viernes, diciembre 24, 2010
Mi hermano y yo les deseamos felices fiestas
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
La persecución actual de los cristianos
Muy alejado de la religión desde la adolescencia –crisis irreversible de fe en colegio de jesuitas y sustitución por el marxismo- , pertenezco a la cultura cristiana, la que me permite vivir como laico sin la más mínima cortapisa en una civilización que cuajó en torno a ella, gracias a las herencias de la razón griega, el derecho romano y la espiritualidad judía, cuya síntesis y difícil evolución determinaron finalmente la separación de la Iglesia y los poderes políticos y de estos entre sí, los derechos humanos y la libertad.
De Marruecos a Filipinas, pasando por Egipto, Somalia, Sudan, Palestina, Irak, Pakistán… se vienen produciendo con cada vez mayor determinación el asesinato, destrucción de iglesias, expulsiones y desplazamientos de poblaciones cristianas. Ha habido días que en letra pequeña he podido leer desde asaltos armados a iglesias con fieles dentro, a expulsiones de sacerdotes o pastores en ¡Marruecos!
Europa, emocionalmente unida, solidaria y activa en el odio al americano e israelí muestra ahora un silencio sepulcral, como cuando Sebrenica, Ruanda, Sarajevo, característico.
Europa ya ha simbolizado y dado nombres al Mal, y preventivamente vigila y conjura la "islamofobia", que es ese riesgo de que un mal sentimiento desplace y abrogue la cualidad del mal ya perfectamente definido, gracias a los grandes plebiscitos europeos que inundan sus calles y plazas siempre y únicamente si están implicados los vicarios de Lucifer.
Plantearse principios civilizatorios y diplomáticos como el de reciprocidad o equiparación, a efectos de una mera "correlación de civilizaciones", simplemente al mismo nivel de importancia de la "islamofobia" (que resulta un poco más débil de casuística y empirismo), no es siquiera discutible. Es impensable. Ni poder dibujar, ni escribir so riesgo de fetua, ni hablar, claro.
A lo más abrimos los ojos algo incrédulos cuando vemos a imanes o mullahs del totalitarismo islámico buscando ejercer la coacción religiosa absoluta y una policía de costumbres y cerrada y única moral incluso para las comunidades musulmanas de España.
Un filósofo judío Bernand Henri Lévi, hace unas semanas desde El País daba cuenta de todos los ataques criminales contra los cristianos país islámico por país islámico en los últimos tiempos. En esa gigantesca geografía los ataques no son con viñetas, como las de Mahoma, son a sangre, o en el mejor caso expulsión o posibilidad de huida. Un judío francés es el que se ha molestado en recordar las últimas acciones contra los cristianos.
Las estadísticas son claras y varían día a día, los cristianos iraquíes huyen al Kurdistan, lo mismo que de Pakistán, y desaparecen poco a poco incluso de Palestina, a pesar de su antisionismo.
Los cristianos que el Islam, en prácticamente toda su extensa geografía hace desaparecer de las más diversas maneras, son cristianos que ocupaban esos territorios antes que la religión del proselitismo a sangre apareciera por aquellos lugares. Son maronitas, melquitas, coptos, caldeos, católicos, ortodoxos, asirios…
La islamización creciente del brazo de ese fascismo político religioso no hace sino avanzar ante la pasividad de una Europa, siempre seducida por los totalitarismos más vigorosos: nazis, comunistas, fascistas y nacionalistas. Ahora que el gran entorchado mundial del totalitarismo y el monismo más irreductibles es el Islam: la umma, Europa se inclina seducida ante el ascenso imparable del fuerte, del atrevido y osado que muestra arrogante su fuerza. Europa siempre ha sabido inclinarse: es su más oscuro instinto
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
miércoles, diciembre 22, 2010
El choque de cosmovisiones
Ayer en Tijuana volvió producirse el choque de cosmovisiones. Todos los pueblos y los grupos se aman a sí mismos, a veces, a extremos obscenos.
Pero antes un inciso, el famoso Parnaso sanandresino envió a Tijuana a una de sus figuras de aura más ignífera y solar. Como Mitra, Júpiter, Thor, Wotan. Jamás antes ninguna lectura produjo, entre los tertulianos –esa condición tan dudosa y menor que no obstante encarnamos irónicos y satíricos, con actuaciones irreverentes- tanto impacto, como la que llevó a efecto, con versos propios, Armando Rivero. No pudimos los cuatro que estábamos menos que rendirnos ante su calidad y el tono de su soberbia dicción. Fantástica su poesía, fantástico él. De repente siento ganas de leerle (y se lo digo), cuando lo normal es que me pase lo contrario. La pregunta que se hace Ramón Herar, en su blog sobre las cajeras de Mercadona, es la pertinente. ¿Por qué Jesús –el magnate de los medios literarios: revista y radio propias- nos ha ocultado durante tanto tiempo a Armando Rivero, a la sazón pariente de José Rivero Vivas, la estirpe de mayor nobleza de esa República de las letras, tan surtida de bardos, vates, aedos y rapsodas, que es Saint Andrews? ¿Por qué el bar de Armando no entra dentro del recorrido de brebaje camellar del Parnaso? ¿Convenía ocultar al autor, porque tal vez descuelle demasiado? Son preguntas legítimas. Que incluso podemos contestárnoslas.
Armando Rivero apenas habló, estaba el gallego por medio profiriendo palabras seguidas -ríadas- que conformaban frases a cada cual más ondulante en su propio vértigo en espiral, y diciendo a la vez que no le dejaba hablar como que no hablaba. Lo típico si se sube o baja.
Armando, muy inteligente y literariamente muy preparado tuvo intervenciones esporádicas pero de las que reverberan y resuenan horas después. Una inteligencia (y solvencia) literaria interesantísima. Al dejar Tijuana contó de las capitales de la Península en que había presentado su obra. Nos supo a muy poco y me regaló un libro, que leeré.
El choque de cosmovisiones constituye una guerra de trincheras, que no de movimientos, es decir todo es pura inmutabilidad, comodidad, auto lisonja, satisfacción, intercambiabilidad, estricta equiparación y gusto muy democrático.
Uno es su gusto y todos los gustos son iguales. Uno, en definitiva, es su loa a sí mismo, -subjetividad roturada ante la madre-, nada que debatir. Y la mala suerte: no hemos tenido la suerte que merecíamos, el mundo se ha conjurado para ignorarnos. Hombre, si hoy es precisamente imposible, si ni queriendo, si no hay manera ni forma ni ocultación posible…
El debate siempre muy novedoso y distinto al anterior, sorprendiendo, imaginativo, chispeante, creativo, original, divertido. Pues de todo ello se encarga mi hermano, cada vez más zumbón y jacarandoso. Genial. No hay nada como ser habitado por Thomas Mann, Wagner, Goethe, todo Schiller, Winckelmann, Lessing, Ortega y Gasset… que son gente que dan mucho para hablar de la literatura, sí, para más de un programa no idéntico al anterior, o sea de la vida y la experiencia humanas.
Cada intervención de mi hermano supone un fuerte empellón de cualquiera de estos.
Pero antes un inciso, el famoso Parnaso sanandresino envió a Tijuana a una de sus figuras de aura más ignífera y solar. Como Mitra, Júpiter, Thor, Wotan. Jamás antes ninguna lectura produjo, entre los tertulianos –esa condición tan dudosa y menor que no obstante encarnamos irónicos y satíricos, con actuaciones irreverentes- tanto impacto, como la que llevó a efecto, con versos propios, Armando Rivero. No pudimos los cuatro que estábamos menos que rendirnos ante su calidad y el tono de su soberbia dicción. Fantástica su poesía, fantástico él. De repente siento ganas de leerle (y se lo digo), cuando lo normal es que me pase lo contrario. La pregunta que se hace Ramón Herar, en su blog sobre las cajeras de Mercadona, es la pertinente. ¿Por qué Jesús –el magnate de los medios literarios: revista y radio propias- nos ha ocultado durante tanto tiempo a Armando Rivero, a la sazón pariente de José Rivero Vivas, la estirpe de mayor nobleza de esa República de las letras, tan surtida de bardos, vates, aedos y rapsodas, que es Saint Andrews? ¿Por qué el bar de Armando no entra dentro del recorrido de brebaje camellar del Parnaso? ¿Convenía ocultar al autor, porque tal vez descuelle demasiado? Son preguntas legítimas. Que incluso podemos contestárnoslas.
Armando Rivero apenas habló, estaba el gallego por medio profiriendo palabras seguidas -ríadas- que conformaban frases a cada cual más ondulante en su propio vértigo en espiral, y diciendo a la vez que no le dejaba hablar como que no hablaba. Lo típico si se sube o baja.
Armando, muy inteligente y literariamente muy preparado tuvo intervenciones esporádicas pero de las que reverberan y resuenan horas después. Una inteligencia (y solvencia) literaria interesantísima. Al dejar Tijuana contó de las capitales de la Península en que había presentado su obra. Nos supo a muy poco y me regaló un libro, que leeré.
El choque de cosmovisiones constituye una guerra de trincheras, que no de movimientos, es decir todo es pura inmutabilidad, comodidad, auto lisonja, satisfacción, intercambiabilidad, estricta equiparación y gusto muy democrático.
Uno es su gusto y todos los gustos son iguales. Uno, en definitiva, es su loa a sí mismo, -subjetividad roturada ante la madre-, nada que debatir. Y la mala suerte: no hemos tenido la suerte que merecíamos, el mundo se ha conjurado para ignorarnos. Hombre, si hoy es precisamente imposible, si ni queriendo, si no hay manera ni forma ni ocultación posible…
El debate siempre muy novedoso y distinto al anterior, sorprendiendo, imaginativo, chispeante, creativo, original, divertido. Pues de todo ello se encarga mi hermano, cada vez más zumbón y jacarandoso. Genial. No hay nada como ser habitado por Thomas Mann, Wagner, Goethe, todo Schiller, Winckelmann, Lessing, Ortega y Gasset… que son gente que dan mucho para hablar de la literatura, sí, para más de un programa no idéntico al anterior, o sea de la vida y la experiencia humanas.
Cada intervención de mi hermano supone un fuerte empellón de cualquiera de estos.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
lunes, diciembre 20, 2010
De Madrid Juerga a Tenerife Reina
E. llegó de Washington el martes pasado a Madrid-Juerga y de allí se fue tras la exigente nocturnidad a Bruselas-Amigos. Ayer domingo el aeropuerto de Bruselas estaba impracticablemente blanco por lo que llegó tarde a Madrid y perdió la conexión para la subtropi(lo)calidad.
A las 13 horas (en lugar de a las 14) he llegado a Tenerife-Reina pensando que igual traían el viento de cola y se presentaban antes. El viento sin embargo se había puesto frontalmente hostil y con todos los nudos disponibles soplaba para retrasar. Tenía hora y media por delante. “Como me ponga a beber cañas…”, dada mi voracidad, oralidad, ansiedad, y además en un aeropuerto (en el que nunca se ve un famoso, pero es cosmopolitan) “no respondo de mi mismo”, me he sopesado.
“Me voy a poner a caminar”, me he aconsejado. Dicho y hecho. No sé realizar actividades intermedias y contemplativas. He andado unos buenos kilómetros por fuera de la terminal y sus ampliaciones longitudinales, que al nordeste las rebasaba, no así al sudoeste ya que colinda con otros municipios sureños más alejados. Me he dado cuenta de que era la admiración de taxistas, guagüeros, policías nacionales, las recoge-viajeros… y oficios anexos, y me henchía y me ponía a resoplar.
Estaba tan entusiasmado con mis largos enloquecidos de punta a punta del exterior de la terminal, hasta que me he dado cuenta de que ya no podía tardar mucho el avión y apenas tenía tiempo para tomar cervezas. Como siempre me decía mi madre que lo quiero todo, y es la pura verdad, he hecho un par de rondas por los bares para tomarme unas cañas. Y lo he logrado, pero a contrarreloj.
A las 13 horas (en lugar de a las 14) he llegado a Tenerife-Reina pensando que igual traían el viento de cola y se presentaban antes. El viento sin embargo se había puesto frontalmente hostil y con todos los nudos disponibles soplaba para retrasar. Tenía hora y media por delante. “Como me ponga a beber cañas…”, dada mi voracidad, oralidad, ansiedad, y además en un aeropuerto (en el que nunca se ve un famoso, pero es cosmopolitan) “no respondo de mi mismo”, me he sopesado.
“Me voy a poner a caminar”, me he aconsejado. Dicho y hecho. No sé realizar actividades intermedias y contemplativas. He andado unos buenos kilómetros por fuera de la terminal y sus ampliaciones longitudinales, que al nordeste las rebasaba, no así al sudoeste ya que colinda con otros municipios sureños más alejados. Me he dado cuenta de que era la admiración de taxistas, guagüeros, policías nacionales, las recoge-viajeros… y oficios anexos, y me henchía y me ponía a resoplar.
Estaba tan entusiasmado con mis largos enloquecidos de punta a punta del exterior de la terminal, hasta que me he dado cuenta de que ya no podía tardar mucho el avión y apenas tenía tiempo para tomar cervezas. Como siempre me decía mi madre que lo quiero todo, y es la pura verdad, he hecho un par de rondas por los bares para tomarme unas cañas. Y lo he logrado, pero a contrarreloj.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
sábado, diciembre 18, 2010
Ruíz Soroa y los controladores
Uno de los articulistas españoles que más admiro es el abogado José María Ruíz Soroa, que escribe, circunstancialmente, en El País y El Correo de Bilbao. Sus artículos se caracterizan por su absoluta independencia de criterio, la originalidad de sus puntos de vista, claridad expositiva, rigurosa construcción argumental, sentido común e implacable racionalidad.
Como prestigioso jurista que es, siempre es interesante conocer la vertiente jurídica de las cuestiones que trata, especialmente lo relativo a derechos constitucionales. En esa línea va su último artículo publicado en los dos periódicos. En él nos alerta del poder de las mayorías frente a los derechos de las minorías a cuenta de la huelga de controladores y el estado de alarma decretado, como su prórroga acordada en el Congreso. Señala que cuando la inmensa mayoría está de acuerdo en algo, más imprescindibles son los derechos de las minorías, máxime, como es el caso, cuando es ínfima y está desprestigiada. Ruiz Soroa lamenta la militarización de los controladores, y su sujeción a la disciplina castrense, al tratarse de una cuestión meramente laboral, por tanto soluble en ese ámbito.
Evidentemente, tras esa premisa, el carácter constitucional de la huelga, son correctas todas las comparaciones que hace. Es decir si así también debería actuarse con camioneros, maquinistas de metro o recogedores de basura. Para él el derecho a la huelga no tiene más límite ni hay más responsabilidad que lo que disponga la legislación laboral. Se me antoja que la libertad de expresión, por ejemplo, está mucho más limitada por otros derechos como la imagen o el honor que el derecho a la huelga, que no colisionaría jamás con otros derechos. Así como el derecho de expresión cuenta con el Otro, el de huelga no, y a quien no se atisba en derredor. Al no tener a nadie enfrente operaría prácticamente como un derecho absoluto.
Un derecho tan potente como el de la huelga que no tiene a ningún sujeto enfrente que lo pueda limitar, tampoco tiene otros intereses o bienes jurídicos que lo puedan condicionar. Como podría ser la libertad de desplazamiento de cientos de miles de personas, los daños casi incuantificables (materiales e inmateriales, particulares y colectivos) que lo ilimitado de ese derecho podría ocasionar, otros derechos laborales como las vacaciones… nada, este vigoroso derecho es un tótem. Sin duda.
Las nada libertaria izquierda española (la anarquista se volatilizó, y de la que la “Memoria histórica”, de manera muy alevosa, ha enterrado todo recuerdo) y la acomplejada derecha española que pactaron la Constitución Española concibieron la huelga de hecho como absoluta, bajo unas condiciones históricas, culturales, tecnológicas, económicas y un espíritu que nada tienen que ver con el presente, que por cierto, es con arreglo a ellas (las actuales) cómo deben interpretarse y aplicarse las leyes. Ya solamente el tráfico aéreo era ridículo. Es intelectualmente exigible considerar el desfase de contexto, la “diferencia radical de mundo”, por no rendir homenaje a los que con su lucha al comienzo el industrialismo consiguieron su reconocimiento, en situaciones imposibles de extrapolar.
No hay alusión ninguna a todo esto en el artículo, sino constitucionalismo formalista y con el que en el plano teórico estaríamos de acuerdo como formulación abstracta anti-empírica y ahistórica, lo que no deja de constituir una reducción del problema.
Tampoco entra Ruíz Soroa a considerar las características concretas de esa minoría, titular de derechos evidentemente. Una minoría que no hace honor a las demás minorías ni ínfimas ni menos ínfimas, habida cuenta su descomunal y excepcional poder fáctico (de hecho, correlativo y homólogo al estado de alarma), lo que obliga a tomar en consideración su realidad: minoría sí, pero oligárquica y ejerciente.
Habría un último aspecto para disentir y es que ahora se da la oportunidad única para plantearnos algunos debates y deberes teóricos abiertos y pendientes, tras años de silencio litúrgico. Y no cerrar el asunto con la aplicación de la legislación laboral. Otra legislación al fin a y al cabo. Pero sin debate, ni crítica, ni evolución.
Como prestigioso jurista que es, siempre es interesante conocer la vertiente jurídica de las cuestiones que trata, especialmente lo relativo a derechos constitucionales. En esa línea va su último artículo publicado en los dos periódicos. En él nos alerta del poder de las mayorías frente a los derechos de las minorías a cuenta de la huelga de controladores y el estado de alarma decretado, como su prórroga acordada en el Congreso. Señala que cuando la inmensa mayoría está de acuerdo en algo, más imprescindibles son los derechos de las minorías, máxime, como es el caso, cuando es ínfima y está desprestigiada. Ruiz Soroa lamenta la militarización de los controladores, y su sujeción a la disciplina castrense, al tratarse de una cuestión meramente laboral, por tanto soluble en ese ámbito.
Evidentemente, tras esa premisa, el carácter constitucional de la huelga, son correctas todas las comparaciones que hace. Es decir si así también debería actuarse con camioneros, maquinistas de metro o recogedores de basura. Para él el derecho a la huelga no tiene más límite ni hay más responsabilidad que lo que disponga la legislación laboral. Se me antoja que la libertad de expresión, por ejemplo, está mucho más limitada por otros derechos como la imagen o el honor que el derecho a la huelga, que no colisionaría jamás con otros derechos. Así como el derecho de expresión cuenta con el Otro, el de huelga no, y a quien no se atisba en derredor. Al no tener a nadie enfrente operaría prácticamente como un derecho absoluto.
Un derecho tan potente como el de la huelga que no tiene a ningún sujeto enfrente que lo pueda limitar, tampoco tiene otros intereses o bienes jurídicos que lo puedan condicionar. Como podría ser la libertad de desplazamiento de cientos de miles de personas, los daños casi incuantificables (materiales e inmateriales, particulares y colectivos) que lo ilimitado de ese derecho podría ocasionar, otros derechos laborales como las vacaciones… nada, este vigoroso derecho es un tótem. Sin duda.
Las nada libertaria izquierda española (la anarquista se volatilizó, y de la que la “Memoria histórica”, de manera muy alevosa, ha enterrado todo recuerdo) y la acomplejada derecha española que pactaron la Constitución Española concibieron la huelga de hecho como absoluta, bajo unas condiciones históricas, culturales, tecnológicas, económicas y un espíritu que nada tienen que ver con el presente, que por cierto, es con arreglo a ellas (las actuales) cómo deben interpretarse y aplicarse las leyes. Ya solamente el tráfico aéreo era ridículo. Es intelectualmente exigible considerar el desfase de contexto, la “diferencia radical de mundo”, por no rendir homenaje a los que con su lucha al comienzo el industrialismo consiguieron su reconocimiento, en situaciones imposibles de extrapolar.
No hay alusión ninguna a todo esto en el artículo, sino constitucionalismo formalista y con el que en el plano teórico estaríamos de acuerdo como formulación abstracta anti-empírica y ahistórica, lo que no deja de constituir una reducción del problema.
Tampoco entra Ruíz Soroa a considerar las características concretas de esa minoría, titular de derechos evidentemente. Una minoría que no hace honor a las demás minorías ni ínfimas ni menos ínfimas, habida cuenta su descomunal y excepcional poder fáctico (de hecho, correlativo y homólogo al estado de alarma), lo que obliga a tomar en consideración su realidad: minoría sí, pero oligárquica y ejerciente.
Habría un último aspecto para disentir y es que ahora se da la oportunidad única para plantearnos algunos debates y deberes teóricos abiertos y pendientes, tras años de silencio litúrgico. Y no cerrar el asunto con la aplicación de la legislación laboral. Otra legislación al fin a y al cabo. Pero sin debate, ni crítica, ni evolución.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
viernes, diciembre 17, 2010
De los cenáculos de Navidad
Como todos los años anoto cero comidas o cenas de navidad. A lo más me tomaré un aperitivo con Nuestro Amado Líder, mi hermano, Rafa y Oktaviansky. Sin mariconadas y esa tontería del “amigo invisible” que socializa antropológicamente al Funzionariat y a la empresa privada en una comunión de ceremonias/carcajadas sin ápice de gracia por lo demás. Un rito que les hace reír sin parar. Lo increíble es cómo se excitan las masas con el regalito de marras, que al mínimo descuido va a parar a enemigo, con los consabidos reproches de la pérdida de valor en el intercambio. No es más que un juego entre la tentación de esplendidez y el instinto de tacañería y mezquindad, que triunfa.
No me imagino un invierno sin navidad, que es el mes de agosto de esa estación emocionalmente agresiva. Por tanto, viva la feliz navidad, que la celebro por todo lo alto en lo que no es solidaridad/fraternidad de cubículo.
No obstante me gusta ver, como vi la otra noche en la ciudad de la cota de los 600 metros, a jovencitas con faldita corta y piernas largas, todas de negro y luego a ellos difusos y privados de encanto.
Vamos a ver, me gustan mucho los desfiles militares, pero de espectador.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
jueves, diciembre 16, 2010
De la foto de las Azores a la foto del bombo
La primera podía ser la foto de las Azores, la segunda es ya la de una implementación: Carme Chacón, la pacifista catalanista de aquel homenaje a la maternidad, que hizo pedagogía de unas fuerzas armadas abanderadas de la ternura y el misterio de la vida, del pañal y el nenuco, del sonajero y el sonido "dice: ma-má". Ni Eros ni Thanatos: una foto imbécil, como resumen de una generación de gente preparada como nunca antes exisitió, en torno a la catapulta -he aquí cumplida demostración- sin competencia del poder. De la foto de las Azores, como signo del Mal, a la foto de la embarazada como símbolo de la imbecilidad adolescente y demostrativa de la post-socialdemocracia leonesa y del Prat de Llobregat.
En otra foto se ve a la embarazada pedagógica insegura y desvanecida en Nueva York, presa de la pequeñez de su personalidad y autoestima, pero no acierto a colgarla (la foto, claro está).
Abajo comenta Agustín Enrique, sabio.
En otra foto se ve a la embarazada pedagógica insegura y desvanecida en Nueva York, presa de la pequeñez de su personalidad y autoestima, pero no acierto a colgarla (la foto, claro está).
Abajo comenta Agustín Enrique, sabio.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
miércoles, diciembre 15, 2010
Wikileaks y autotrasparencia
En este mundo nuestro ni una sola ansia de perfección y de alcanzar un estado de bondad y quietud que trascienda la condición mortal, imperfecta e insuficiente del hombre ha sido abandonada. El hombre es un ser que jamás renuncia a superar su condición mortal, no en vano es el más inflamado soñador de paraísos. Alguien verdaderamente loco, irresignado a la pérdida del paraíso, que cada poco inventa algún régimen criminal que se pretende divino. Su rebelión contra la condición mortal del hombre es tal que, suplantando al Creador, quiere fundar el hombre nuevo, una suerte de mutación e ingenio genético moral.
Los más ausentes y timoratos descubren ahora el mundo diplomático (casualmente norteamericano), con sus intereses, intrigas, prevenciones, intereses…. Exactamente lo mismo que se da en las empresas, entre los funcionarios, las familias, los grupos de amigos: engatusar, seducir, barrer para casa, intrigar, buscar las posiciones ventajosas... Lógicamente nada distinto a lo que se hace a otra escala y marcado a fuego en la antropología de cualquier grupo.
Los más tontos ponen el grito en el cielo, y buscan un orden pleno de trasparencia, un mundo orwelliano o el panóptico de Jeremy Bentham, donde no haya recoveco a la confidencialidad, el secreto, la intimidad, a lo no visión.
Assange, ese gran producto de su madre, esa increíble modelación de ella, debe ser trasparente consigo mismo. Es sumamente interesante su vida sexual, y su responsabilidad ahora es grande, quién nos muestra la literalidad y la orografía de mundos ya conocidos, debe hacer lo mismo con su vida sexual. La fórmula para todos, más para quienes nos influyen y tienen poder.
En él hemos confiado para la trasparencia total, lógicamente hasta la obscenidad.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
sábado, diciembre 11, 2010
El homenaje a Ernesto Delgado Baudet
Ha dejado un comentario Marisa al post de debajo de este, en el que dice echó en falta, en el homenaje a Ernesto, algunas caras. Ella igual no los vio, pero en la misa de San Francisco si estuvieron Gaviño y Fernando Senante. Pero sí echamos en falta tanto XY como yo (lo comentamos de madrugada al bajar) a gente de una época y de algunas entidades. No solo ayer, sino en la misa de primeros de septiembre. En realidad, de todos aquellos no había ni uno solo.
Yo no entiendo mucho de clases medias ni de ámbitos o entidades culturales, mucho menos mezclados. Pero tengo oteadas como poco a dos (clases medias) y solo encuentro una diferencia: una podía tener trajes de sastre pero sin un sólo smoking, en cambio la otra tenía el smoking pero no los trajes de sastre. Nada importante: dos cosmovisiones. De las cuales, con todo, conviene salir corriendo.
Creíamos que Ernesto entonces y por aquellas entidades estaba casi mimado. Parece ser que si lo fue, aquel cariño se esfumó. La vida de Ernesto ha sido sumamente singular, la de un heterodoxo, curiosamente bastante más liberal que la ciudad que lo vio nacer, que tanto presume de serlo. Además se obstinó en no ponerse servicial con las estructuras, y eso que era muy dadivoso, como ayer se puso de manifiesto: muchos de los que leyeron poemas de él aludieron a todos los libros y películas que les regaló.
Ernesto, como si las estructuras y sus redes no existieran, anduvo por la empresa privada.
Como ya no queda nadie no avisado, ¡cuántos sueños rotos!, todos saben que cualquier homenaje sin canapés estructurales (obviamente no cuentan porque nada avalan), va a ser privilegio que se barrunta más bien totalmente esquivo. Esto sí se sabe, vaya que sí, y otra cosa sería algún (muy escaso) acto de condolencias recíprocas. Que es para lo que sirve la forma propia de la sociabilidad de cada lugar.
Sería el ambiente y momento idóneos para sobreseer repasos, celos, vanidades, inquinas, tal vez enormes frustraciones…El homenaje que se le brindó a Ernesto fue a cargo de amigos y de personas que apenas le conocieron pero que admiraban su obra y la persona. Aquí Ernesto marca la diferencia como autor de culto que es. El autor de culto, lo es en su propio medio, y es así considerado por iguales y avezados, que no se limitan a despachar comentarios conforme a criterios de ocasión (y cálculo personal) sobre la obra de un autor, sino que testimonian de su importancia y valor. Ahí está, incluso a escala superior, un gran amigo de Ernesto como es José Carlos Cataño.
Ernesto, que se permitió romper el carácter lineal (con sus protocolos sucesivos) de su biografía, se apasionó por cuestiones no solo completamente ajenas a la poesía sino encontradas con ella. Ni contemplativo, ni ensimismado, ni pasivo, ni cobijado en las estructuras culturales, ni funcionario, ni lastimero, ni casa de seguros en la que llorar como Kafka. Sino gestor, comercial con su cartera de clientes, con sus contactos sus comidas.. encantado de serlo además. Disfrutando, que eso lo pude ver yo. Pues bien, pues también poeta, y de muchísima altura. ¿Coste/rendimiento? Demasiado contundente. Otros en cambio… tanta filigrana…
Ernesto vivió también en el lado salvaje de la vida (que la timorata clase media de maneras de casino conoce de, a lo sumo, algún simulacro precoz), pero sobre todo, en la otra orilla –siempre buscaba la otra orilla-, y con el curso de la vida totalmente alterado, disfrutando de la filosofía y divirtiéndose con la prosa y ganando de paso algún premio. Y sufriendo, pero en absoluto por culpa de nadie, sino de él mismo, lo que tenía no bien claro, sino clarísimo, y que no es objetable.
Elsa López leyó un texto magnífico qué emocionó, Cecilia Domínguez, Juan José Delgado, Agustín Enrique Díaz Pacheco que circunnavegó, Orlando Cova cerró los puños, alzó los brazos contra el techo y desbarró, Antonio Pérez, (filosofía), alguien de Unapro (a la mayoría no conocía), poetas, Pepe Marrero al que conocí, mi hermano –que dará una conferencia sobre Wagner en Filosofía- que conoció a Ernesto en casa y al que también regaló un libro, Samir Delgado, amigos escritores de él a los que seguía sin conocer, Iñaki Marieta (filosofía) que fue el que mejor leyó “ ten en cuenta que he recitado en griego en la École Normale Superieure de París". Durante hora y media o así. Casi nadie se limitó a leer un poema sino que la mayoría se refirieron a los encuentros tenidos con Ernesto. Uno le agradeció el material que para su tesis le regaló Ernesto, otro muy joven, poeta, dijo tener una sensibilidad parecida y hubo hondura, muchísimo afecto, emoción, gran pena… y… la infinita pérdida.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
viernes, diciembre 10, 2010
Ateneo de La Laguna, Viernes 10 diciembre 20.30 horas
Ernesto Delgado Baudet, siempre entre nosotros
{1961 - 2010}
Conocedores y amigos se reunirán para leer y conversar en torno a la figura y obra del escritor.
Tras una mesa redonda con Rafael Fernández Hernández, Coriolano González Montañez y José Mª Lizundia, coordinada por Elica Ramos, los asistentes que lo deseen podrán hacer lecturas de su obra.
{1961 - 2010}
Conocedores y amigos se reunirán para leer y conversar en torno a la figura y obra del escritor.
Tras una mesa redonda con Rafael Fernández Hernández, Coriolano González Montañez y José Mª Lizundia, coordinada por Elica Ramos, los asistentes que lo deseen podrán hacer lecturas de su obra.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
miércoles, diciembre 08, 2010
Todorov y la memoria histórica
No entendía por qué Tzvetan Todorov tenía tanto predicamento entre los progres, hasta que descubrí su formulación del esencialismo de los derechos humanos, cuyo tono crítico permite avalar “diversidades” en que aquellos puedan ser perfectamente barridos. Salvo esta cuestión, el conjunto de su obra es de muy difícil lectura progresista. Por esa circunstancia (el esencialismo) digo yo que viniera con dos relaciones públicas y divulgadores de la escolástica progre (como son Samir Nair y Juan Cruz) a Cajacanarias a un acto progresista local, al que no faltó nadie. El típico auto de fe en torno a la Foto de la Azores, una comunión que divierte, transforma y proyecta, que ha resultado ser el cuerpo teórico del nuevo progresismo pancarta. Cuántas veces he tenido que callarme ante esa argumentación de tanta profundidad racional.
Ayer volví a admirar a Todorov por su artículo en el periódico del fondo de inversión norteamericano Liberty que cotiza en la bolsa neoyorquina, sobre la represión de la Dictadura militar argentina.
En el capítulo de errores cometidos por el suscribiente figura haber admirado hasta límites inconfesables a todos aquellos que empuñaran las armas revolucionarias en Latinoamérica. También era muy joven. Todo las acciones terroristas de Montoneros, ERP o Tupamaros me parecían obras de ingeniería aeronáutica, inteligencia computer y testosterona revolucionaria. Había decidido que en el mundo no había ni un solo inocente. Era mi concepción (generacional) post-cristiana del pecado original. La comprensión laica de la Caída.
Qué acciones en pleno centro de Buenos Aires de Montoneros y ERP, a veces el mismo día, con una intrepidez que ni en el cine. Fui un fan y les seguía con arrobo. Cuando el golpe de estado se formalizó, ya venían operando los siniestros Ford Falcon y el terrorismo de estado, y se celebró el mundial de Argentina volví a ver al pueblo español (en todas sus variantes) con su proverbial neutralidad ante cualquier violación de los derechos humanos. Como siempre, cobarde, penoso, lacayo, vil, despistado.
Y el rapto de locura colectiva de los argentinos, tanto en aquel Mundial del 78 como cuando se les ocurrió invadir Malvinas, lo viví tan asqueado que jamás olvidaré.
Cuando los argentinos, esa raza de percusionistas estimables, jaleaban a Videla, Masera… vivían gestas y epopeyas contra holandeses y británicos, yo sentía desprecio y odio absoluto, enconado… todos sabíamos de la ESMA, la picana y los desaparecidos.
Como ocurrió en España observé estremecido los súbitos arrebatos de responsabilidad moral y política de las masas argentinas silentes y colaboradoras con la dictadura, cuando descubrieron la memoria histórica, otros tardíos, cínicos, hipócritas e inmorales sacristanes.
Todorov, que ha visitado la ESMA, se permite algunas consideraciones contextuales, históricas, analíticas, racionales ante la exaltación maniquea, sectaria, dogmática de unos santos de toda santidad sin un solo crimen de los que dar cuenta, ni aviesos programas e ideas políticas revolucionarias, por supuesto totalitarias, bien demostradas en la propia praxis.
Todorov abomina de las memorias históricas que patrocinan las izquierdas sin futuro ni ideas, paupérrimas de pensamiento y secas de cultura, que como vulgares fascismos, se dirigen a las emociones más primarias, a la repetición dogmatica de axiomas estúpidos, y a consagrar con un maniqueísmo torpe y de cruzada las diferencias más nítidas y enfrentadadas entre el Bien y el Mal. Con mayor enfaisis e indiscutibilidad que la Iglesia (pero sin siglos de teología y filosofía, lo que se nota demasiado).
Todorov reivindica el pensamiento, el análisis, los contextos, los órdenes de antecedentes y consecuentes, los desarrollos lógicos, los actos cometidos, los hechos acaecidos, los nombres de los liquidados, las ideas en nombre de las cuales asesinaban, secuestraban, juzgaban y robaban los revolucionarios. Colige que ERP y Montoneros, que sin poder institucional alguno mataron con entusiasmo y rigor cuantitativo, lo que no hubieran hecho de tener el poder del Estado. Los cobardes argentinos como los españoles, emboscados durante la dictadura, ocultan las conjunciones y correlaciones de hechos, mutilan y esconden la propia realidad e imparten moral y doctrina de necios. En Argentina y para Argentina (España II) no existieron ERP ni Montoneros ni hechos ni asesinados ni crímenes ni noticias no hubo nada, sino Maldad bíblica.
No tengo la menor duda de que si los revolucionarios argentinos hubieran dispuesto del poder de los militares, los habrían sobrepasado con creces en criminalidad genocida a aquellos. Que menos en nombre de la revolución socialista y una vez ganada la guerra que empezaron.
A la par, otros revolucionarios, los camboyanos jémeres rojos, asesinaron al 25% de la población de Camboya, sí, el 25%, los militares argentinos al 0,01% (Todorov).
Esta izquierda eclesiástica hipócrita y moralista, maniquea e inculta ignora que sus combates contra los hechos y la razón están de antemano perdidos. Al final toda su vacuidad e hipocresía refulge.
Ya lo dijo Mario Onaindia “Menos mal que no ganamos”.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
martes, diciembre 07, 2010
He escrito un libro
José Rivero Vvas: un mundo lirerario rotundo
Uno ya es capaz de confiar en sus impresiones y tener certidumbres. El librito sobre José Rivero Vivas me parece un libro logrado y estoy muy satisfecho de él. El aporte bio-bibliográfico de José Rivero Vivas es magnífico. Consigue impregnarlo de su tono literario tan absolutamente personal (/inclasificable en boca de mi hermano).
Cirilo Leal me dejó un mensaje en el móvil verdaderamente entusiástico. Parecía convertido al islam. Luego mi hermano que trató de aplazar la lectura (le tuve que chantajear con la no asisitencia a una cena) y que es un burócrata de sí mismo (su ocio está sometido a una suerte de planificación del NEP soviético), sentenció que tanto Rivero Vivas como yo somos inclasificables. A mi hermano le ocurre, y eso se lo descubrí en Tijuana, que él no se aproxima en sus juicios a las cosas como un fenomenólogo, como lo hubiera hecho Husserl con su “zu den sachen” ( ¡a las cosas!), sino que busca la mirilla o el visor en la estructura mental donde acoplar lo captado. Las cosas se acercan a él que es quien tiene sus lentes de colores, cuadrículas, estantes, cajitas y demás en las que las cosas captadas entran de acuerdo con sus características prevías.
Ayer me llamó Rafa, que es buen lector para felicitarme por el libro. Quiere leer a Rivero Rivas. 100 x 100 de algodón. O seda. ¡Hundido!
El domingo tuvimos la última despedida de Roxana y vino con la aristocracia agraria al garaje. Fue una degustación muy laboriosa de platos vascongados. Nuestro comportamiento ante la aristocracia agraria, tal como vamos, ni llega a ser pequeño burgués con ínfulas y necesidad de refinamiento y relaciones, sino directamente el de pequeño campesino arrendatario ansioso, con una serie de genuflexiones y complacencias, de la reducción impositiva de los dueños de los huertos.
Vino mi hermano, ya que se trataba de pescado y su paladar, fijado en la niñez y en la cocina de la madre (subrogación de la teta), lo aborrece, se personó provisto de la tortilla de hacendado de Mercadona. Se le había hecho una tortilla de las de concurso vascongado, y la tortilla hacendada (Hacendado, hacendosos, hacienda, aristocracia..) se la custodiamos en el frigorífico. Ocurrió que la tortilla rodante de hacendado provenía de otra localidad donde mi hermano había sido también invitado a comer. Para no degustarla tampoco, le pondrían algo de lo único que come: solomillo, ibéricos, queso y mucho pan. A las 3:30 la recogió de la nevera su tortilla zascandil y se la llevó a su casa. Debió recorrer la tortilla en un día, fácil, 30 kilómetros.
El próximo viernes día 10 es el homenaje a Ernesto Delgado Baudet en el Ateneo, ya tengo las ideas sobre las que hablaré en la mesa redonda.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
sábado, diciembre 04, 2010
Pepiño Blanco, el Príncipe
Maquiavelo era un pluralista, como nos enseña Isaiah Berlin, por lo que distinguía los valores de la Iglesia de los del príncipe. Éste debía regirse por los valores que orientasen su política a los fines de gobierno. No decía que unos valores debían prevalecer sobre otros sino que eran distintos campos de actuación, sujetos a principios diferentes.
Hoy he admirado a Pepiño, como nunca había admirado a ninguno de la secta ni creía pudiera hacerlo. Les he oído sus declaraciones con suma atención, y se induce con claridad la jugada. Hace unos días ya se había anunciado la privatización parcial de Aena, era interesante para el futuro poder sacar al mercado una empresa rentable y sin el pesado lastre del agujero negro de los controladores. Aena ha comprimido al máximo el gasto y las inversiones públicas han salido muy resentidas, por lo que no podía mantener esos gastos corrientes.
Ha elegido (el gobierno) el día del decreto, ha sido una provocación principesca, y les ha salido mejor de lo previsto, vaya que sí. La soberbia ha conducido a la mafia a la trampa de forma tan exaltada como ciega. De manera que toda la opinión pública sin una sola excepción ha cerrado filas con el gobierno y se ha puesto en contra de la mafia aérea. Era el momento el puente, y no otro día como dice la oposición y algunos medios, y el trastorno debía ser de hecatombe. Una apuesta estratégica de órdago, que era la que precisaba el príncipe/gobierno. Ni en navidades, nunca más se repetirá la huelga salvaje, dice el gobierno. De paso aclara el jaque mate. Ahora sí que tiene las manos libres el gobierno. Puede acabar toda la mafia sin antigüedad, tras expedientes y comienzo de cero y jornada normalizada.
Un mundo que agoniza
Una larga lista de víctimas e injusticias. No sólo pacíficos ciudadanos con sus vacaciones arruinadas, sino gigantescas pérdidas económicas, trasplantes y operaciones truncadas, órganos que debían viajar caducados, presencias urgentes e irrepetibles impedidas, daños incalculables, incomodidades, indignación, rabia, dolor… Injusticia máxima.
Joaquín Sabina, en su vertiente de pensador político, ya dijo a cuenta de la huelga de septiembre pasado, que la huelga era sagrada. Un gesto de fidelidad extrema al pasado. Un pasado liso, actual, intercambiable y presente, un tiempo tonto repetido, un tiempo sin tiempo. Es difícil concebir que la huelga sea sagrada en el territorio de la opulencia y el despilfarro y la ebriedad consumista de la era postindustrial. Son magnitudes de no fácil acomodo. Ay, el nicho histórico, el contexto objetivo, la era industrial…
La huelga era sagrada a finales del XIX y durante buena parte del XX, y allí donde floreció en Inglaterra o en las minas de Bélgica, o para los proletarios alemanes, rusos o norteamericanos.
La huelga fue sagrada y los que murieron o sufrieron penalidades inconcebibles para que se la reconociera e institucionalizara, no imaginaron las actuales condiciones de trabajo. Los marxistas (que fuimos) sabíamos eso y que hubo revueltas campesinas sangrientas, rebeliones de oprimidos y penados y que la huelga (no revuelta o rebelión) se produjo en los albores de las primeras acumulaciones capitalistas.
La huelga está dejando de ser sagrada, más allá de su legalidad o ilegalidad, al menos en estos pagos europeos, como también lo van a dejar de ser otros reductos de hiperprotegidos profesionales. La sacralidad, en todo caso, acompaña cada vez más a los que la padecen: los ciudadanos con derechos a vacaciones, los enfermos, los padres adoptivos que iban a ser juzgados para otorgar la paternidad en Addis Abeba y un cúmulo de gente con necesidades propias que no se pueden vulnerar.
Otra particularidad carpetovetónica que se tambaleará cada vez más serán las bajas médicas de conveniencia.
El decurso del tiempo no deja de hacer quiebros e inflexiones, el futuro está más abierto que nunca y más incierto. Europa ve como van cayendo una a una todas las fichas del dominó, pero sigue mirándose al ombligo. La propia centralidad le impide ver más allá de sus fronteras, y sigue sin atenerse a cada uno de los elocuentes signos de su marcha hacia la total marginalidad. Se creyó que todo lo que le convenía era sagrado. Y no son ni las bajas médicas (fraudulentas).
Su cultura de protección e igualdad, como lo ha entendido Europa va a ser arrasada sin contemplaciones, por un conservadurismo europeo absolutamente centrípeto como paralizante, que antes aniquiló la imaginación y toda creatividad.
Entre tanto, Pepiño, héroe maquiavélico.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
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