martes, diciembre 07, 2010

He escrito un libro


José Rivero Vvas: un mundo lirerario rotundo

Uno ya es capaz de confiar en sus impresiones y tener certidumbres. El librito sobre José Rivero Vivas me parece un libro logrado y estoy muy satisfecho de él. El aporte bio-bibliográfico de José Rivero Vivas es magnífico. Consigue impregnarlo de su tono literario tan absolutamente personal (/inclasificable en boca de mi hermano).
Cirilo Leal me dejó un mensaje en el móvil verdaderamente entusiástico. Parecía convertido al islam. Luego mi hermano que trató de aplazar la lectura (le tuve que chantajear con la no asisitencia a una cena) y que es un burócrata de sí mismo (su ocio está sometido a una suerte de planificación del NEP soviético), sentenció que tanto Rivero Vivas como yo somos inclasificables. A mi hermano le ocurre, y eso se lo descubrí en Tijuana, que él no se aproxima en sus juicios a las cosas como un fenomenólogo, como lo hubiera hecho Husserl con su “zu den sachen” ( ¡a las cosas!), sino que busca la mirilla o el visor en la estructura mental donde acoplar lo captado. Las cosas se acercan a él que es quien tiene sus lentes de colores, cuadrículas, estantes, cajitas y demás en  las  que las  cosas captadas entran de acuerdo con sus características prevías.
Ayer me llamó Rafa, que es buen lector para felicitarme por el libro. Quiere leer a Rivero Rivas. 100 x 100 de algodón. O seda. ¡Hundido!


El domingo tuvimos la última despedida de Roxana y vino con la aristocracia agraria al garaje. Fue una degustación muy laboriosa de platos vascongados. Nuestro comportamiento ante la aristocracia agraria, tal como vamos, ni llega a ser pequeño burgués con ínfulas y necesidad de refinamiento y relaciones, sino directamente el de pequeño campesino arrendatario ansioso, con una serie de genuflexiones y complacencias, de la reducción impositiva de los dueños de los huertos.

Vino mi hermano, ya que se trataba de pescado y su paladar, fijado en la niñez y en la cocina de la madre (subrogación de la teta), lo aborrece, se personó provisto de la tortilla de hacendado de Mercadona. Se le había hecho una tortilla de las de concurso vascongado, y la tortilla hacendada (Hacendado, hacendosos, hacienda, aristocracia..) se la custodiamos en el frigorífico. Ocurrió que la tortilla rodante de hacendado provenía de otra localidad donde mi hermano había sido también invitado a comer. Para no degustarla tampoco, le pondrían algo de lo único que come: solomillo, ibéricos, queso y mucho pan. A las 3:30 la recogió de la nevera su tortilla zascandil y se la llevó a su casa. Debió recorrer la tortilla en un día, fácil, 30 kilómetros.


El próximo viernes día 10 es el homenaje a Ernesto Delgado Baudet en el Ateneo, ya tengo las ideas sobre las que hablaré en la mesa redonda.

1 comentario:

josep antoni pomal i gross dijo...

Lo de la tortilla es un guión magnífico para una "Road Movie", tipo Borat pero con el marco de la isla y con personajes de aquí, como la Dorada que nos envuelve...