viernes, junio 13, 2014

Pertenecer a la literatura canaria

El Herreño
 
Para alguien que escribe un libro sobre la literatura canaria, que  es de fuera pero vive en las islas –no sería lo mismo si fuera del país-, poder presentarlo en ese espacio único, un  templo de la cultura canaria con su biblioteca inmensa y fundamental, presidido por el presidente de la Real Sociedad Económica es ya un tanto. Si a eso se une que uno de los presentadores es toda una gran personalidad académica en la literatura canaria, Rafael Fernández,  y encima  presidente del Instituto de Estudios Canarios –sin olvidarnos en ningún momento del genial Agustín Enrique Díaz Pacheco- mejor escenario y avalistas es imposible concebir. Y rodeado de amigos.
La mayoría de mis libros son ambiciosos. Siempre hablo de tener algo que decir, con lo que no fantaseo, porque suele ser verdad. Y es verdad desde el momento que tiene efecto en gente muy cualificada, que se ha fijado en lo que tenías que decir.Que haya sorprendido a toda una autoridad en la materia, que diga que a partir de mi libro habrá que acercarse al ensayo en la literatura canaria de otro modo, y que sienta satisfacción por tesis sustentadas como novedosas y pertinentes, es a todo lo que aspiraba y lógicamente a su ubicación en el futuro.
 
Escribí este libro para un público especial: el mundo cualificado de la literatura canaria, que sin  duda es el académico –el que más ha demostrado con diferencia, el verdaderamente  solvente- , y he hecho algo que jamás he realizado: mandar libros a bastantes profesores de literatura de la universidad, a los que había leído. Pensando que les pudiera interesar, y con la seguridad de que no enviaba una tontería. Pretendía (mi libro) dialogar con ellos, interpelar, inducir reflexiones, provocar nuevos argumentos, ángulos…
Algo que no dije ayer –nunca he recibido más elogios, (yo y todos los ponentes), mantuve un diálogo con Rafael, nos volvíamos en nuestras intervenciones para dirigirnos  reflexiones y respuestas-,  es que la literatura canaria viene a constituir mi morada heideggeriana, es a lo que espiritualmente más ligado me siento, como una doble pertenencia, que nunca se había producido con otra cosa, aquí. De no sentirme nada motivado –no hay proceso de conocimiento sin amor- y querer responder a un mundo de sin sentidos y estupideces a sentirme en casa y con los míos. Curiosamente el espacio físico que aparece de trasfondo es Las Palmas, sus viajes. Saulo Torón, Ventura Doreste, Álvarez Junco, Fray Lesco, Domingo Rivero, los Padorno….

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