miércoles, septiembre 17, 2025

El Día: Ahora en Washington, otra América (y original)

 


Uno  fue creciendo  conociendo el magnicidio  de John Kennedy y los asesinatos de otros líderes políticos, como su hermano Bob Kennedy y Martin Luther King.  Los que morían asesinados eran demócratas progresistas, esa parecía la ley del crimen político norteamericano, que casi  quiebra Trump muchísimo después (aunque antes se produjo el asalto al Congreso), con los dos intentos (o uno y medio) sufridos  de  candidato. Pero tras el asesinato de Charlie Kirk  parece cobrara virtualidad la ley del péndulo. De repente, las redes arden de reels, clips, videos de sus intervenciones; de serme totalmente desconocido pasa a omnipresente ¿viviré  un hito  histórico? Hasta entonces en  nuestra calle y camino del parque, los árboles  están llenos de pasquines, son avisos a los emigrantes; dicen algunos, cuidado con el parque, puede estar la ICE (emigración y aduanas); se ven menos latinos, como si a  algunos se le hubiera tragado la tierra. Un amigo de mi hijo me cuenta que, por su barrio, la zona del Wharf, piden a veces la documentación. Charlie Kirk no es el único protagonista, aunque sí el más destacado, se ha podido ver como el disparo en el cuello hace brotar la sangre como un surtidor. La otra escena del día es la imagen aterrada, segundos antes de ser asesinada en el tren, de la joven refugiada ucraniana Irina Zarutska, por un afroamericano que acumula condenas de cárcel. El asesinato de la joven Irina a cuchilladas es en presencia de otros viajeros afroamericanos  que no se inmutan. Se compara con el caso (invertido) de George Floyd y subsiguiente Blacks lives matter. Pero el protagonista, el héroe -pienso si podría ser otro Martin Luther King- tenía 31 años y dos hijos. Lo más proverbial era su vocación y capacidad para el debate. Estaba verdaderamente dotado, lo buscaba y provocaba por los campus. Al parecer tenía su organización, de seguidores de Trump.  Da el micrófono a sus adversos, muchos wokes, que recitan y argumentan letanías, y alguno provoca, sin que se rompa el diálogo. Kirk responde a sus adversos, razona y argumenta y no se deja llevar por la cólera o la indignación, pretende persuadir, uno lo quita la visera que lleva, se la devuelven, pero no le perturba. Para un español de paso por Estados Unidos las imágenes son desconcertantes por los woke: ni un solo Patxi López, negando, cancelando la palabra, de iracundo feriante afincado en la garrulería extrema. Los woke, en comparación, parecen de la Escuela de Frankfurt.

La reacción  a su muerte es muy significativa, desde John Fogerty a Mike Jagger, de Bob Dylan  a Chris Martin ¿si un cambio histórico y  superestructural  ya se estuviera gestando?

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