imposible es oír hablar euskera, también es cierto que en Bilbao nunca se ha hablado, al menos si nos remontamos a 1300, fecha de su fundación. Se comprueba como la Administración no puede con la sociedad civil. En la estación de Atxuri las indicaciones están sólo en el idioma que no oyes hablar. La marcha de los tiempos hará que en Europa y España en un lapso de 40 años y gracias a un mundo globalizado, interrelacionado y competitivo, acabe teniendo más protagonismo la sociedad, la ciudadanía, sus propias opciones.
En mi expueblo de veraneo, lo único que te hace no bostezar, aunque la gente sea afable pero aburrida a más no poder, es una concentración pro presos. Es como otra galaxia, porque al final el hartazgo se palpa. Me acordé del Kurdistán o del Ulster hace 40 años: el delirio trabado a la noche de los tiempos, dentro de una modernidad económica y social radical. Que no cultural y antropológica.
Bilbao podría ser destino turístico sólo por su enorme calidad y belleza urbanística y arquitectónica, su modernidad, bienestar compacto, desarrollo, equipamientos, mobiliario urbano, transportes, seguramente la mayor calidad de bares del mundo, su comercio de primera fila –hasta las grandes marcas ofrecen artículos mejores y más variados- a lo que hay que sumar la oferta (e instalaciones) cultural de productos.
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