nuestra sede
Como habitualmente visto con más que absoluta informalidad y
como una vez me vi en la foto oficial de un encuentro- Mácaros en el señorial
Oliver, de manera un tanto desarrapada, siendo el único que había omitido la chaqueta,
decidí ir con chaqueta ayer. Un poco de etiqueta.
Ayer vino un vascongado que es canario, pero de familia étnicamente pura y nacionalista
vasca. Tiene todas las características de las familias de los exiliados que mantienen vivo el fuego de la patria, sabe de
los baskisch. 24 apellidos vascos, como yo y palabras euskéricas. No siento la más mínima admiración por los
vascos, no más que por chechenos y yemeníes, y eso solo si estoy de humor, si
no los rebajo a Hamás. Con esta nueva
incorporación me sale la familiaridad o la tribalidad. No lo puedo remediar.
Transfusión RH. Aunque no pare de
escarnecer e injuriar a los vascongados.
El Comité ejecutivo: políticos, nihilistas y dubitativos
Todo el mundo tenía interés por mi viaje por el Oeste americano.
Juan a las 3:30 en la puerta del Oliver que le contara: haber venido antes. Es
otro, además del equipo del viaje, que se iría a vivir a EE.UU. En nuestro
grupo intelectual ya muy consolidado, -nos hemos constituido en una suerte de
hermandad, donde solo tienen cabida los elegidos- tengo fama de hablar el que
más, no dejar hablar, y expulsar (los
llamados golpes de Estado) a los alógenos, intrusos o indebidos. Inmerecidos. Hay
consenso en relacionar mis arremetidas contra nuevos, con el no regreso de los
ultrajados, para eso lo hago, escarmentados.
Como no solo no se solidarizan con los autoexcluidos (estimulados) sino que
casi lo celebran, y para no defraudar ayer me emplee a fondo. Volví acusarlos
de no leer los libros, o de hacerlo, no haberse enterado de nada, que es cuando
yo oficio sacerdotal, y ebrio de facundia mis palabras danzan. Y danzan porque
yo busco sorprender, el efecto inesperado, las salidas imprevisibles, que sea
imposible imaginar la oración subordinada o la frase siguiente. Mi argumentación,
que intento trascendente, no es más que escenografía, oportunidad, contraste
con lo que está por llegar. Y se ríen, porque sé hacerlo.
Como por los nuevos siento admiración, caso del ingente Luis
II o el vascongado, amplío diana y dardos contra el resto. Ayer les descubrí
otro vicio. Ya había denunciado en ellos su afán de buscar y proponer soluciones,
alternativas y arreglos-mundi. Hay dos modelos de intelectuales: el político y
el nihilista (ellos son políticos y yo nihilista, también mi hermano, luego
está Ex doctor Harris y el exministro canario de constitución dubitativa y
prudencial). No les basta con preocuparse por arreglar o recrear el mundo
como demiurgos, semidioses, héroes, sino que ahora buscan los propósitos,
intenciones, interpretaciones del autor leído, para así tener un franco diálogo
con él. Los abaten de sus peanas y
altares para dar rienda suelta a sus planteamientos, concepciones y cosmovisiones y sobre todo a su
vigoroso raciocinio crítico. A todos tutean, enmiendan la plana, revocan. Lo
importante no es lo dicho o escrito sino
lo que quiso decir. Así todos pasan por su tamiz, los hacen suyos y plebeyos,
no hay valoración sin firma, todos llevan sello. Autoría. Una suplantación de
autorías. Quitando el dubitativo ex doctor Harris, que se pone equidistante del
autor y de sí mismo, como el ex ministro canario, que son como una misma
persona… para el resto son punching ball. Estos saqueos los inició Juan Pedro,
que ahora que se ha vuelto tibetano y cultiva la indiferencia, los demás ocupan
su lugar. Me ríen las gracias, yo me crezco, me veo imbuido de inspiración y
vuelo por la noche nocturno y embaucador.
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