Celebraciones de Eguiar Lizundia * *
De todas las reacciones habidas a raíz de la muerte de Osama Bin Laden a manos de un grupo de Navy Seals, llama la atención la enorme relevancia atribuida a las manifestaciones espontáneas de jóvenes norteamericanos en la prensa europea. La inmensa mayoría de medios del continente llevó a portada los estallidos de júbilo en frente de la Casa Blanca y la Zona Cero, y numerosos comentaristas se han detenido a reflexionar sobre el fenómeno, al que han definido desde el asombro o la censura, incluida la más absoluta indignación.A estas alturas, estas reacciones no causan sorpresa. Pocas cosas desatan más cólera en Europa que las demostraciones públicas de patriotismo made in USA. El antiamericanismo que la elección de Obama había parecido sofocar vuelve a fluir a consecuencia de las banderas (ay, las banderas) y los gritos de unos centenares de veinteañeros en Washington y Nueva York. En opinión de un gran número de europeos, celebrar la muerte de un ser humano es algo siempre execrable, por mucho que se trate del autor intelectual confeso del asesinato de casi tres mil personas. Pero lo que resulta totalmente intolerable es festejar una muerte ilegal desde el punto de vista del derecho internacional, sostienen los compasivos opinadores de este lado del Atlántico, siempre meticulosos observantes de la legalidad internacional cuando de juzgar a Estados Unidos se trata.
Sin contar las convicciones morales que cada uno pueda tener, estas afirmaciones parten de una asunción discutible: que el asesinato de Bin Laden fue ilegal. En este momento conviene retrotraernos al mes de noviembre de 2001, cuando comenzó la invasión norteamericana en Afganistán. La Operación Libertad Duradera fue lícita de acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas, principal documento de derecho internacional y que recoge el derecho a la legítima defensa. Estados Unidos, en tanto que objetivo de un ataque armado, tenía derecho a tomar represalias, por mucho que el responsable fuese un actor no estatal. Es más, la resolución 1373 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó los ataques sobre Afganistán, refugio de Al Qaeda, con el objetivo último de capturar a los responsables de los atentados. Por tanto, y de acuerdo con el llamado jus ad bellum, el derecho que determina la justicia de una guerra, Al Qaeda fue siempre un blanco legítimo. Osama Bin Laden, en tanto que autoproclamado líder de la organización, era su jefe militar y responsable, por lo que su muerte no supone violación de derecho alguna, al ser este el responsable de los atentados que justificaron el ataque en primer lugar.
Pero es que además, la muerte de Bin Laden es también legal desde la perspectiva del jus in bello, el derecho en la guerra. Aunque aparentemente el fallecido jefe de Al Qaeda no llevaba uniforme ni portaba armas cuando fue abatido por el comando especial norteamericano, Bin Laden siempre se había presentado a sí mismo como un combatiente, como el equivalente a un general en un ejército convencional. Si como parece el terrorista opuso resistencia a los soldados, en lugar de rendirse, su ejecución también es conforme a los Convenios de La Haya y Ginebra, y por lo tanto, a derecho internacional.
Se dirá sin embargo que el hecho de que la operación haya ocurrido en Pakistán supone un incumplimiento claro del principio de soberanía, una de las bases históricas del derecho internacional. Sucede no obstante que este precepto no es absoluto y admite excepciones. La misión de la OTAN en Libia, por ejemplo, supone una violación de la soberanía de un Estado, pero es conforme a derecho internacional amparada por la reciente noción de la responsabilidad de proteger. Pero por encima de todo, una violación es tal si el Estado afectado la denuncia y hasta el momento Pakistán no ha expresado su malestar por la intervención norteamericana. Tampoco la ONU o tradicionales defensores a ultranza del principio de no injerencia, como Rusia o China, han mostrado reparo alguno.
La guerra contra Al Qaeda no es una guerra convencional, por lo que resulta difícil usar los mismos parámetros que en las guerras que tradicionalmente enfrentaban a estados nacionales con ejércitos uniformados en los que la distinción entre civiles y militares era inequívoca. Sin embargo, por el potencial de destrucción de la organización terrorista y sus afiliadas, el uso de estrategias militares y las repercusiones geopolíticas, la guerra contra el terrorismo es, aunque asimétrica, una guerra más. A la espera de nuevas normas de derecho internacional que se adapten a las actuales circunstancias, la muerte de Bin Laden se parece mucho a la derrota militar del enemigo en una crucial batalla. Y aunque ya se sabe que ganar una batalla no significa ganar la guerra, hay motivos para pensar que en este caso la victoria está un poco más cerca. Es decir, que el fin del conflicto más largo de los últimos años está más próximo y por lo tanto también la consecución de un mundo más seguro, un Afganistán en paz y el regreso a casa de unas tropas—incluidas las españolas—que nunca dudaron que lo que allí se libraba era una guerra. Para algunos—no sólo norteamericanos—el pasado 2 de mayo sí que había algo que celebrar.
*Eguiar Lizundia (Santa Cruz de Tenerife, 1.985), cursó la EGB en el Colegio Montessori, finalizando sus estudios secundarios en el Instituto Teobaldo Power de Santa Cruz de Tenerife.
Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ha cursado los estudios:French and European Studies en Sciencies Po -L´Institut d´études politiques de París, I.E.P.- , y de economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Master en Relaciones Internacionales por la Universidad de Georgetown de Washington D.C.
Ha trabajado en la Organización de Estados Americanos (OEA), Research Asistant del Instituto de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de Georgetown, así como en proyectos de asisitencia para América latina y el Caribe del National Democratic Institute *Eguiar Lizundia (Santa Cruz de Tenerife, 1.985), cursó la EGB en el Colegio Montessori, finalizando sus estudios secundarios en el Instituto Teobaldo Power de Santa Cruz de Tenerife.
Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ha cursado los estudios:French and European Studies en Sciencies Po -L´Institut d´études politiques de París, I.E.P.- , y de economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Master en Relaciones Internacionales por la Universidad de Georgetown de Washington D.C.
Actualmente: Social Accountabilty Consultant del Banco Mundial
Ha participado en un libro y ha sido articulista de Diario de Avisos.
Como voluntario ha participado en distintas ONGs y en foros en Londres, Méjico, Buenos Aires.
** EGUIAR LIZUNDIA http://www.linkedin.com/pub/eguiar-lizundia/37/461/952
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2 comentarios:
Alguien debería avisar a Obama para que, en lugar de sus últimos y titubeantes mensajes, publique urgentemente este artículo en forma de comunicado oficial(íntegro, sin cambiarle una coma).Valiente, argumentalmente irrebatible y magníficamente escrito. Felicidades.
Vete ya USA, no decías lo mismo cuando cantabas el 7 estrellas verdes en malasana, aun así eres un orgullo aqui en Bilbao, besos.
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