domingo, mayo 15, 2011

Harlem, el móvil y el portátil

En ocho o  nueve horas me  cargué el portátil (para siempre),cuando ya lo preparaba para traerlo a Nueva York y perdí el móvil (lo dejé en Barajas). Me sentí muy despojado. En el capítulo de más  calamidades, mi ciatica que se ceba en la pierna derecha, y parece cono si no tuviera ya en la izquierda. La gestión del dolor, para incurrir en vulgarismos, es  a base de estoicismo. Calculo que tanto hoy como ayer habré andado 20 km al día. Carezco de una explicación científica para ello. Si ando a buen paso sin detenerme no pasa nada, pero como me pare es como un parto al otro lado de la pierna. Ahora he regresado al hotel, porque ya no podía. Acabábamos de salir. XY es la única que está en al calle y permite decir que no estamos más que diezmados y no arrasados.
Hoy ha sido un día casi totalmente Harlem.  Cuántos kms habremos recorrido por el barrio, de norte a sur... pues igual seis o siete.Y visita al The Hispanic Society of América (altamente recomendable), que al final será el único museo visitado. En Harlem no se ve ni  a medio  turista  (los llevan al gospel un  poco por arriba de Central park) luego tampoco a españoles, quienes constituyen una plaga, pero no se deja de oír hablar español. Hemos comprado un enchufe en una ferretería: cubanos. Así como me alejo de cualquier acento español de España, me producen rechazo, trato de hablar con todos los de los acentos españoles de América: pregunto, me pongo simpático, muestro interés, familiaridad, respeto...
Tienes que bajar hasta  la Universidad de Columbia para que el asunto tome trazas de país anglosajón..
En la Universidad de Columbia se graduaba la correspondiente promoción y estaban las familias bajo las carpas en el campus, que hemos aprovechado para fisgar y aclimatarnos. Pero una horas antes en la catedral de San Patricio (lo más, o lo único,  kennedyano de la ciudad) hemos asistido a los votos o consagración de 10 nuevos sacerdotes, de presunta extracción irlandesa  (2º o 3ª generación) y algún centroamericano, por las nuevas composiciones, por origen, poblacionales.
Ayer vimos  a un actor o cantante muy conocido saliendo del hotel, pero no pudimos reconocerlo, pero sí el nombre del hotel aunque nos costó.
Hay diferencias con el Nueva York de 1997 que conocí. Solo he visto un homeless, al que la policía  le pedía que se levantara de la acera de la Quinta Avenida cuando descabezaba una siesta. En 1997 había una barbaridad, supongo que los españoles concluirán que los habrán exterminado los americanos  a todos ellos, yo no tengo una tesis. Yo admiraba a  los que iban a NYC y volvían convertidos en muy inteligentes científicos sociales y  denunciaban con rigor el capitalismo indicando que en la Quinta había multimillonarios y mendigos: Esa sagacidad y  superioridad analítica me arrebataban y me daba por querer ser amigo de ellos..Tampoco he visto drogadictos, en alguna esquina de Harlem a lo más, alguien con pinta de pequeño y mediano traficante. Es posible también que hayan exterminado a pirados y extravagantes, porque apenas se les ve ya. No se ve cultura de calle, modas juveniles, fenómenos emergentes.... Ni policías  a caballo, ni patinadores temerarios ni ciclistas circenses. La ejecutivesca  ha abandonado las zapatillas deportivas, y algunas según salen de los acantilados de cristal sacan de una bolsa zapatos de tacón y se elevan por encima de los turistas improductivos y laxos.
NYC sigue ofreciendo la imagen que ya ofrecía a comienzos del S XX, tantas veces narrada, que es de pujanza, energía, futuro, centralidad, y algo de lo que soy devoto: realidad
A pesar de todo NYC es una fiesta de los sentidos, aunque para algunos después de jornadas laborales de de altísima productividad. A simple vista la mitad de su población son turistas ociosos y vagos.
Se ha construido mucho en estos años y se sigue haciendo a gran ritmo. Desde el Financial Trade Center Nueva Jersey muestra ya una incipiente skyline y de allí a Battery park está todo construido -¡y cómo!- y al lado, en la Zona Cero, se trabaja a velocidad de vértigo.
Hace unas horas, frente a la Universidad  de Columbia comían dos chicas americanas, una muy guapa, elegante y de enorme atractivo, comían hamburguesas (que son muy buenas) con mucha patata frita, manejaba los cubiertos con soltura evidentemente, pero también utilizaba las manos para untar las patatas en salsa  o se ayudaba del pan de la hamburgesa. Este podía ser el símbolo de NYC: una gran naturalidad , viven volcados en el exterior y no se auto contemplan sublimes ni están permanentemente mirándose de la forma más favorable, hecha pública. No va con ellos. Prima la naturalidad y el principio de realidad existe.

1 comentario:

Gregory Apple dijo...

¿Sr. Lizundia por el Harlem con ataques de ciática? ¿Aquél que andaba más que un cartero en Barcelona? Si no lo leo no lo creo. Salu2.