jueves, junio 01, 2017

Aeropuerto de Los Ángeles: el niño Fred Anthony

En Venice, Santa Mónica. Calle Cádiz,  una de nuestras plazas
                               L.A. antes del MC Donald, hambrientos de cultura


La catedral de LA de Rafael Moneo. En su mausoleo está enterrado Gregory Peck



Auditorio de música de LA Frank Gehry, claro parentesco con el Guggenheim
Viendo los surfers, alguno sin neopreno

Venice Santa Mónica, dispuestos para un coctail 


           MOCA
                                                               Playas de Santa Mónica







Los canales de Venice de Santa Mónica
Palabras mayores ¡Cy Tombly! SFMOMA

jueves noche en san francisco
intento de manifestación en San Francisco
Tras recorrer casi toda Arizona (amén de California), parte de Nevada le comenté a Fer en alguna de aquellas rectas en desiertos ilimitados: Con todo lo que hemos atravesado de Arizona y Nevada no hemos visto ni una sola base secreta. A lo que me contestó: por eso son secretas. Aunque me convenció de inmediato yo había fantaseado  con  “Danger”, drones, alambradas, lejanos dispositivos y esas cosas.
En el aeropuerto de Los Ángeles, la camarera es mexican, estoy solo en ese momento y aprovecho para hablar con ella. Su hijo se llama Fred-Anthony. Ella se casó con un  “blanco” (a mí se me saca de la raza vasca que tantísimo admiro -primeros huevos de la serpiente-, y me pierdo). Le digo: será anglo. Se llama Fred como su padre y por parte mía, como su padre y abuelo, Antonio, o sea Anthony. Luego nos tomamos todos unos coctail. Antes de marcharnos le digo: Fred Anthony en realidad es anglo por todos los lados, porque Antonio está traducido. A lo que me responde ella: no pegaba Fred Antonio y sí Anthony. Busco una fórmula conciliatoria y apostillo: es verdad, ahí está Marc Anthony sin ir más lejos, que no por ello pierde sus raíces hispanas. Me desea buen viaje.  
Nuestro coche ante los surfistas de Santa Mónica a Malibú
Atroz, sobre mi último artículo dijo que era acrítico con Norteamérica, lo que ha hecho que suspendiese toda relación con el infausto golem Atroz, hasta el momento de  contradecisión.
Los dos artículos que he escrito sobre EE.UU. han sido con un plus de intención: mostrar a los más necios realidades de USA. Es que es tan alto el nivel de ignorancia, zanganería y sistema de creencias de baratillo dominante en todo el recorrido vital de la mayoría, que asusta.
Arriba en un bar de coktails, abajo ya en el restaurante la noche del sábado en los Ángeles
Sé de sobra que por mucho que escribas a nadie vas a cambiar sus prejuicios y a prioris, su pequeño mundo de certezas mayoritarias compartidas. No hay nada que hacer, pero hay que intentarlo una y otra vez, tienes que tener gusto por las derrotas y fracasos, por los medios desprovistos de  fines, por la cháchara sin profundidad, las nubes como de mosquitos de premisas dominantes, de grandes verdades prestadas. Por el pensar de grupo. Es una virtud fundamental la caída, la rodilla en tierra, la lejanía terapéutica, el sabor neutro de la tierra.
En San Diego
el lunes pasado de vuelta en Los Reunidos, con visita navarra
Estas veces he intentado ser descriptivo sin hacer un solo juicio de valor, contar lo que yo he visto, todo lo opuesto a los prejuicios y supersticiones de tantos queridos hispanos. Pues sí, vi las mezquitas de Tucson y Fresno, no las que habrá en L.A. y San Francisco. En Las Vegas en cambio no se percibe ninguna religiosidad. Contar también como la entrada en el país representa  el dominio rotundo de la nación cívica: asiáticos, hispanos, negros interrogando a rubios y blanquitos. También presencié –como relaté en mi último artículo- a empleadas americanas (en las naciones cívicas quien manda es el pasaporte, los derechos de ciudadanía) con velo islámico y uniforme. Y varios burkas. Es muy grande la diferencia, los cuatro el lunes  en Los Reunidos coincidimos en que nos ha cambiado el viaje la visión de USA.



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