INTRODUCCIÓN
Un conocido escritor hablando sobre
la literatura canaria ponderaba el óptimo estado en la que se encuentra, para
hacer una relación de todos los géneros que se cultivan, sin olvidarse del
folclore, concluyendo que la literatura en su conjunto ha alcanzado una
posición elevada y homologable a cualquier otra. Bueno, no es ni con mucho el único que lo dice. Sin embargo, nuestro trabajo pretende entre otras cosas señalar
ausencias, elementos no dados, que además no han sido echados en falta
seguramente por nadie.Este es un prisma distinto al habitual, dado a consignar logros y homologaciones, como si eso fuera realmente algo importante. No resulta raro que ante muchas cuestiones, y no solo las literarias, salgan a relucir las equivalencias o equiparaciones más como hecho positivo: cumplir un estándar, que como posible ausencia o déficit, cuando pudiera ocurrir que la falta de equivalencias quizá nos estuviera ofreciendo una semblanza de singularidad y mayor calidad. El factor cuantitativo, las enormes relaciones de autores y el panal de géneros pudieran en realidad haber fagocitado la calidad. No encontramos en la actual producción de libros mejor paralelismo socio histórico, que la subvención a la agricultura en función del criterio cuantitativo del número de por ejemplo olivos plantados, cualquiera que sea el destino último de las mismas. Incluso ninguno.
Sin duda alguna el ensayo ha sido escrito en Canarias con indudable éxito, de tal forma que unos cuantos autores han recibido el Premio Canarias de Literatura por sus ensayos precisamente. Esta sería la prueba irrefutable de que el ensayo ha gozado y goza de muy buena vida entre nosotros.
Pero lo que en su día nos llamó la atención fue la extraordinaria calidad literaria del ensayo, que formalmente pudiera ser de mayor belleza y aliento poético que la propia narrativa. Tal vez ocurra que la mejor prosa escrita en Canarias haya sido en ensayo. Bien es cierto que la eterna comparación de la prevalencia de la poesía sobre la narrativa (novela), un auténtico mantra, sirva para desplazar esa idea y arrinconarla.
Echaba yo en falta un tipo de ensayo que no alcanzaba a localizar. Una cosa era el ensayo acometido desde la subjetividad con la recepción de una obra literaria, artística en la que las emociones fueran tamizadas por las exigencias estéticas, y otra distinta era el ensayo cifrado en las ideas, el análisis crítico, la reflexión objetiva que subordina metáforas, figuras y el lenguaje engalanado en favor de la exposición de un punto de vista estrictamente intelectual no conducido necesariamente por la estética, y que en lugar de pretender permanecer en el impacto o emoción subjetiva busca adueñarse de la visión cognitiva sobre el mundo objetivo, en base a conceptos y categorías.
El ensayo que llamaremos de ideas o del pensamiento, como el académico, ha de aventurar al menos alguna tesis y tratar de demostrarla o al menos convencer, argumentalmente hacerla operativa, racionalmente virtual, camino que en ningún caso debería emprender el ensayista de emociones o de la subjetividad receptora que nos ilustrará sobre la belleza de tal o cual cosa o su preferencia, bastándose con el poder de su intuición sin ningún otro compromiso.
Este asunto nos llevaba a otro indisociable, que era el de los intelectuales, el ensayo intelectual difícilmente soslayará el objetivo de influir en la sociedad, al punto de que haya un deseo si no expreso y confeso, sí latente de que las ideas puedan aplicarse a la realidad. Lo que se ha entendido siempre por dominar el debate público. Existe una relación inveterada entre el intelectual clásico y el espacio público, donde las ideas propenden a ser tenidas en cuenta por la sociedad y el poder político. Cierto que esa conducta fue casi militancia hace décadas, cuando los intelectuales creían que las ideas iban por delante de la realidad, creándola, desoyendo lo que ya advirtió Hegel con aquel vuelo que la lechuza de Minerva emprende al anochecer, es decir una vez que las cosas se hayan producido durante el día para que a la filosofía le corresponda pensarlas tras el vuelo.
Los ensayos académicos no buscan curtirse en el espacio público, ni tampoco ambicionan el medio para llegar a él, que es la prensa y medios de comunicación en general ahora, sino que se conformarán con que sus aportaciones sean tenidas en cuenta dentro de la propia comunidad científica. Aunque alguno de ellos salte al espacio público generalmente por medio de revistas culturales.
El intelectual del que hablamos es un generalista que actúa críticamente y se involucra en los asuntos de la sociedad en la que vive para tratar de transformarla. Mientras que en la universidad se propende a la profesionalización académica de la mano de la máxima especialización. EE.UU. está también a la vanguardia en esto, donde los expertos tienen plena consideración intelectual y llegan a colaborar con agencias u organismos nacionales o internacionales. Ya en los 60 en Francia aparecieron otros intelectuales: los científicos sociales.
Se da por tanto en el intelectual ese deseo de aplicación o explicación objetiva, nada de subjetivismos literarios, que sirva incluso para transformaciones o sesgos sociales y políticas, o para ideológicamente abrir nuevos horizontes. Detrás de ello aparece la figura del intelectual universal comprometido con la mirada más objetiva, que denuncia las pasiones, tal como preconizara Julien Benda. No en vano eso es lo que se cuece en el espacio público. Muchas veces se trata de que esa influencia deba canalizarse políticamente. Este tipo de ensayo, en lugar de recurrir a la belleza de las frases, busca el aval de otras disciplinas, crear una malla potente y bien enhebrada de argumentos con los que buscar la persuasión. La rectitud de un juicio, la validez de una proposición, la conveniencia de una acción, la sugestión de un análisis.
El ensayo de las emociones y la belleza al uso, siempre estará relevado de cualquier proposición de validez de sus propios enunciados, como el académico de ideas, de la centralidad de la pretensión de belleza, aunque subyazca o a ratos lo consiga.
El ensayo intelectual además de perseguir influenciar refuta, porque tiene ideas enfrente que impiden o limitan el éxito de sus postulados, toda vez vehicula el “mejor planteamiento” (parafraseando a Habermas), y no uno más en que la subjetividad y la belleza serían sus grandes logros
En puridad el intelectual histórico es el que ha cultivado las ideas, ha reflexionado y ha tratado de teorizar sobre la realidad social, cultural, política o ideológica, cultivando para ello dos grandes medios: el periodismo y el ensayo.
Por tanto, habremos de detenernos en el compromiso político o ideológico de los autores, y el papel que ha jugado en sus obras, si central, tangencial, circunstancial o acaso ninguno.
Creemos que hay una tradición literaria canaria que es central, a partir de la cual se ha elaborado un imaginario y un sustrato estético reflexivo con base en la geografía y en clara oposición a la historia. Si la literatura y la poesía configuran mundos simbólicos o resaltan imaginarios, estos en este caso aparecen anclados a la fijeza atemporal de la naturaleza frente al dinamismo y cambio de la historia, de lo que somos capaces de encontrar distintas manifestaciones artísticas o literarias. La constante de la geografía y el rechazo a la historia obtienen su corolario o epifenómeno con la literatura que ahora mayoritariamente se hace, por lo menos con presencia en medios en Canarias y que goza de gran predicamento entre el nuevo establishment cultural (ahora no académico, mediático), que ya no es el que se fraguaba en torno a Syntaxis o Liminar, La Página o Cuadernos del Ateneo.
Lo que realmente sorprende no es tanto la literatura artesanal, fácil y masiva que se realiza sino el grado ditirámbico con que se celebra su desbordamiento cuantitativo, y junto a esto lo que más nos llama la atención es la literatura que no se hace, y es sobre su por qué sobre lo que queremos reflexionar, con lo que cerramos la última parte del presente volumen.
2 comentarios:
Enhorabuena Lucian, creo que has estado brillantisimo y todo ha resultado exitoso.
Un beso grande.
R.W.
pero es que se comenta en Cádiz ¡qué alegría!
y no se habla del líder y otra de las suyas
Publicar un comentario