Pocos filósofos pueden competir con Wittgenstein. De no ser un
gran filósofo, es sencillamente
inverosímil hacerlo, pero ayer en el Oliver se demostró que es más sencillo. Fue algo inaudito. Por fin se produjo nuestra
aplazada cita de Mákaros.
Fue Wittgenstein (tocó de lectura) el filósofo que adquirió en
su momento (primeras décadas del siglo pasado) la más prematura
y máxima notoriedad filosófica.
Bertrand Russell, Ferge, Keynes cuando gozaban de todo el reconocimiento se
rindieron ante él, un veinteañero. Es uno de los grandes de la filosofía sin
tener formación filosófica, era un
ingeniero. Un tipo de extrema y máxima
rareza. Tres hermanos suyos se suicidaron, mientras él consagró su vida también
a meditar sobre esa posibilidad. Lo que era muy frecuente en la Viena de comienzos de siglo. No se decidió. Murió a la edad de
su padre y de la misma enfermedad.
Uno de los restaurantes de Alain Ducasse, que frecudenta nuestro filósofo
Hace años empecé a leer
el Tractaus. Como no entendía
nada lo deje, antes incluso de llegar a las fórmulas matemáticas. Bucee en mis bibliotecas, que tengo dos en dos edificios contiguos y encontré 4 libros sobre Wittgenstein y de él,
pero no el Tractatus, que estará
en algún lado porque nadie en sus cabales lo ha podido distraer. Por muy
extraño que parezca, el autor que eclipsó a Wittgenstein fue Gaviño, que entre
su importante acervo cultural no tiene cabida alguna la filosofía.
Mácaros. Somos como
una sociedad de caballeros sudistas, unos enciclopedistas criollos de las
Américas o unos socios ociosos de casino de provincias andaluz, con sus
terratenientes y sacerdote incluidos. Ayer la tertulia saltó por los aires, con
la entronización de Gaviño como autor de culto, no del todo, porque todo se inició por su execración absolutamente injustificada. Mi
hermano es el mayor fan de Gaviño, dice que la fiesta más divertida no llega a
una sola tarde con él. Lo que suscribimos XY, Fer y sus adeptos.
Alain Ducasse en el restaurante de Montecarlo
Aunque el resto de los caballeros no lo dijo, Wittgenstein, cierra
la lógica ajustando sus límites dentro del lenguaje y pensamiento, diferenciando ente lo que
se puede decir o solo mostrar. La filosofía carece de competencia en asunto de
valores: de ética, poesía y mística, lo que remite a sus contextos legítimos,
el comportamiento y las formas de vida, con toda su aleatoriedad y
contingencia. Es una remisión a los juegos del lenguaje que de paso los abre a
la semiología.
Nosotros gracias a Gaviño nos instalamos en las formas de
vida, en la quiebra de la lógica para determinadas regulaciones, en la invalidación de las palabras en los juegos
del lenguaje como meros dispositivos de exacta correspondencia
palabra/objeto. Gaviño, en estado de
flotación en el ambiente, colonizó la reunión, le buscaba en internet y lo mostraban. El
funcionario párroco creyendo que estaba en una de sus clases, se ausentó
desabrido.
Eguiar, experto internacional en la lucha contra la corrupción, en Guatemala camino de El Salvador combatiendo la corrupción. El gran problema es la impunidad, me acaba de decir.
El tipo más singular de Mácaros y el más fuerte es nuestro filósofo titular proveniente
de la alta burguesía, un intelectual de raza que maneja al completo la
filosofía, la filología, y muchas materias, pero que a la vez deslumbra por su exquisitez y cosmopolitismo extremos
de bon
vivant. Este es el que le tiene inquina a Gaviño, con quien debió
coincidir en un par de reuniones, le vio actuar y osa calificarle de zafio. ¡A Gaviño! Antes me había estado
contando -lo admiro totalmente, una síntesis
tan perfecta de su vida no he conocido, pero no tanto como a Gaviño-, que
prefiere el Alain Ducasse (el gran chef francés) de Montecarlo al dem bulevar Montaigne de París, y cosas de esas índoles tan espectaculares. Luego te puede
hablar de las mejores ediciones de Platón en inglés o francés.
- -- Gaviño que no es alta burguesía como tú, tiene
más plata que tú, no alpaca… -le estoy acusando.
- --- La alpaca es una horterada- me ataja
- --- Pues por eso mismamente, tiene mejores muebles que tú, mas arte contemporáneo y
libros que tú, y un piano –¿Qué marca es,
hermano?- de 100 años que no tienes tú, y además mientras
tú tendrás pintadas las paredes de tu casa de blanco él las tiene de azul añil, burdeos, verde oliva, calabaza…
y estuvo en casa de Pierre klossowski en París –cuéntaselo hermano. Es un seductor nato y tiene de muchas
materias los mejores archivos de Canarias.
Ha sido la primera vez que adecuamos nuestras lecturas
a formas de vida, juegos del lenguaje y contextos de comportamiento. Y se reventó el guión previsto.
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