Ya a la venta AMAZON, contraportada de Clara Riveros
Tratamos de encuadrar a Edkhil en unas coordenadas precisas,
que aunque para él no sean importantes, no debíamos nosotros pasar por alto. No
hemos hecho sino advertir, para realzar, confrontando el contexto de origen y
proximidad, de su originalidad. Nuestro escritor tiene mucho más vida política comprometida que el conjunto de esos poetas; ¿de qué no hubieran sido capaces éstos con
ese acervo? Edkhil apenas hace referencia a localizaciones geográfica concretas (solo
menores y difusas), ni identifica nominalmente organizaciones, países,
conflictos, bandos... Esto… ¡en el Sáhara! No quiere que la arena (la
literatura) se le escape entre los dedos, que es lo que les ocurre a la Generación
de la amistad y demás coordinadoras de escritores campamentales.
El paisaje, los acontecimientos, el mundo de la vida están dentro del texto, no son mostrencas
referencias del exterior. En nuestro
escritor, que se diversifica en tantas actividades en su vida -sus proyecciones
son múltiples y su personalidad poliédrica-, como comprobamos en “Duna desnuda”, lo que subyace rocosa es la subjetividad, cuyo nutriente más íntimo y confortable es la
pulsión poética. La empatía inevitable en
la relación con él, su efusividad verbal, su habla ya delata ese fondo de
metáforas, imágenes, choques de sentido y quiebros finales. Cuando hablas con
él siempre esperas al final, la oración subordinada e insurrecta que va a
comprometer a las principales recién dichas. Con un resultado muy probable: la
risa.
El estilo y pulso poético, la musicalidad, la
forma literaria no se eligen, están ya. Para ser un autor con apenas obra
demuestra un enorme dominio literario.
Pronto se adivina una importante cultura poética y literaria, cultivada y
extraída fundamentalmente de la española. Que es el idioma en el que se escolarizó,
socializó y fue vehicular en El Aaiún español. Como que conoce los secretos de
la versificación y las distintas formas, a clásicos y modernos, movimientos y
escuelas. Pudiendo servirse de esas técnicas y modelos de versificación (y
hacer mediocres ejercicios de poesía), él,
como hace la poesía moderna, busca la
versificación libre y más sutil, sin rima canónica, que describió Octavio Paz. Es
por eso un poeta maduro, capaz, asentado.
Son muchos los hallazgos que encontramos en su poesía, empezando
por la musicalidad. Su prosa narrativa está irrigada de poesía y música, aun
siendo su narrativa eficaz y sólida no puede desprenderse de ella. Pero hay
otras condiciones de maestría como son las imágenes que destellan a lo largo de
esta obra, la variedad de registros de versificación que va tocando, la
elección de palabras y sus vínculos más
formales que ideacionales entre ellas,
pero sin olvidar nunca el sentido. Sin embargo toda la obra mantiene una
profundidad existencial absolutamente notable y densa; el ansia de libertad
individual, la centralidad del “yo” -un
“yo” también acusadamente civil, ciudadano-, el amor anhelado y frustrado, su
absoluta independencia de criterio, de campos políticos…; su escepticismo de
hombre sabio y experimentado que ha necesitado llegar a conclusiones ideológicas
básicas y suficientes (a “deconstruirse”,
parafraseando a Derrida) por sí mismo, sin la ayuda de nadie: al núcleo desnudo
que certifica la sabiduría. Todo está
contenido en “Duna desnuda”, una compilación de vida hecha literatura. Su doble
vida.
No creemos pecar de ligereza al decir que Bachir Edkhil
podría ser considerado el “Poeta
saharaui”. Su calidad y originalidad son demasiado infrecuentes para no merecer
su entrada en un futuro en antologías y referencias, en el lugar más destacado.
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