No entendía por qué Tzvetan Todorov tenía tanto predicamento entre los progres, hasta que descubrí su formulación del esencialismo de los derechos humanos, cuyo tono crítico permite avalar “diversidades” en que aquellos puedan ser perfectamente barridos. Salvo esta cuestión, el conjunto de su obra es de muy difícil lectura progresista. Por esa circunstancia (el esencialismo) digo yo que viniera con dos relaciones públicas y divulgadores de la escolástica progre (como son Samir Nair y Juan Cruz) a Cajacanarias a un acto progresista local, al que no faltó nadie. El típico auto de fe en torno a la Foto de la Azores, una comunión que divierte, transforma y proyecta, que ha resultado ser el cuerpo teórico del nuevo progresismo pancarta. Cuántas veces he tenido que callarme ante esa argumentación de tanta profundidad racional.
Ayer volví a admirar a Todorov por su artículo en el periódico del fondo de inversión norteamericano Liberty que cotiza en la bolsa neoyorquina, sobre la represión de la Dictadura militar argentina.
En el capítulo de errores cometidos por el suscribiente figura haber admirado hasta límites inconfesables a todos aquellos que empuñaran las armas revolucionarias en Latinoamérica. También era muy joven. Todo las acciones terroristas de Montoneros, ERP o Tupamaros me parecían obras de ingeniería aeronáutica, inteligencia computer y testosterona revolucionaria. Había decidido que en el mundo no había ni un solo inocente. Era mi concepción (generacional) post-cristiana del pecado original. La comprensión laica de la Caída.
Qué acciones en pleno centro de Buenos Aires de Montoneros y ERP, a veces el mismo día, con una intrepidez que ni en el cine. Fui un fan y les seguía con arrobo. Cuando el golpe de estado se formalizó, ya venían operando los siniestros Ford Falcon y el terrorismo de estado, y se celebró el mundial de Argentina volví a ver al pueblo español (en todas sus variantes) con su proverbial neutralidad ante cualquier violación de los derechos humanos. Como siempre, cobarde, penoso, lacayo, vil, despistado.
Y el rapto de locura colectiva de los argentinos, tanto en aquel Mundial del 78 como cuando se les ocurrió invadir Malvinas, lo viví tan asqueado que jamás olvidaré.
Cuando los argentinos, esa raza de percusionistas estimables, jaleaban a Videla, Masera… vivían gestas y epopeyas contra holandeses y británicos, yo sentía desprecio y odio absoluto, enconado… todos sabíamos de la ESMA, la picana y los desaparecidos.
Como ocurrió en España observé estremecido los súbitos arrebatos de responsabilidad moral y política de las masas argentinas silentes y colaboradoras con la dictadura, cuando descubrieron la memoria histórica, otros tardíos, cínicos, hipócritas e inmorales sacristanes.
Todorov, que ha visitado la ESMA, se permite algunas consideraciones contextuales, históricas, analíticas, racionales ante la exaltación maniquea, sectaria, dogmática de unos santos de toda santidad sin un solo crimen de los que dar cuenta, ni aviesos programas e ideas políticas revolucionarias, por supuesto totalitarias, bien demostradas en la propia praxis.
Todorov abomina de las memorias históricas que patrocinan las izquierdas sin futuro ni ideas, paupérrimas de pensamiento y secas de cultura, que como vulgares fascismos, se dirigen a las emociones más primarias, a la repetición dogmatica de axiomas estúpidos, y a consagrar con un maniqueísmo torpe y de cruzada las diferencias más nítidas y enfrentadadas entre el Bien y el Mal. Con mayor enfaisis e indiscutibilidad que la Iglesia (pero sin siglos de teología y filosofía, lo que se nota demasiado).
Todorov reivindica el pensamiento, el análisis, los contextos, los órdenes de antecedentes y consecuentes, los desarrollos lógicos, los actos cometidos, los hechos acaecidos, los nombres de los liquidados, las ideas en nombre de las cuales asesinaban, secuestraban, juzgaban y robaban los revolucionarios. Colige que ERP y Montoneros, que sin poder institucional alguno mataron con entusiasmo y rigor cuantitativo, lo que no hubieran hecho de tener el poder del Estado. Los cobardes argentinos como los españoles, emboscados durante la dictadura, ocultan las conjunciones y correlaciones de hechos, mutilan y esconden la propia realidad e imparten moral y doctrina de necios. En Argentina y para Argentina (España II) no existieron ERP ni Montoneros ni hechos ni asesinados ni crímenes ni noticias no hubo nada, sino Maldad bíblica.
No tengo la menor duda de que si los revolucionarios argentinos hubieran dispuesto del poder de los militares, los habrían sobrepasado con creces en criminalidad genocida a aquellos. Que menos en nombre de la revolución socialista y una vez ganada la guerra que empezaron.
A la par, otros revolucionarios, los camboyanos jémeres rojos, asesinaron al 25% de la población de Camboya, sí, el 25%, los militares argentinos al 0,01% (Todorov).
Esta izquierda eclesiástica hipócrita y moralista, maniquea e inculta ignora que sus combates contra los hechos y la razón están de antemano perdidos. Al final toda su vacuidad e hipocresía refulge.
Ya lo dijo Mario Onaindia “Menos mal que no ganamos”.
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