Estas palabras precedidas por “Descanse en paz, vaya”, las
mandaba un ex-alumno de ese colegio desde el Banco Mundial en Washington. Quería ser informado si se hacía algo en su memoria en Santa Cruz. En la prensa digital no hay ninguna
referencia hoy. Sé por mi hermano, ex discípulo y amigo del Mae que a éste se le está velando en la
cripta de la iglesia de San José, C/Méndez Núñez.
Cuando le fuimos a matricular nos recibió con camiseta del
neorrealismo italiano y barba de una semana, mientras un gato dormía sobre su mesa. Una especie de Marcello Mastronniani en
pleno Trastévere bajo el ferragosto. Yo le tenía por un clochard del Toscal. Un
director así no podía ser cualquiera. Más Nápoles o Palermo que Nanterre/mayo 68.
Me pareció que era amigo de gracias con “los chicos”, lo
que me hace elevar murallas, hasta que
descubrí que no era así, sino muy bienhumorado,
afectuoso, natural, comedido y no era un
gracioso. Bonhomía y bohemia. XY le vio
hace unos meses, ella siempre se paraba
a hablar con él, que le preguntaba “¿sigue
el chico en EE.UU.?” Yo en contra de todos mis tics asociales, manías, rechazos… también me paraba con él, dispensándole su
tratamiento: “¿Qué tal Mae?” El Mae aglutinaba muchas de las características de mis enemigos (ideológicos), sin embargo en
absoluto era ese mi sentimiento hacía él.
Es magnífico que la esfera personal, la manera de ser y
comportarse, lo esencial realmente sea un
ámbito que pueda operar con total autonomía de los ribetes u ornatos político-
ideológicos.
Hace mucho años vi en una librería un libro sobre la
fundadora del Montessori (María ídem) y
lo compré, ni traté de leerlo. Una pedagogía de los años 20 del XX, por ese
solo hecho ya aleccionaba de la ingenuidad e inocencia de planteamientos
totalizadores en la educación. Todo es más complejo, parcial e insuficiente. Frente a todo A surgía la
gran B. Demasiado fácil. Nada distinto a la Angustia S.XX. Torres mil veces más
altas había visto desplomarse. Montessori solo podía compendiar antigüedad e
ingenuidad.
Mi aprecio al Mae siempre se extendió al profesorado. Óptimo
recuerdo. Nos saludamos y alguna vez hablamos. Nunca ninguna fricción con
nadie. Les gustaba lo que hacían, creían
en un tipo de educación, hacían que los alumnos se lo pasaran bien, favorecían la vida
colectiva y la amabilidad de la vida. Recomendamos a mucha gente el colegio.
La desventaja del método es bastante obvia, ya que el fomento
de los aspectos más amables de la vida, no son acompañados por la propia vida, que se encarga de mostrar lo nada amable
que puede ser o extremadamente desabrida. Hay otro inconveniente no menor que
es que a los 14 años pienses (y te apoyen) que tu desarrollo personal solo se alcanzará con
actividades lindas: Jardinería, monitor de esquí, buceo, representante de
surferos… Son riesgos del método y la escuela (doctrina). La antítesis de una
Jeshiva o un Madrazza.
Quizá con el Mae culmina la última novela aplazada del 98 (S XIX) o el prematuro
anticipo del Club de los poetas muertos, y eso hace impagable su labor. El Mae
no es divisoria de épocas, pero sí de opción y estilo de vida en Santa Cruz, y el Colegio ya es un
baluarte del romanticismo ausente de época. La subjetividad inflamada, la
poesía, el club, lo que no suelen ser los colegios.
El Montessori apostó por todo lo añejo (horizontes de entre
70 y 90 años para atrás), pero también por los bordes de la norma. El Mae como
gran liberal e ilustrado que fue, era muy flexible con las normas. Eso se
agradece siempre. Ni legalista ni dogmático, lo que daba cuerpo a su
romanticismo y poesía (siempre transgresores)
que se respiraba en Emilio Calzadilla.
El Mae y la República
En mi juventud nadie hablaba de la II República, ya era una
cosa fracasada y caduca de la Europa de
entreguerras. Los únicos que la invocaban era la marginalidad de extrema
izquierda extrema que diría ZP: el PC (i), FRAP y otras organizaciones del lumpen.
La gente de izquierda, que entonces era gente formada, hablaba de democracia pero mucho más de Socialismo y Revolución, y era impensable
habiendo horizonte de futuro entonces como había, que alguien pensara en
experiencias fallidas y anacrónicas. No
recuerdo que nadie echara en falta la República. Hacia ella había mucho
desdén y desprecio por todos los errores cometidos. Ese era el sentimiento. Se
hablaba de alianzas de clases, correlaciones de fuerzas, de bloques hegemónicos, aparatos y lucha ideológica, de composiciones de clases y capas sociales, de teorías,
estrategias, autores, formaciones sociales, modos de producción, experiencias históricas,
tradiciones, alienaciones, cuestiones
nacionales, de la I, II, III y IV Internacional, planificación, autogestión… Incluso el PCE, que hacía análisis políticos,
distinguió entre la esencialidad de la forma de estado y los vetustos clichés.
Mentar la II República no pasaba de ser como mínimo una estulticia.
Un romántico como el Mae se guiaba por el sentimiento en cuanto anclaje a una serie
de fidelidades que se justifican por sí mismas,
en ideas añejas que se consideran nuevas en el horizonte del pasado, en nostalgias
en las que se quiere barruntar proyección. Por tanto el republicanismo del
Mae fue un culto y una estética que mantuvo un bohemio poeta de la vida, no ideas que tratara de
imponer o lograr, aparte de que la II
República es como la de Weimar o la III francesa, antiguallas de muy escaso
interés. Este comportamiento le honra como el honró su propia memoria, y siempre el pasado. La juventud es la etapa de
la amabilidad y la inocencia, del futuro todavía eludido… Muchos motivos para ser el Mae. Un honor. Nuestro recuerdo para siempre.
2 comentarios:
Sí, un gran colegio que ha dejado su huella en los alumnos que pasaron por allí.
Estuve a punto de meter a mi hijo en el Montessori. Me quedé con la espinita de optar por otro colegio (y luego por otro, y luego por otro y ahora por otro)
¿qué me decidió en sentido contrario al Montessori?
el gran cartel que estaba en la secretaría con foto de La Pasionaria ya mayor y con la leyenda (creo recordar) de "Dolores una luchadora por la Libertad".
Salu2, EDH
No recuerdo que intelectual dijo que en realidad Pasionaria había pasado toda la vida jaleando, arengando lanzando a la gente a la muerte.
Fue muy decisiva su contribución para aplacar y reconducir los ánimos en la II República, ya solo por eso merece monumento. Pero no hay que olvidar su goce de los procesos de Moscú de Stalin en Moscú. Dentro de la oscura tradición comunista pertenece a la más negra, la burócrata siniestra. poca gente desde puestos influyentes de comunismo habría animado y jaleado más millones de muertos, de amigos y enemigos.
Considero muy justificada su decisión, no era más que una estética, una creencia, religión familiar en alcanfor, esquemita de verdades sagradas y acríticas para homínidos.
Una revolución de juguete, para los que nunca lo fueron.
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