Serví a la Patria en Sevilla. Estaba enchufado aunque tenía antecedentes políticos (siento
decepcionar: no fachas). Dos capitanes
me preavisaron de que allí no se admitía ni media actitud política, a uno le
mentí al llegar y se enfureció. Tras
estar siempre haciendo guardias, me dieron también el pernocta (para las masas
pacifistas: dormir fuera), que era la condición más común en el glorioso cuerpo
de Intendencia, al que me honro haber pertenecido como soldado de segunda. De
las garitas, mi segunda piel, al centro de Servilla, que más marcha no podía
tener, justo en mi zona.
Salías a las tardes y te encontrabas a medio Bilbao, y sin
querer te ponías a beber, a los que las
prórrogas les habían conducido a la ciudad que vio nacer a Nuestro Amado Líder,
ese y no otro resultó el designio de la Providencia.
El resto del tiempo me dedicaba a escuchar a Pink Floyd y a
divagar. Nuestro vecino -yo vivía con un troskista navarro y un anarquista
catalán-, era andalusí de pura cepa y su ático era su picadero. Siempre Pink
Floyd o Triana. Y tías (para él).Manolo era el clásico moderno, drogadissto, bastante hortera, de la noche, simpático, busca vidas, rockero de un rock “con raíces”, en definitiva, el clásico progre de la época, despreciados (lo que le sigue pasando a Kamenev y creo que a mí) por quienes nos teníamos por izquierdistas y estrategas. Tipos de estas características eran los primeros en suscribir la moda y los nuevos tiempos, en coger la onda y sintonizar con el ambiente –tipo Aute, Miguel Ríos, Bosé…-, condiciones que no le impedían definirse de independentista andalusí. ¡Un hermano! Durante las noches estivales en la azotea de nuestros áticos, bajo la luna lunera, más guitarras de Pink Floyd, el embrujo, el duende, el mussscho arte, y el humo, Manolo –o igual se llamaba Paco- evocaba a OH, AL ANDALUS como si fuera Manitú. Era indocumentado, casquivano, liviano, un orfebre de todos los oportunismos acorde con los tiempos que empezaban a correr. El primer OH-AL-ÁNDALUS que conocí en mi vida. Los que vendrían después eran aún más depauperados de espíritu que éste, más superficiales y nada exóticos.
He oído a sedicentes doctores de historia y, dijéramos, grandes espíritus luciérnaga proclamar a modo de gran pensamiento propio –como si hubieran tardado (¡ellos solos!) 5 años en elaborarlo, investigativamente hablando, por sí mismos- todo el eslogan de las tres culturas en paz y armonía (de familia del Opus Dei), con una convicción que parecía brotar de las potencias más clarividentes que anidan en su cerebro. El paradigma ZP.
El domingo en ABC aparecía un verdadero historiador y académico, Serafín Fanjul, que volvía a poner en solfa el mito edénico, regresivo y quimérico de las tres culturas en paz y poesía progresiva, sexualmente activas entre sí, donde los gañanes hablaban en verso, y la sed de conocimiento abolía la agricultura feudal, los libros el hambre y la opresión medieval. Las tres culturas fueron una realidad en gran medida siniestra, no era un flotar aislado, evanescente (estampa de madonas y angelitos), sino que los judíos sufrieron grandes progromos y los mozárabes (o mozarabís en mi argot) en un momento dado estaban todos huidos. Una historia real y convincente. Sin prosaicos delirios.
Frente a Fanjul, ¡Viva Bisbal! Otro que lo ha cogido al vuelo.
1 comentario:
"Andalucía, califato independiente". Pintada de esa época que aparecía en el túnel subferroviario que conectaba mi barrio, céntrico pero antiguo arrabal, con el resto de la ciudad. Las tres culturas se reducían a progres de rizos abundantes y sobacos que no conocieron la epilady (ellas), jóvenes violentos de fuerza nueva enfundados en sus loden; y el resto, anidando en la frontera de los cine-clubs universitarios de Reina Mercedes, y entre pubs y discotecas con música de los Bee Gees, rebuscando a nuestras Dulcineas que resultaban ser gatos pardos. Esas eran las tres culturas que convivían en Serva-la-Bari de los ochenta. Un sitio como otro cualquiera para servir a la Patria ...
Publicar un comentario