domingo, abril 15, 2012

Todo lo que no tengo de serio, lo tengo de serio


La Asociación de Solidaridad con el Pueblo Israelí tiene un blog propio y este es el mío, donde doy cuenta de lo que quiero, como  ciudadano, bloguero...  Como pienso mezclar asuntos, preavisar que me muevo en muy distintos ámbitos, en facetas muy alejados unas de otras, que soy capaz de compatibilizar.
  Por primera vez una reunión con orden del día y un secretario que  sobre hojas dobladas tomaba múltiples notas.  Un acontecimiento:  programando distintos eventos descubro que me considero el primer interesado en escuchar a los académicos de nuestra asociación. Sí, quiero oírles sobre todo lo que saben. En el camino de Damasco. Es una experiencia radicalmente novedosa, que además se produce en el seno de nuestra organización. Esos asuntos lógicamente me atraen e interesan mucho.  Lo absolutamente habitual es que asista a  actos de amigos –a ningún otro acudo-, en los que lo que me interesa son   los amigos, pero nada lo que puedan decir. Lo sé, lo he  oído, se van a repetir,  es demasiado discutible todo (o ni eso), no soy masoquista, aburren, etc.  De forma que no es ninguna casualidad que siempre llegue al final del acto. No suele ser porque no haya podido aparcar, como  a veces digo sin convicción, sino porque he tratado de evitar el acto, y llegar justo cuando se va a comenzar a beber o en las preguntas, por si hay ocasión de decir alguna inconveniencia.
  Tengo dos amigos a los que quiero agradecer desde aquí –que son Carlos y Anghel- que me hayan convocado expresamente para hacer número. Es cuando jamás fallo ni fallaría. Carlos por los organizadores y Anghel por un amigo de él. Eso es amistad y confianza. Son los únicos actos en los que disciplinadamente me trago todo el horror. Soy hijo de  padres vascos, amigo de los amigos.
  De ahí que me sorprendiera en nuestra reunión de ayer fuera yo  quien quisiera oír a mis compañeros. Incluso se me fue la resaca que arrastraba. El viernes bebimos en exceso.
  Al día siguiente, “que lúcido estuviste de coger un taxi, yo hubiera cogido el coche”.  Eso de beber ayunando debe influir. A la mañana del sábado bajé caminando a por mi coche, que estaba por la zona de nuestro campamento base, que  evidentemente es la calle Nokia. Ayer bajé en taxi a la reunión en el céntrico hotel, para luego llevarme el otro coche.
  Tras la reunión fuimos mi hermano y yo a un cajero, por fin permitió  que le enseñara el número secreto de mi clave, por si nos vemos compelidos a compartir la miseria. Mi clave en sus dos primeros dígitos le sugería la misma fecha de un acontecimiento histórico, pero en los otros dos una fecha de su incumbencia. Como era mi clave, la fecha  asociativa era la que decía yo. De allí a Los Reunidos, Nokia street .
  Nada más entrar le digo al camarero “¿seguimos aquí desde ayer o acabamos de regresar nuevamente?”.
  -Eso mismo me he dicho yo-me contesta. El viernes nos marchamos a la misma hora, todos nosotros bastante bebidos. Pero es que el lunes también estuvimos en el local.
  - Hermano ¿sabes cuántas veces hemos estado aquí está semana?  Tres,  más que en el Castillo.  


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