Estos tres libros los compré en Las Palmas con ocasión de la No presentación de mi colección Ensayos Saharianos. Desde que hará más de 20 años descubrí a los escritores tenidos por fascistas, bueno, lo eran en realidad, gracias a autores como Francisco Umbral, Juan Manuel de Prada, Juan Manuel Mainer, y por dos veces comprado (lo presté) y leído Las armas y las letras de Andres Trapiello, me han interesado esos autores que además eran vanguardistas, la literatura iba por un lado y la política por otro. Los dos bandos infumables y terroristas, no así la tercera España, la liberal y democrática de tantos: Ramón Gómez de la Serna, Chaves Nogales, Clara Campoamor, Ortega y otros. La de aquellos que antes que ganara Franco ya se exiliaron, ¿se me entiende? De la II República, pero no para pasarse a Franco.
Antes de malreferirme a Montaigne, indicar que Jacinto de Miquelarena era de Bilbao, por parte mía también lo soy. Me estoy leyendo su biografía de su nieta, con escaso entusiasmo, la verdad. No es el humor que me guste (es imaginativo bastante), ni su escritura y hay un tono de derechas que me resulta un tanto contrario a mi forma de ser. No de pensar, tengo el vicio de pensar por mí. Pertenezco a la tradición y cultura de izquierda, aunque desde hace años no les vote ni loco. No soy ya de los paleoizquierdistas eternos y monistas, tan rocosos, decrépito pero inerosionable pedregal.
Ocurre con la identidad algo similar, es un bilbaíno distinto a con el que me podría identificar yo, aunque más que con los actuales en serie de cartón piedra. La identidad colectiva no es que no exista es que no puede existir, que es más grave. Entiendo que el que siempre ha tenido una zona de confort, un mismo ambiente, mismos amigos con sus ideas de prestigio y unanimidades, y contactos se sentirá perteneciente fundamental a ese ente organicista pequeño y siempre circundante, pero si uno se aleja- pensamiento propio o nomadeo por otros ambientes y mundos- desaparecerá el gregarismo, ese compacto ideológico. Verá que es algo que nos precedía y venía dado, costumbre, marco mental, lealtad generacional y ambiental, cosmovisión. La identidad colectiva es inviable en sus propios términos, es un oxímoron.
Es la contradicción, ¿cómo puede ser la identidad colectiva? La identidad individual podrá reconocerse en otras identidades individuales con las que comparte usos, hábitos, lugares comunes , preferencias, pero también vivirlo incluso muy lejos de esas características, que tengo a bien mucho estimar.
Este libro tiene su aquel (fue con el que le descubrí en Pamplona en 1996), lo compré también en la librería Canaima de Las Palmas. Desde que escribí un pequeño ensayo sobre él en una revista cultural, dejé de leerlo, pero ya lo había leído en más de 20 libros. Otro tanto me pasó con Ernest Jünger un gigante de la vida más profunda vinculada al cosmos, la sensibilidad y el sufrimiento y coraje como conjunto de la vida.
Compraba a Peter Handke con igual voracidad que a Thomas Bernhard, pero eran distintos, siendo los dos inmensos. Bernhard como otros, literaturalizó su vida, Handke sumergió su vida en la literatura, vaso hermético, que casi nadie lo consigue.Thomas Bernhard se redimió autobiográficamente muriendo solo en un hotel de Torremolinos ¿cabrá algo más poético? Handke fue a Soria e escribir el ensayo sobre el Jukebox y se fijó en las losas de las aceras de Burgos, y sus incisiones dibujadas.
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