Lo antepongo, es de mi hermano (profesor de la Pública): Por lo demás, el pobre Federico Nietzsche diría, si lo leyera ¡Esto no es un libro, es dinamita! Enhorabuena. Has creado algo cautivador, que arrastrará al lector al torrente que desatas en cada página. Ser tu hermano es una experiencia única.
Ahora mismo me ha
llamado, que es arrebatador, lo mejor que he escrito, está conmovido. Entiende, sus lecturas nunca han sido desperdiciadas.
Acabado el libro en
lo que a mí toca, nos asomamos a otro tiempo. Espacio y tiempo. Ahora laten,
porque se vuelven conceptos con virtualidad, encarnación,
referencias inmediatas. Tienen vida y son esenciales. Están ahí incitándote a rellenarlos. El espacio me da que pensar como
tal, como espacio con tiempo, como recorrido, que es la vida de uno, y el tiempo es clave con sus espacios. Sin duda ahora estoy implicado en el Magreb.
Tengo una conexión múltiple, que va ir a más. Resultó muy anómalo por
imprevisible, o no tanto; por idealizaciones, sueños, apetencias no era
posible que desembarcara en Canarias, de
donde decía que me moriría sin conocerlas. La vida dispuso y aquí estoy. Siempre lo hace.
Recorrido ese espacio resultará menor que lo haga en África. Nunca propendí a
ello, yo había vivido todas las ensoñaciones de la Europa húmeda y verde, esa
era mi paisaje, una prolongación de mi país, lo natural, no la meseta reseca
que menospreciábamos. Como lo vengo demostrando con hechos, realmente sí que
representa para mí esa nueva frontera, no digamos tras este último cuarto libro
y una serie de atenciones, que me hacen sentirme muy bien. ¿Y usted?
Acabando el cuarto libro sobre el Magreb -decir sobre el
Sáhara sería a estas alturas insuficiente- ya se abre una espacio vacío,
como muchas veces no hay nada después. Bueno, tenemos la ponencia, pero como ya
mandé el resumen dijéramos que ya está casi escrita. También he enviado la
página central del pasaporte para que me manden el billete, y también me han
preguntado desde donde voy a viajar. Puse Tenerife, aunque nadie estará más
ajeno que yo del lugar.
Tengo la suerte de vivir sin contactar con nadie, aislado,
con un territorio mínimo, la casa, la gasolinera donde compro el periódico y
cruzo siempre dos o tres frases y el Spar. No hablo, escribo y leo. Y no tengo
tiempo. En mi vida anterior disponía de mucho más tiempo. Hasta a mí me parece
una vida rara. Vivo pendiente de mis
proyectos, que no están nada mal, y viajes.
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