viernes, julio 06, 2018

"Duna Desnuda" de Bachir Edkhil: mi epílogo

Ya a la venta AMAZON, contraportada de Clara Riveros

Bachir Edkhil debía sortear un camino erizado de trampas,  tentaciones y oportunismos, porque el Sáhara es un campo abonado para ultrajar  la literatura,  que es en lo que incurren sin remisión  el turbión de poetas saharauis afectos al Polisario  (muchos viven en España), cautivos de los requerimientos de sus proveedores materiales y morales españoles, siguiendo un guión ya  perfectamente escrito e interiorizado. Sin más fundamento que  el victimismo, la solemnidad épica, el exotismo (¡algo occidental!) del desierto, la falsa nostalgia de la sociedad  tradicional nómada, el panfleto, la arenga… ¿Pero para quienes escriben ellos? ¿Para la mayoría de saharauis que viven en el Sáhara marroquí, para los de los campamentos o para sus amigos españoles? Las “luchas  finales” siempre han sido pródigas en propagandistas épicos y  panfletarios,  pero  no de literatura digna, que recusa esos mimbres de manera radical.
Tratamos de encuadrar a Edkhil en unas coordenadas precisas, que aunque para él no sean importantes, no debíamos nosotros pasar por alto. No hemos hecho sino advertir, para realzar, confrontando el contexto de origen y proximidad, de su originalidad. Nuestro escritor tiene mucho más vida política  comprometida que el conjunto de esos poetas;  ¿de qué no hubieran sido capaces éstos con ese acervo? Edkhil apenas hace  referencia  a localizaciones geográfica concretas (solo menores y difusas), ni identifica nominalmente organizaciones, países, conflictos, bandos... Esto… ¡en el Sáhara! No quiere que la arena (la literatura) se le escape entre los dedos, que es lo que les ocurre a la Generación de la amistad y demás coordinadoras de escritores campamentales.
El paisaje, los acontecimientos, el mundo de la  vida están dentro del texto, no son mostrencas referencias del exterior.  En nuestro escritor, que se diversifica en tantas actividades en su vida -sus proyecciones son múltiples y su personalidad poliédrica-,  como comprobamos en “Duna desnuda”,  lo que subyace rocosa  es la subjetividad,  cuyo nutriente más íntimo y confortable es la pulsión poética. La  empatía inevitable en la relación con él, su efusividad verbal, su habla ya delata ese fondo de metáforas, imágenes, choques de sentido y quiebros finales. Cuando hablas con él siempre esperas al final, la oración subordinada e insurrecta que va a comprometer a las principales recién dichas. Con un resultado muy probable: la risa.  
   El estilo y pulso poético, la musicalidad, la forma literaria no se eligen, están ya. Para ser un autor con apenas obra demuestra un  enorme dominio literario. Pronto se adivina una importante cultura poética y literaria, cultivada y extraída fundamentalmente de la española. Que es el idioma en el que se escolarizó, socializó y fue vehicular en El Aaiún español. Como que conoce los secretos de la versificación y las distintas formas, a clásicos y modernos, movimientos y escuelas. Pudiendo servirse de esas técnicas y modelos de versificación (y hacer mediocres ejercicios de poesía),  él, como  hace la poesía moderna, busca la versificación libre y más sutil, sin rima canónica, que describió Octavio Paz. Es por eso un poeta maduro, capaz, asentado.
Son muchos los hallazgos que encontramos en su poesía, empezando por la musicalidad. Su prosa narrativa está irrigada de poesía y música, aun siendo su narrativa eficaz y sólida no puede desprenderse de ella. Pero hay otras condiciones de maestría como son las imágenes que destellan a lo largo de esta obra, la variedad de registros de versificación que va tocando,   la elección de palabras y sus  vínculos más formales que  ideacionales entre ellas, pero sin olvidar nunca el sentido. Sin embargo toda la obra mantiene una profundidad existencial absolutamente notable y densa; el ansia de libertad individual, la centralidad del “yo”  -un “yo” también acusadamente civil, ciudadano-, el amor anhelado y frustrado, su absoluta independencia de criterio, de campos políticos…; su escepticismo de hombre sabio y experimentado que ha necesitado llegar a conclusiones ideológicas básicas y suficientes  (a “deconstruirse”, parafraseando a Derrida) por sí mismo, sin la ayuda de nadie: al núcleo desnudo que certifica la sabiduría.  Todo está contenido en “Duna desnuda”, una compilación de vida hecha literatura. Su doble vida.
No creemos pecar de ligereza al decir que Bachir Edkhil podría ser  considerado el “Poeta saharaui”. Su calidad y originalidad son demasiado infrecuentes para no merecer su entrada en un futuro en antologías y referencias, en el lugar más destacado.


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