Fer en su elemento en Las Vegas
cielo santo ¡Berkeley!
A los cuatro el viaje nos ha producido apetito de aquel
país. Según me ha comentado una de las viajeras, es un país que en España sigue
despertando animadversión, debido a
nuestra inmensa altura cultural y elevadísima moral. Son muchos años gozando de ello: de esa
combinación amarga de paletismo y gregarismo hispano.
En Berkeley, una antigua hermandad, fotos de activismo
XY dice que es un país –el examinado con malos
resultados- que le infunde optimismo, y que lo que más le
atrae es la diversidad. Teniendo en cuenta que siempre dice que la gente es
inmensamente aburrida –como el gran mal-, además de apenas darse voces personales y discrepantes. En realidad
lo de personal no se da, son hallazgos gente con esa cualidad, en cambio sí
y mucho lo de discrepantes. En este país incluso pueden ser más los
discrepantes que los discrepados. Quizá la diversidad referida se refiera a esas
dos unanimidades macizas, compactas: unas sola carta con anverso y reverso.
Nuestra heroína Espy con corona de flores y pluma de sus amigos indios. El chico, costarricense
El sábado que estuvimos en Santa Mónica, hace dos, Fer y yo
evaluamos muy positivamente California,
observando a sus gentes y partiendo de lo que ya sabes (él ya había estado): muy naturistas (amantes de la
naturaleza: surf, patines, bicis, navegación, cuerpo –y cerebro: 200 universidades-, esquí en Sierra Nevada y San
Bernardino), muy liberales y cosmopolitas (son ciudades santuarios San Francisco
y Los Ángeles de cero control de ilegales ); estilosos, se ven pocas viseras y
muchos sombreros de ala estrecha, empezando por los gays; sanotes, muy corteses
y educados, amistosos, muy abiertos a la convivencia y coexistencia, hedonistas
a pesar de todo lo que trabajan.
Fer, no hemos estado en ningún casino. Contestó: Son los hoteles, el nuestro también era
Unas adolescentes rubias y macizas se bebían coktails al lado
nuestro como al día siguiente en West (no North como he venido poniendo) Hollywood,
a Fer siempre le han gustado ese tipo de mujeres. Eran para gustar, doy fe.
Alabamos California; dijo mi hijo que a los californianos les importa poco lo
que ocurre en el resto del país.
Al día siguiente domingo abandonamos los bares de West
Hollywood para ir al supermercado (qué maravilla, yo los conocía de Washington,
no necesitarías cocina) porque llegaba del Gran Cañón de Colorado Pablito a
cenar a nuestro piso franco. Se acaba el curso y ha de volver a España, por
Perú y Chile que es más corto. Le interrogamos sobre el país. Solo dijo una
cosa censurable: los españolitos son de ola de estadio, de eco, cofradía, de
pensamiento de taberna, café y taxi. Consistente en –a ver que puede ser, cuál frase hecha-pensamiento propio…- que “no
conocían donde estaba España”, así de importantes nos imaginamos. Alguien se
imagina haciendo un test básico a los hispanos sobre estados y capitales americanas
o, no digamos, preguntándoles cuál de sus influencias, modas, formas de vida no es americana.
Cenando en Las Vegas, yo como americano: informal
Esperando en el WC del restaurante de Santa Mónica estuve
con mexicans. Me preguntaron de dónde era, y si era del Barcelona o el Real
Madrid, como el joven taxista etíope de Las Vegas que apenas hablaba inglés. Uno llevaba 14 años y seguía irregular, pero
por tu culpa, le dije, me reconoció que sí. Otros como él, que también son americanos, sí sabían dónde estaba España,
porque otro mexican me calculó el precio del tiket de avión desde España. Mucho
menos, le salí al paso, por la antelación –le conté- con la que lo sacamos, el año pasado.
No sé porqué, los españoles con todo lo que saben y
resultados no van al país de las mejores universidades del mundo y mayor número
de universitarios también del mundo y
tan potencia cultural como militar –que ni lo saben, en el país de todos los
fracasos educativos-, a ver si vamos aprendiendo algo, y desbastamos nuestra
necedad tan grotesca.
Si los españoles pudieran desprenderse de ese perfil
estándar, impersonal y gregario, si alguno pensase conservando íntegra su incultura
genética, podría concebir que si conocen al Barcelona y Real Madrid han de
conocer España. Pero no lo pueden remediar este viejo país de prejuicios, servidumbre al medio, incultura y adhesión a la estupidez más
coreada.