El ministro socialista Ramón Jáuregui desaprueba la muerte de Bin Laden, ya que el estado de derecho hay que preservarlo siempre.
Jáuregui, en la época en que el Estado de derecho español no era preservado, se movía como guipuzcoano por territorio GAL, con García Damborenea dirigente máximo del Partido socialista de Euskadi y Julián San Cristóbal, otro socialista vasco que, como el anterior, acabaron en el trullo. Motivo: la practica del terrorismo de Estado en calidad de auspiciadores, más o menos. Ramón Jáuregui era consejero vasco por el PSE-PSOE, y mientras en su entorno más próximo se jugó la baza del Terrorismo de estado con mucho éxito, él se libró, sus amigos y conmilitones no. Ya me gustaría a mí estar tan cerca de una hoguera y no salir chamuscado si quiera levemente. Algo milagroso. Seguramente nada oía, ni nada sospechaba, ni adivinaba nada, a pesar de lo lenguaraz, provocador y desafiante que era García Damborenea ante la prensa. Qué no diría de copas, tras una reunión del partido, entre amigos.
Todos ellos quedaron muy impresionados cuando el amigo y senador socialista Enrique Casas fue asesinado en la puerta de su casa en San Sebastián por los comandos autónomos anticapitalistas de ETA, y parece que es a partir de entonces cuando algunos empezaron a hablar seriamente del GAL o de una nueva etapa distinta y fuerte. Quizá tampoco oyó nada Ramón Jáuregui, ni sospechó nada y es probable que le resultara simplemente incómodo que los nacionalistas vascos, con los que compartía gobierno, estuvieran siempre a vueltas con el GAL de manera además muy insidiosa. Pero Ramón Jáuregui seguí sin sospechar nada y ni pensaría que podía aportar algunos datos de interés, qué ¡quién sabe! hubieran podido evitar la muerte de algún inocente.
La emoción moral que tanto ennoblece a sus grandes titulares progresistas con un aura tan viva y destellante, nos obliga a rendirles admiración por esa estatura moral, que siempre nos guia e ilumina. Jáuregui incluido. Qué grandes siempre sus proclamaciones de moralidad. Aunque la vida desmienta lo quimérico y tonto que son la intachabilidad o presunción moral a priori tantas veces. Pero les tenemos a ellos.
Sí me molesta de los progresistas su talla intelectual, la profundidad escasa de sus discursos y análisis.
Ramón Jáuregui que coincidió con el terrorismo de estado en la dimensión más verdadera y genuina: la doméstica, interior, parapolicial, y que no sabe de guerras asimétricas o nuevas guerras, ha afirmado, con su eterno aspecto de curita vascongado (siempre me lo represento con sotana), que el estado de derecho debe ser preservado.
Yo le preguntaría a Jáuregui que qué estado de derecho debiera ser preservado. Si se refería a Pakistán, a Afganistán a un hipotético estado pastún, a los estados de Asia Central, a los del Golfo pérsico, a Estados Unidos… o a los "ameriasiáticos".
Sospecho que es EE.UU, por motivación instintiva. Las tropas españolas parece que están en una guerra en Afganistán por algo que tiene que ver con el terrorismo, y que la guerra existe, aunque las nuevas guerras se ejecutan cada vez más sin uniforme. Pero los progresistas pueden con todo, aunque cada vez más cuentan con su propio ejemplo y decir profundo por todo bagaje: los juegos de palabras (al servicio de la política, como anunció terroríficamente ZP).
Es evidente que nunca sabremos si Ramón Jáuregui tuvo en sus manos preservar el estado de derecho español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario