jueves, enero 18, 2018

Ponente en foro internacional, Marruecos

Cuando ya tenía  el post casi hecho, me llega la bomba (algo había oído): estoy invitado  como ponente al   Foro internacional de Tarfaya a celebrar  durante 3 días   de abril en Tarfaya (Marruecos), donde estaba la  antigua frontera entre el Sáhara y Marruecos. Las jornadas  son sobre el Sáhara y las fronteras coloniales y el Sahel.
Curiosamente  más abajo hablaba de mis dos vidas, la clausurada y la inaugurada hace poco. El  comienzo tiene conexión con lo que más abajo  aventuro.
Ya me ha llegado el prólogo de mi último libro sobre el Sáhara, que ya aborda  aspectos culturales, religiosos, históricos del Magreb,  de mi generación que es la del Polisario y de sus amigos españoles (siempre  olvidados, no tienen  excesiva talla). Si el libro es el mejor que he escrito, el prólogo, resulta un sumando importante. Mi libro con el prólogo es un artefacto nuevo, más poderoso. Y además finaliza dejando constancia de que fue escrito en  Bogotá y a una fecha, lo que introduce el elemento cosmopolita. Contactos posibles y ya naturales. A E., que se lo mandé ayer le encantó. Supongo que ya no hay Sáhara sin mí (lo que en España no tiene ningún mérito),  con toda mi   falsa modestia, pero casi todo es susceptible  de objetivación y aquí  también. Yo no he contado la historia que han contado  todos los españoles, y hay en cada libro nuevos peldaños subidos.
He tenido catarro y estoy  medicado. Bromeo diciendo todos los sitios y gente que echo en falta y que me lo estoy perdiendo, estando en casa. 
Carl Gustav Jung cuando escribió su autobiografía ya advirtió de que su vida  a partir de los hechos externos, no tenía el más mínimo  interés, ya que había sido verdaderamente escueta.  No  así  la interior. Y tanto. Creía en los fenómenos  paranormales.
En  los  último  tiempos de mi vida  nueva, tengo sensaciones  que  se han venido  a  sedimentarse  hasta taponar  las rendijas o agujeros que me vinculaban a mi otra vida anterior, y servían  de canales de contacto entre los dos  mundos.  También tengo  la sensación de que hubiera emigrado  y habitase en otro país. Aunque uno jamás emigra a su  casa, ni la toma por país extranjero

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